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Full text of "Agnes Heller La Satisfacción De Las Necesidades Radicales Alfonso Ibañez"

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ACNES HELLER: LA 
SATISFACCION DE 
LAS NECESIDADES 
RADICALES 

Alfonso Ibáñez 






Luis Valera/Editor 
© Instituto de Apoyo Agrario 

Tizón y Bueno 84? - Teléfono 713237 
SUR, Casa de Estudios del Socialismo 
Apartado 14-0098 Lima, Perú 
Primera edición. Lima, Perú, 1989 


Alfonso Ibañez 


AGNES HELLER: LA SATISFACCION DE LAS 
NECESIDADES RADICALES 


(Una aproximación al pensamiento socialista de la Escueto de 

Budapest) 



















Prólogo 


UNA ENTRADA A LA CUESTION 
DE LA MODERNIDAD 


Agries Hdlcr se ha propuesto, como tarea de vida y de re¬ 
flexión filosófica, contribuir a la construcción de una "uto¬ 
pía racional" a partir de una iluminación de la realidad que 
hunde sus raíces en la rcapropiación crítica de la obra de 
Marx. 

En nuestro medio no es mucho lo que conocemos del 
trabajo de Heller. Algunos ensayos míos de presentación y 
una entrevista que me concedió y que publicó Socialismo y 
participación, además de una aproximación a la concepción 
helleriana de la modernidad, que apareció en Huaca (rev. de 
la Fac. de Arq., de la UNI), fueron en el Perú las primeras 
llamadas de atención sobre la trascendencia de la obra de 
Agnes Heller. A estas presentaciones iniciales se sumó pron¬ 
to el fervor de Inés García, quien se viene encargando, des¬ 
de la cátedra en la Universidad Católica y las conferencias 
que organiza SUR, de difundir la obra y las posiciones mas 
importantes de la más destacada discípula de Lukács. Con 
el libro que ahora se publica, Alfonso lbánez, alguien que 
sigue atentamente los pasos del marxismo occidental, asume 
la tarea de presentar, de manera más sistemática de lo que 
yo mismo hiciera, la obra de Agnes Heller descifrando las 
claves de su pensamiento y, concretamente, dando cuenta de 
la reflexión helleriana sobre las "necesidades radicales' 1 - 

Un mérito indiscutible de Alfonso Ibáñez, ademas de 
los que el propio lector fácilmente encontrará al leer Agnes 
Heller: la satisfacción de las necesidades radicales, es haber acer¬ 
tado en traer a colación un pensamiento crítico que está hoy 

1 













2 


ICNACIO LOPEZ SORIA 


en el centro mismo de las discusiones sobre el zarandeado 
tema de la modernidad. Sólo que para Heller la cuestión de 
la modernidad no es un "tema" de reflexión filosófica, sino 
más bien una necesidad de autocercioramiento que nace de 
las entrañas mismas de la crisis de la propia modernidad. 

El "coraje civil" de Agnes Heller -quien, lustros antes 
de la Perestroika y de la actual transparencia, se atrevió, a 
costa de sacrificios mil, a levantar el puño contra Dios- fue 
saludado con alborozo por la "Escuela catalana” del Viejo Topo 
y por los diversos núcleos intelectuales de resistencia al po¬ 
der —Macho Cabrío y El Caballo Rojo, entre nosotros— que 
pregonaban, casi sin saberlo, el fin de la modernidad. Pero 
de Heller no se recogían ni el contenido de su discurso ni 
la serenidad de su elaboración. Se recogía sí, y ciertamente 
no era poco, su gesto, su atrevimiento, su osadía. Y es que 
Heller se había atrevido a sacarle la lengua al monstruo no 
desde fuera del alcance de sus garras, sino a desafiarlo desde 
dentro, y lo había hecho sin más armas que su coraje ético, 
su robustez racional y la compañía de los otros miembros 
de la Escuela de Budapest. Detrás de ellos no estaba ni un 
sindicato como Solidaridad ni una Iglesia dispuesta a prote¬ 
gerlos con sus bendiciones. Había sólo un estado de ánimo, 
contenido por el temor o el acomodo frente al poder. Tengo 
para mí, quizás porque estoy hablando de amigos muy 
cercanos, que el caráccr comunitario, interpersonal, de la 
empresa llevada a cabo por los pocos componentes de la Es¬ 
cuela de Budapest tuvo mucho que ver no sólo con el gesto 
mismo sino con su fundamentación etica y su contenido 
racional. 


Lo primero que el gesto de Heller puso en eviden¬ 
cia fue la incapacidad objetiva del metadiscurso oficial del 
socialismo realmente existente" para servir de horizonte a 
un comportamiento que pretendiera todavía cimentarse en 
principios éticos. Entre la ética y el discurso del poder existía 
un abismo insalvable. Atenerse a los marcos diseñados por 
el discurso político equivalía a renunciar a los valores éticos 
y, consiguientemente, a dejar de lado, como artefacto inser- 


PRESENTACION 


3 


vible, la más importante riqueza acumulada por la humanidad 
en su historia. No era ya definitivamente posible, ni siquiera 
como perspectiva de futuro, conciliar la realización plena del 
"hombre entero" y el atenerse al poder establecido en las 
sociedades del "socialismo real". Manifiestamente lo real no 
coincidía con lo racional, aunque seguía todavía adjudicán¬ 
dose una racionalidad en virtud de la cual se creía autori¬ 
zado a ejercer la dictadura sobre las necesidades humanas. 
El "olvidado" arrumado por sus vicarios oficiales en el rin¬ 
cón de los recuerdos, volvía a presentarse, como desbrozador 
de caminos, en la orden del día de las sociedades "montadas 
en su nombre. Esta vuelta a Marx nace en Heller como una 
necesidad que le imponían las propias condiciones de exis¬ 
tencia en el "socialismo real", y no era, como han querido 
ver algunos, fruto de la urgencia de un escudo protector con¬ 
tra los embates del poder. 

En un mundo -la sociedad occidental como conjunto 
que incluye a los países "socialistas"- en el que las necesi¬ 
dades éticas no pueden ya ser contenidas dentro del hori¬ 
zonte de expectativas ofrecidas por el sistema, el gesto de 
Agnes Heller se convirtió, sin que ella misma lo pretendiera, 
en paradigmático. Porque lo que Heller ponía al descubierto 
no era sólo el sistema de poder en una determinada sociedad 
sino el poder del sistema en la sociedad contemporánea. Al 
socavar los cimientos de la "racionalidad" en la que se asienta 
el "socialismo real", dejaba al mismo tiempo al desnudo la 
falencia ética y el carácter instrumental de la "racionalidad" 
del "capitalismo real". Las sociedades socialistas se alejaban 
tanto de los fundamentos humanistas pensados por Marx co¬ 
mo las sociedades capitalistas de la promesa racional pro¬ 
puesta por los ilustrados. No se trataba, por tanto, de librarse 
de Escila para quedar atrapado entre los peñascos de Carib- 
dis. Había, más bien, que conducirse con tino por el medio, 
y el medio, para Heller, era la vida cotidiana, ese segmento 
de la vida humana que aún no ha sido totalmente contami¬ 
nado por el poder y que, como sede de las necesidades ra¬ 
dicales, sigue siendo portador potencial de la promesa de 
emancipación racional de la humanidad. 







IGNACIO LOPEZ SORIA 


En la crítica al poder del sistema se asemeja Heller 
quienes, desde otras orillas, han emprendido el cues- 
ionamicnto de la "racionalidad" que emana del poder. Con 
DS descreídos postestructuralístas franceses, que piensan que 
1 futuro está detrás de ellos porque se ha consumado ya 
1 ciclo de la modernidad, coincide Heller en la rebeldía fren- 
; a todo poder y en la sospecha frente a todo discurso 
letanarrativo. Pero las diferencias de Heller con los "nuevos 
lósofos" son más significativas que las coincidencias. La crí- 
ica de Heller no nace de la desconfianza en la razón ni del 
lesconocimiento de la promesa ilustrada de vida racional si- 
iO, por el contrario, del cercioramiento de que dicha promesa 
ia quedado incumplida por obra y gracia de quienes, desde 
ma perspectiva u otra, han mstruinentalizado la razón para 
rían ipula r las necesidades o para ejercer tiranía sobre ellas, 
a vigencia del ideal de vida racional constituye, pues, para 
íeller un horizonte utópico que, si bien no autoriza a montar 
.esde él un metadiscurso omnicomprensívo de Icgiíimización 
el poder, orienta los pasos en la búsqueda de salidas de 
ste "callejón sin salida" en el que ha desembocado la "calle 
e dirección única" (Benjamín) de la racionalidad instrumental. 

Y los pasos de Heller, como los de Habermas, se 
ricntan hacia la vida cotidiana. Urgido por los filósofos de 
i discontinuidad (Foucault) y de la multiplicidad inconexa 
e los lenguajes (Lyotard), Habermas se ve precisado a 
ífugiarse en las potencialidades -no demostradas- eman- 
patonas de una acción comunicativa despojada de sustan- 
a histórica. No es, por cierto, casual que en su reciente libro 
í discurso filosófico de la modernidad Habermas estudie el 
ensamiento filosófico occidental como una "aventura del 
ipíritu” que no guarda relación alguna con el resto de los 
nómenos históricos. Queda así en claro que el recurso de 
.abermas al "mundo de la vida” y, concretamente, su 
meamiento en la "acdón comunicativa" se reducen a un 
¡fuerzo, de importante enjundia filosófica, por buscarle al 
spíritu" un espacio para su despliegue. 


PRESENTACION 


5 


Heller, a diferencia de Habermas, sabe de historia y 
ha transitado los caminos de la "filosofía de la praxis . De 
ahí que el entroncamiento de necesidades radicales y vida 
cotidiana, que constituye el meollo de la "utopía racional" 
helleriana, haya sido descubierto en una persecución sis¬ 
temática de la lógica de la sociedad civil en el trascurso de 
la historia. La cotidianeidad no es entendida por Heller como 
un refugio frente a la imposibilidad objetiva de que el "espí¬ 
ritu" se albergue en la esfera del poder político o de la econo¬ 
mía, sino más bien como una dynamis que, desde su aparición 
misma, es portadora de una lógica, la de la universalización 
de los derechos del hombre y del ciudadano, que, ética y 
racionalmente, puede y debe convertirse en hegemónica. Las 
otras lógicas constitutivas de la modernidad, la del capita¬ 
lismo {universalización del mercado) y la de la industriali¬ 
zación (universalización de los modos de producir y de 
reproducirse la sociedad), conllevan alienación, explotación, 
reificación, etc. a no ser que estén presididas por la lógica 
de la sociedad civil. El ideal de vida racional, la utopia racio¬ 
nal" de Agnes Heller, se asienta, por tanto, en la hegemonía 
de la lógica de la sociedad civil sobre las demás lógicas que 
componen la modernidad. Este ideal no se ha cumplido to¬ 
davía. Puede, pues, presentarse como un horizonte utópico 
para la realización en plenitud de la posibilidad humana. 

Considero que una entrada en esta problemática desde 
las posiciones de Agnes Heller abre para nosotros mayores 
perspectivas de "autocerdoramiento” (Habermas) que las que 
se nos ofrecen desde la desesperación neo-romántica de los 
postestructuralístas franceses, el neoconservadonsmo de la 
actual sociología americana o la "nostalgia racionalista de 
Habermas. Nos queda, sin embargo, mucho camino por an¬ 
dar si pretendemos no sólo dar cuenta del estado de la cues¬ 
tión modernidad/postmodemidad sino autocerdoramos de 
las especificidades de esta cuestión en nuestras concretas con¬ 
diciones de existencia. 

El libro de Alfonso Ibáñez sobre la teoría helleriana 
de las necesidades radicales abre, pues, entre nosotros una 








6 


IGNACIO LOPEZ SORIA 


cuestión que está en el centro mismo de la actualidad política 
y filosófica y cuya apropiación crítica contribuirá, sin duda 
a alimentar nuestra radical necesidad de autocercioramiento 


José Ignacio López Soria 
Florianópolis (Brasil) 
diciembre de 1989, 


A Cesar y Ros & Adela, 
quienes supieron despertar 
en mi el sentido de la justicia 
y el anhelo de la felicidad 
para todos. 

















INTRODUCCION 


"Encualquierpuebb,la teoría 
se realiza sólo en la medida en 
que supone la realización de 
sus necesidades". 

Kart MARX 












f 







En lo transcurrido del siglo XX, las experiencias históricas de 
transformación social han suscitado no pocas expectativas en lo 
concerniente a la superación revolucionaria de las relaciones 
sociales explotativas engendradas por la civilización industrial 
capitalista. Pero es constatable, igualmente, que dichas expe¬ 
riencias, en las postrimerías de nuestra centuria, se muestran 
claramente insuficientes. Es más, como un producto del "desfa¬ 
se" entre el proyecto originario y los resultados socio-políticos 
obtenidos, se expresa un creciente malestar y hasta desencanto. 
Al respecto, dice Aníbal Quijano, que "inclusive lo que se ori¬ 
ginó como la alternativa a la razón burguesa, como la más directa 
y legitima portadora de las promesas liberadoras de la moderni¬ 
dad, durante un período más bien largo se plegó a las seduccio¬ 
nes de la razón instrumental" 1 - Es como si aquella "astucia de la 
razón" operante en la historia, de la que hablaba Hegel, nos 
hubiera hecho otra de sus malas jugadas. Esto es lo que provoca 
que hoy se aluda con tanta frecuencia a una "crisis" del marxis¬ 
mo y del socialismo, aumentando el caudal de los ríos de la 
desesperanza contemporánea. 


En esta situación cumplen un rol muy importante la 
demcncial lógica productivista de la era tecnocrática y el carác¬ 
ter acentuadamente burocrático del "socialismo realmente exis¬ 
tente". De ahí la pertinencia del pensamiento social que, sin 
negar este diagnóstico tan negro, antes bien contribuyendo a su 


1 Modernidad, identidad y utopia en América latina. Ed. Sociedad y ■■ 
Política, Lima, 19&8, p.19. 


ti 












12 


ALFONSO IBAÑEZ 


precisión, se esfuerza a su vez por refundar la teoría y la práctica 
de la transformación revolucionaria de la sociedad. Es lo que su¬ 
cede con ciertos planteamientos marxistas provenientes de los 
países del Este 1 2 , y, muy particularmente/ con las elaboraciones 
de la llamada "Escuela de Budapest"* Como se sabe/ Geórgy 
Lukács, el famoso filósofo húngaro, estuvo íntimamente ligado 
a este colectivo de trabajo intelectual en los últimos años de su 
vida. De tal manera que, como él mismo lo sugirió/ se puede 
considerar que éste constituye un elemento fundamental de su 
herencia intelectual, política y humana* 

Este círculo reunió a un conjunto bastante diverso de 
estudiosos pero entrelazados por una misma preocupación de 
fondo, tendente a prolongar el método dialéctico de Lukács en 
los diferentes ámbitos de la realidad y por medio de Ja crítica 
socialista de los sistemas burocráticos que permitiera la búsque¬ 
da de alternativas radicalmente diferentes 3 , Agnes Heller, quien 

1 Un caso notable, que conmovió a la opinión pública mundial, os d 

del germano oriental R* Bahro. Al respecto ver d articulo de David Sobrevilla 
"La Alternativa" de Rudolf Bahro* La Revista N° 2, Lima, Julio do 19S0. Cf. tos 
conferencias críticas de Bahro publicadas con un interesante prólogo de A. 
Quijano y M Lauer* El Socialismo realmente existente. Mosca Azul, Lima, 1981. 

3 Según Palmier, las grandes direcciones de la Escuela de Budapest 
pueden resumirse en : 

- una prolongación dd método dialéctico de Lukács; 

- un trabajo de profundizadón de las categorías marxistas y una 
rdectura de los escritos de Marx a la luz de las sodedades capitalistas y 
socialistas; 

- una confrontadón del marxismo con las deudas sodales y la 
filosofía más allá de todo dogmatismo; 

- la voluntad de elaborar una suerte de metodología, de "filosofía 
sodal" que podría colocar un puente por endma de las diferentes disdplinas; 

- el cuestión amiento permanente de las realizadones socialistas a 
partir de los principios mismos del marxismo y la búsqueda perpetua de ío que 
podría ser una sociedad realmente socialista; 

- la prolongación de los trabajos de estética de Lukács, ya se trate de 
la novela moderna o del cinema; 

- la voluntad de hacer de la obra de Lukács una herencia critica y 

viviente; 

- un cuestíonamíento radical de las estructuras de la vida cotidiana* 

("Quelques remarques sur factualjté de l'Ecoíe de Budapest", en A. 

Heller La Tkéorte des besoins diez Marx, pp* 17-18. 


f 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 13 

fuera/ primero, disrípula y, luego, asidua colaboradora del 
distinguido filósofo ya desaparecido, es probablemente la figura 
más destacada del grupo. La singularidad de su propuesta 
emana en gran parte del intento de leer a un autor del siglo 
pasado a partir de las acuciantes preguntas de nuestro tiempo. 
No persigue, entonces, una exégesis literal ni una interpretación 
erudita que se quede sólo en las obras de Marx, sino que esa 
confrontación proporcione un mensaje actualizado para las 
tareas socialistas del presente. 

Así es como la Heller, más allá incluso de la propía au- 
tocondencia del pensador estudiado, se entiende a sí misma 
como una receptora filosófica de Marx, encontrando en él una 
orientación axiológica vital para la construcción de una utopía 
racional" que responda a las aspiraciones más hondas de los 
sujetos sociales y políticos de nuestra época. Por ello, una de sus 
inquietudes centrales estriba en la fundamentadón ético-políti¬ 
ca déla demacrada en la convivencia social. Pues ella estima que 
la "utopía socialista" no es otra cosa que la realización plena de 
la democracia en la vida individual y comunitaria. Basta con lo 
señalado para suponer que su obra, como la del resto de miem¬ 
bros de la Escuela de Budapest, va a contracorriente dd poder 
tecnoburocrático establecido en nombre del comunismo, como 
lo demuestran las agresiones y represalias de que han sido obje¬ 
to por "poner en peligro la buena atmósfera política de la vida 
dentífica pública 114 . 

Dentro de esta preocupadón por reinventar la democra- 
da en la sociedad, hay que recalcar su opción básica por 'la 
pluralidad de las formas de vida". Es que para ella el socialismo 
no se resuelve en el cambio de las estructuras sociales, ni siquiera 
en la socialización de los medios de producción, puesto que 

* Además de esta frase, en un documento del comité central dd 
partido se pueden encontrar expresiones que hablan por si solas, donde los 
autores de la Escuela son acusados de "violar la disciplina del Estado" por 
"publicar o ensayar de publicar sus escritos,,, sin consultar a los dirigentes 
responsables de sus instituciones de investigación" y por "transgredir de forma 
repetida las fronteras de nuestra vida ideológica pública, establecida desde hace 
tiempo por nuestros principios de política cultural". Texto citado por M* Lówy 
en "Le bilan globalemenl négatif". Prefacio a A. Heller-RFehér. Marxisme et 
démocratie , p. 8. 







14 


ALFONSO 1BANEZ 


incluye un cambio de vida multiforme. Y esto no solamente 
porque lo pueda rastrear en los anhelos que signan a los nuevos 
movimientos sociales europeos, sino también porque responde 
a una nueva "concepción del mundo 1 ", de la historia y déla vida. 
Es decir, usando su propia terminología, su visión revoluciona¬ 
ria reposa en la contraposición de lo que "es" con un "deber ser", 
lo cual implica una elección de valores que deben y pueden rea¬ 
lizarse en la efectividad histórica. De ahí que un intenso aliento 
ético, donde se busca el máximo despliegue de los individuos, 
atraviese a sus propuestas teóricas, sociales y políticas. 

Indicaba que se trata de cambiar no sólo el modo de 
producción, sino también todas las relaciones de subaltemidad 
en la sociedad, transformando la vida cotidiana. Y cómo no estar 
de acuerdo con Agnes Heller cuando sostiene que el socialismo 
no es una cuestión de estadísticas sobre el nivel de vida, sino de 
relaciones cotidianas, de modos de vida, de sentimientos que ex¬ 
presan lo que una sociedad vale realmente. Motivo por el cual 
la utopía socialista es la que engloba y posibilita la concreción de 
todas las utopías que satisfacen, a su vez, las necesidades radi¬ 
cales de los individuos* En efecto, y esta es la hipótesis de trabajo 
de la que he partido, su reflexión axiológica en tomo a la opción 
de un sistema de valores remite, como base material, a una 
tematización de las necesidades humanas de donde derivarán 
las denominadas "necesidades radicales". Perspectiva que nos 
proporcionaría una 'llave de entrada" a su universo intelectual, 
filosófico, científico y político. 

Situándose en un terreno propio y diferente, más allá del 
dogmatismo ortodoxo o de un desencantado escepticismo anti¬ 
marxista, Heller busca en Marx nuevas luces para continuar la 
empresa de la emancipación humana. Lejos de las interpretacio¬ 
nes positivistas, deterministas y tecnícistas, aún predominantes, 
ella hace su propia "elección" de Marx. Por eso su recepción "in¬ 
tegral" está contenida sobre todo en el libro que recoge la Teoría 
de las necesidades en Marx , por lo que constituye una referencia 
preferencia! para este tipo de abordaje. Ya que supuestamente, 
en mi hipótesis, la lectura antropológica de Marx, aunque ella la 
estime incompleta y abierta a las adquisiciones cultural es poste¬ 


LA SATISFACCION DF LAS NECESIDADES RADICALES 


15 


riores, es la que le permite desarrollar la problemática de las 
necesidades humanas. Si no de manera estrictamente cronológi¬ 
ca, y menos aún mecánica, habría como una secuencia fundacio¬ 
nal que iría del planteamiento axiológico al de una antropología 
social que desembocaría en su traducción en el terreno ético- 
político de la institucionalización consecuente de la democracia. 


El objetivo de la indagación es, entonces, el de hacer una 
lectura de las principales obras de Agnes Heller que posibilite 
una interpretación inicial, mínimamente coherente, más que 
pretender un estudio exhaustivo que quisiera agotar una com¬ 
prensión siempre engañosa y provisional. El esfuerzo se justifi ca 
porque si bien se trata de un pensamiento muy ubicado, que 
brota en uno de los países del Este y luego se enmarca en Europa 
occidental, también resulta importante en nuestro contexto lati¬ 
noamericano y peruano. No sólo por lo que representa de 
marxismo crítico y creador contemporáneo, sino ante todo por lo 
quepuedeaportamosen el actual requerimiento deelaborar una 
cultura política demoerática para nuestro país. J unto a ello cabe 
destacar sus análisis relativos a la vida cotidiana y la convenien¬ 
cia de lanzarse a su modificación consciente, como de hecho ya 
está sucediendo en los procesos sociales de democratización que 
surgen de la base y se manifiestan en los distintos movimientos 
sociales. Estos problemas, pues, no son únicamente europeos 
sino que hoy, en nuestro mundo altamente interconectado, 
constituyen retos arriesgados de la existencia humana que se 
patentizan por doquier. 


La amenaza totalitaria acecha con fuerza a la sociedad 
mundial. En nuestro caso configura un elemento permanente de 
nuestra historia nac tonal, que con frecuencia se instala en la vida 
política y perviveen las relaciones interpersonales que se dan en 
la cotidianeidad de nuestra existencia. Pensamientos como los 
de Agnes Heller, penetrados de un ánimo radicalmente de¬ 
mocrático, pueden contribuir en la elaboración de nuestras 
propias alternativas filosóficas, éticas, así como científico-socia¬ 
les y políticas. Pues como ya lo advertía Augusto Salazar Bondy, 
en los años 60, existe la necesidad de concebir y materializar un 





ló 


ALFONSO JÜAÑEZ 


socialismo humanista y democrático 5 . De esta forma estaremos 
mejor dotados para combatir los renovados intentos de instau¬ 
rar una dictadura o una manipulación sobre las necesidades 
humanas. Por lo demás, no se trata de acogemos a una nueva 
"moda"', ni de propender ala tan acostumbrada dependencia del 
planteamiento ajeno, renunciando a la propia identidad, sino de 
enriquecerla constantemente en el diálogo libre y razonable con 
las más relevantes producciones de la cultura universal K 

La exposición ha sido organizada en cinco momentos o 
capítulos. En el primero se sitúa a Heller y sus compañeros de 
aventura intelectual en el horizonte de la "crisis y renacimiento 
del marxismo" actual, destacándose las ideas-clave que coman¬ 
dan su investigación. En el segundo momento se aborda la 
"teoría de las necesidades humanas" según el comentario ceñido 
y crítico que opera délos textos marxianos mostrando sus al¬ 
cances y limitaciones. El siguiente capítulo sobre "necesidades, 
utopía y revolución" se adentra en las consecuencias resultantes 
para el tratamiento de las contradicciones sociales y la praxis de 
transformación revolucionaria. El cuarto capítulo se aproxima a 
su concepción del socialismo como una democracia radical, ha¬ 
ciendo ver que así como rechaza las lógicas industrial y capita¬ 
lista de la modernidad, piensa que la democracia es un valor que 
hay que defender y desplegar en todas sus implicancias. El 
último momento, "invitación a una lectura", aparece como una 


5 En sus ''Bases para un socialismo humanista peruano". Saladar 
Bondy sostenía que "la reestructuración de la existencia en común que propug¬ 
na el socialismo es el ^tablea miento de la sociedad sobre sus gen ulnas bases 
democráticas, o sea, sobre la comunidad solidaria de las personas Ubres,.. Res¬ 
tablecer la comunidad, fundar la democracia y liberar el trabajo son, pues, tres 
momentos de la misma meta fundamental del socialismo 1 '. Entre Estila y 
Cantáis. Ed, Rikchay Perú, Lima, 1985, p. 113, 

s Concluido ya este trabajo he leído la entrevista de Martha Harnee- 
ker a 1 historiador soviético Kiva Maidaník sobre lo que ocurre en la URSS de 
Corbachov, Este subraya que la democra tiza don es tanto una condición de la 
perestroika como su método y objetivo,,,Para nosotros más democracia quiere 
decir más socialismo y más socialismo equivale a más democracia". La revolé 
cián de tes esperanzas. Alma Matinal, 1987, p.6S. ¿Estaremos verdaderamente 
ante "una revolución dentro de la revolución"? 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


17 


suerte de conclusión donde se ensaya, aunque muy incipiente¬ 
mente, un acercamiento de la problemática helleriana a nuestra 
realidad con los inmensos desafíos que plantea, 

A este recorrido he visto después la pertinencia de 
agregar ciertos anexos. "El socialismo como radicalización de la 
democracia" es una entrevista a la Heller que fue hecha por José 
Ignacio López Soria, sin duda quien más ha contribuido a darla 
a conocer en el Peni y que aquí nos pone en un contacto vivido 
con ella. En "Educación para la democracia", retomo algunas de 
sus ideas a partir de una reflexión sobre la coyuntura peruana. 
He añadido a su vez un polémico artículo periodístico de la 
misma Heller donde argumenta sobre las perspectivas futuras 
del socialismo, así como, una referencia bibliográfica funda¬ 
menta! de su obra. 

No quisiera terminar estas lineas introductorias sin 
dejar de expresar mi agradecimiento a todas las personas que 
han colaborado de alguna forma en el proceso de producción de 
este libro. En especial a Beatriz Gómez por su caluroso estímulo 
y a los compañeros de SUR, Casa de Estudios del Socialismo. 
Vaya también mi reconocimiento al Instituto de Investigaciones 
Humanísticas de la Universidad Nacional Mayor de San Mar¬ 
cos, al Instituto de Apoyo Agrario y al Consejo Nacional de 
Ciencia y Tecnología por haber auspiciado la investigación y 
hecho posible esta publicación. 




ABREVIATURAS 


AIO 

* Anatomía de la izquierda occidental 

HR 

: El hombre del Renadmicnto 

ER 

: Por una filosofía radical 

PCV 

: Para cambiar la vida 

SRD 

: El socialismo como radicalizadón de la 
democracia 

HVC 

Historia y vida cotidiana 

RVC 

La revoludón de ía vida cotidiana 

MD 

Marxísmeet démocratie 

CI 

Critica de la Ilustradón 

HTMV 

Hipótesis para una teoría marxista de los 
valores 

IAC 

Instinto, agresividad v carácter 

SVC 

Sociología de la vida cotidiana 

TNM 

Teoría de las necesidades en Marx 

P 

Sobre el pacifismo 

DFDS 

Democrada formal y democracia socialista 

DF 

Dialéctica de las formas 

TS 

Teoría de los sentimientos 

AMA 

Aristóteles y el mundo antiguo 

TH 

Teoría de la historia 

DCS 

Dictadura y cuestiones sodales 


I 

CRISIS Y RENACIMIENTO DEL MARXISMO 


"Marx dijo una vez que ser 
radicales significa afrontar tos 
problemas desde su raíz, y la 
raíz del hombre es el hombre 
mismo ; por lo tanto, todo 
cuanto se diga sobre la natu¬ 
raleza del hombre está dentro 
de los límites de una filosofía 
radical" 


Agnes HELLER 







El pensamiento de Agnes Heller comienza a ser ampliamente 
conocido en lo que se refiere, sobre todo, a sus planteamientos 
sobre la vida cotidiana y la satisfacción de las necesidades 
humanas. En este texto se busca hacer una lectura de la Hclier 
teniendo muy en cuenta la raíz filosófica de sus enfoques, así 
como de la recepción que ejecuta de Marx y el marxismo. 
Especialmente en un momento histórico en el que se habla, cada 
vez con mayor soltura e insistencia, sobre la "crisis de la moder- 
nidad" y de los mitos del hombre moderno. Situación que afecta, 
como es lógico suponer, a la teoría marxista desde sus funda¬ 
mentos. De ahí que también se esté convirtiendo en un lugar 
común el hablar, dentro de este horizonte problemático y pro¬ 
fundamente desencantado, de la "crisis del marxismo" y del 
socialismo. Es que como un resultado de las convulsiones del 
siglo XX, los proyectos y aspiraciones de la modernidad ilustra- 
lía se encuentran en un "impase" histórico, provocando un clima 
apocalíptico ante la amenaza del ex terminio final de la vida sobre 
el planeta 1 * 


1 Si Lenin escribió a comienzos de siglo sobre el Imperialismo como 
fase más alta del Capitalismo, el historiador inglés Edward P. Thompson ha 
publicado recientemente acerca del Exterminismo como última fase de la 
Civüizaáón . A. Heller y F.Fehér, en su Anatomía de ¡a izquierda occidental 
(AJO), comentan por ello que "en comparación con las realizaciones actuales, las 
creaciones dd pesimismo cultural de los anos veinte hasta parecen rosadas... 
Hoy campea indísputado lo tenebroso sin regocijo. Cada vez se concibe menos 
la decadencia de Occidente' como d final de una civilización particular, cada 
vez se la considera más como el final de tc^Ia d vilizadón presente v posible" (pp. 
7-8). 


21 



22 


ALFONSO ÍBAÑEZ 


Los efectos destructores de la civilización industrial son 
en verdad enormes, y hoy nos hallamos ingresando en el umbral 
de peligro del cual pareciera no haber retomo posible. Precisa¬ 
mente porque una hecatombe nuclear, o un desastre ecológico, 
serían de imprevisibles consecuencias. A esto hay que añadir que 
el modelo productivista imperante, de oredmiento indefinido, 
acentúa la crisis estructural y las contradicciones entre las econo¬ 
mías del centro y la periferia del sistema internacional Decidida¬ 
mente, vivimos en una sociedad mundial "enferma" y extrema¬ 
damente inhumana. La toma de conciencia de esta situación 
explica a su vez el desprestigio en que se ve envuelta ahora la idea 
del "progreso", que había servido de fuerza móvil iza dora en la 
marcha humana de las últimas centurias. Ya sea en su versión 
burguesa o socialista, el progreso humano muestra hoy su rostro 
decadente y bárbaro. Por ello señala Jean Chesneaux, por ejem¬ 
plo, que romper con la modernidad implica definir y reencontrar 
otras relaciones con la naturaleza; "Es terminar con el viejo mito 
pnometeico, rejuvenecido en el siglo XIX por Marx y sobre el cual 
viven muchos todavía hoy día: aquél del hombre definido como 
adversario irreconciliable con la naturaleza, exteriora ella y cuya 
misión es de Vencerla" " 2 . 

La voluntad de dominio de la naturaleza v de la socie¬ 
dad también se ha expresado en las diversas concreciones tota¬ 
litarias de nuestra época, en el fascismo como en el estalinismo. 
Acontecimientos que explican en parte, y más allá de las "mo¬ 
das" parisinas, la aparición de los "nouveaux philosophes", 
signos ya no de un sano escepticismo crítico sino de una honda 
decepción. Y si se puede constatar una variedad de plantea¬ 
mientos entre ellos, la mayoría comparte el provenir de una 
tradición marxista que se había forjado en las jomadas candentes 
de mayo del 68. Ante esta reacción desesperada y nihilista, llama 


2 De la modemilé , La découverte/Maspero, París, 1983, p. 249. En El 
hambre del Renacimiento (HR), Heiler ha estudiado este mito en los albores de la 
modernidad. Allí anota que "surge en d Renacimiento la idea de que el hombre 
puede 'conquistar' algo a la naturaleza para crear de esa naturaleza primera una 
'segunda' naturaleza. La apercepción de la 'conquista de la naturaleza' corre 
paralela al descubrimiento de la idea de la evolución de la humanidad' 5 ' (p. 17). 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


23 


la atención la actitud serena de una Agnes Heiler que nos inv.fca 
a la cordura y a la elaboración de una "utopía racional A 
pesar de ser originaria de uno de los países del Este que se 
encuentra en el centro de la tormenta, como es Hungría, y de 
haber sufrido en carne propia el autoritarismo burocrático con 
todas sus arbitrariedades, la posición hellcriana se caracteriza 
por adoptar una perspectiva sensata, lúcida y constructiva. 
Cuando muchos se retractan de su marxismo, catalogándolo 
como una ilusión vana y peligrosa, ella acepta el desafío de la 
crisiscon bastante espontaneidad y busca un "renacimiento del 
marxismo a la altura de nuestro tiempo, capaz de recoger las 
nuevas problemáticas y dar respuesta a las acuciantes preguntas 
del hombre contemporáneo. 

Como ella misma lo sostiene, "Marx es para nosotros 
una tradición de vida, no es una escritura sagrada"Ahora 
bien, Manuel Sacristán en la presentación del libro Historia y vida 
cotidiana señala que la serenidad o falta de crispación de Agnes 
Heiler quizá se deba a "algo que VI vengati vo Marx' deja, a pesar 
de todo, a las sociedades postcapitalistas burocráticas: la sereni¬ 
dad intelectual del Lukacs maduro o de Heiler tienen probable¬ 
mente que ver con cierta seguridad o confianza respecto de la 
evolución social, confianza basada en la derrota de la vieja 
burguesía, en la abolición, aunque sea meramente negativa, de la 

5 Sobre el significado de esta expresión verla reseña de J.í. López Soria 
al libro de Heiler Por una filosofa radical (FK), que apareció en la revisla Madto 
Cabrá) N ü 2/3: "La apuesta por lo imposible", p.144. Como Hdler declara, "d 
efecto provocado por los nuevos filósofos es una señal de alarma que demuestra 
que te hombres siguen necesitando una fe dega, y que a menudo es muy fácil 
pasar directamente de la fe dega a La desesperarión". Para cambiar Ja vida (PCV), 

p.48. 

4 PCV, p.14. Ella expresa que "lo que en verdad es decisivo en el 
enjuidamiento de una teoría es cuán profundamente explora dicha teoría las 
zonas de conflicto de nuestro mundo y silo hace o no d¿de la perspectiva de 
la superadón de una sodedad basada en la jerarquía, la opresión y la explota- 
dón, es dedr, desde la perspectiva dd sodalismo. Si una teoría no marxista hace 
esto, plantea d problema en d espíritu de Marx; mientras que la teoría que se 
llama a sí misma marxista es infiel al espíritu de Marx, por más que dte a Marx 
cuantas veces quiera, si defiende a sodedades opresoras, jerárquicas y explota¬ 
doras". "El sodalismo como radicalizadón de la demociada: entrevista de JX 
López Soria" (SRD), p.106. 



24 


ALFONSO IBAÑEZ 


propiedad privada" 3 . Esta hipótesis puede que contenga algo de 
verdad, pero resulta demasiado exterior y circunstancial como 
para dar cuenta en plenitud de su trayectoria intelectual, moral 
y política, fuera de suponer en Heller una actitud más bien 
ingenua con respecto al "socialismo realmente existente". Sin 
embargo, como se sabe, ella consti tuye una de las más importan¬ 
tes figuras de la llamada "Escuela de Budapest", el círculo de 
amigos y estudiosos q ue se aglutinó en torno a Gyórgy Lukács en 
los últimos diez años de su vida, cuando éste retomaba su pasión 
revolucionaria de la juventud K 

Beneficiándose de la autoridad y entusiasmo del viejo 
maestro, estos intelectuales conformaron una "comunidad de 
comunicación exenta de dominación", en palabras de Heller que 
aluden a la propuesta de Habermas, donde la heterogeneidad de 
los temperamentos y búsquedas encontraron un nivel de sinto¬ 
nía en una misma perspectiva crítica y creadora. Por eso también, 
a la muerte de Lukács, que les servía de un cierto aval y protec¬ 
ción, las hostilidades del poder político se agudizarán, obligan¬ 
do a una paulatina dispersión del grupo y hasta a la disolución 
de la escuela como tal 7 , Motivo por el cual, para un mejor enten¬ 
dimiento de la mencionada serenidad helleriana, quizá lo mejor 
sea remitirse a su propia experiencia histórica. Pues ella misma 
se encarga, en sus recuentos autobiográficos, de precisar los hitos 
principales de su maduración personal e intelectual. Como ya se 

5 A. Heller. Historia y vida cotidiana (HVQ, p.13. 

Ai respectó ver la última entrevista que le hizo Yvon Bourdet donde 
Lukács, criticando a las humaradas de ios países comunistas, afirma que "hace 
falla una democrada verdaderamente proletaria; por esto entiendo solamente 
la democrada de los soviets de 1917. Y no creo que sin tina suerte de retomo a 
los soviets de 1917 podamos hacer verdaderas reformas". Figures de Lukács 
Anthropos, París, 1972, p.187. 

5 Fuera de Agnes Heüer, entra los más connotados miembros de la 
Escuela hay que nombrar a Ferenc Fehér, Mihály Váj'da y Gyorgy Márkus. 
Pensando en sus brebajos es que Lukács dijo: "Estoy firmemente can venado que 
es hoy día en estas obras que se prepara la filosofía del futuro". Para una breve 
presentadón de Heller ver el texto de J. I. López Soria apareado en la Rev. 
Socialismo y Participación N B 19, pp. 124-126. Para una mayor profundizadón 
remitirse a "Quelques remarques sur i'adualitéde l'Ecole de Budapest" de J.M. 
Paimier, publicado como prefacio en la edtdón francesa de La théorie des besoins 
diez Marx. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


25 


puede sospechar, en ella como en toda una generación de intelec¬ 
tuales de los países del Este, la revolución húngara de 1956 jugó 
un rol verdaderamente primordial. Por ello Heller se refiere a esa 
fecha simbólica como "el año de la historia comprimida". 

Esta condensación del tiempo ocurre a partir del XX 
Congreso del PCUS, que inicia el proceso de desestalinización, y 
se hace evidente con el estallido de las revueltas de masas en 
Polonia y Hungría. Algo cambiaba para siempre, pues como lo 
relata Heller fue "el primer momento de nuestra historia -y es 
posible que haya sido también el último- en que tuvimos la 
sensación y la conciencia de hacer nosotros mismos nuestra 
historia, sin que luego esa sensación y esa conciencia se vieran 
desmentidas como mera ilusión"*. No obstante la tragedia de la 
derrota, la experiencia acelera un proceso de clarificación que 
venía de los años precedentes y se presenta como el despertar de 
un "sueño dogmático", como una nueva ilustración. Es que el 
estalinismo no se apoya sólo en el terror, sino también en la fe, y 
en ese contexto surge la gran cuestión: "¿Cómo pudimos creer?" 
La revolución de 1956 fue el mayor acontecimiento de su vida, 
como ella lo afirma, porque le permitió la "salida de la minoría 
de edad autoculpable", haciéndose calladamente el juramento 
de nunca más dejarse llevar por la fe ciega o el temor, conquistan¬ 
do así la posibilidad de pensar libremente. 

Este "juramento de situación límite" es el que se halla en 
el fondo de sus planteamientos crítico-prácticos, originando la 
"exacerbación ética" de su marxismo. De modo que su actitud 
ecuánime no es un mero "reflejo" de un estado de cosas dado, 


8 A. Heller. La resolución de la vida cotidiana (RVO, pp.105-106. Heller 
y Fehér esped/ican que "la sodedad dvil estaba enteramente sometida al Estado 
político: no había ninguna relaaón, sea contractual sea que perteneciese a la 
'esfera íntima’, que no hubiera sido afectada por los caprichos tiránicos del 
Estado. No sorprende, pues, que cuando este pueblo se rebeló, lo hizo totalmen¬ 
te, y -como es habitual en estos casos de revoluciones totales- halló rápido los 
símbolos de su espíritu de rebeldía: la destrucdón de la estatua de Stalin ha 
tenido la misma significadón simbólica que la toma de la Bastilla". Marróme et 
démocratie [MD), pp,45-46. Ellos regresan una y otra vez a empaparse dd sentido 
genuino de esta experiencia. Cf. F.Fehér-A.Hetier, Hungary, 1956. Revisited. 



26 


ALFONSO IBAÑEZ 


como dejaría entender Sacristán, sino más bien la conquista a 
pulso de una "serenidad ética", la adquisición lograda de una 
mayoría de edad productiva: "Este juramento, dice ella, es la 
condición previa de toda política democrática y de toda actua¬ 
ción política"®. En efecto, la superación del "miedo a la libertad", 
deshaciéndose de los tutelajes pa ternalistas y de los acomodos 
por conveniencia, implica un talante ético, un "coraje civil", que 
tendrá su plasmación en la producción intelectual y política de 
la escuela de Budapest y particularmente en la de Heller. Anali¬ 
zando justamente el caso del joven Lukács, Michael Lówy Ira 
mostrado la importancia de las motivaciones éticas y valora ti vas 
en la radicalización política de los intelectuales 9 I0 * * . Esto es tam¬ 
bién lo que podemos verificar en la conducta de su disdpula y 
colaboradora, que además se coloca en la línea de continuidad, 
aunque no sin rupturas y desplazamientos propios, de la heren¬ 
cia lukacsiana con la inspiración ética y humanista que atraviesa 
a toda su obra u . 


Como ella misma lo reconoce, si en algo ha sido siempre 
una lukacsiana ortodoxa es en representarse el socialismo como 
la herencia entera de la cul tura humana. Por eso en su "búsqueda 
del mundo perdido de la eticidad", dirigirá su mirada hacia la 


9 RVC, p.109. Considerando que ya el joven Marx tenía a la moral 
estoico-epicúrea como algo modélico, puesto que la humanización de la natu¬ 
raleza humana significaba para él la racionalización de nuestro mundo emocio¬ 
nal y a la vez la emodonalizadón de nuestro mundo racional eüa la recomienda 
e intenta practicar. "Ni hedonismo ni 'superpoliiizadón', sino la tercera posibi¬ 
lidad,, el 'medio": una vida plena* una vida activa, racional, orientada al mundo, 
en la que se aprenda a distinguir entre Jo importante y lo accesorio porque no 
se renuncia a la autorreñexión ni al goce de uno ni al placer de vivir, por lo que 
tampoco se sumeuno en la desesperación cuando algo "se hunde' porque no se 
ha alcanzado un objetivo" (RVC r p.176). El estoicismo-epicúreo es ilustrado con 
la personalidad de Rosa Luxemburgo (I IR, p.122) de la cual cita una reveladora 
carta escrita desde la prisión a Luise Kautsky* 

10 MLowy. Para una sociobgía de los intelectuales rewludomrbs. Ed 

Siglo XXI, 1978. 

n "Que la ética forma parte de la vida es el credo de Lukács, con 

independencia de cómo interprete en cada momento el concepto de 'vida" ", 
Esto lo asevera Heller estudiando "el carácter paradigmático de la ética del 
clasicismo alemán en la obra de Georgy Lukács"', Crítica de la Ilustración (CI), 
p.243. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


27 


bella totalidad de la polis antigua o a la dinámica plasticidad del 
hombre del Renacimiento. Al igual que en los casos de Hegel, 
Niet 7 .sc he o Marx, ia armonía clásica o neoclásica provenía de la 
capacidad de ligar la vida cotidiana con los productos más altos 
de la cultura, la efectividad histórica con el sentido último de la 
vida, sin las escisiones de la modernidad. Eticidad significaba 
entonces para ella, por contraste con la asfixia burocrática, la 
democracia comprendida como la pluralidad de las formas de 
vida, ya que "el reconocimiento por parte de la comunidad 
concreta, de los otros vivientes y presentes, es el medio a través 
del cual todos los hombres son capaces de configurar una vida 
llena de sentido" u . Atenas y Florencia no le servían de "mode¬ 
los" nostálgicos, dentro de una visión puramente romántica de 
la vida, sino de referentes históricos del pasado, como la prehis¬ 
toria de lo que había que construir en el futuro en las nuevas 
condiciones de la humanidad. 

Por otra parte, la revolución húngara del 56 aparecía 
como la realización de la "dialéctica negativa", según expresión 
de Adorno, ya que el sistema fue negado en su totalidad aliena¬ 
da. Y Agnes Heller reacciona planteando la necesidad de edi ficar 
una filosofía positiva, no en el sentido "positivista" del término, 
sino en el de una utopía social positiva. Debido a que "sin una 
esperanza racional y sin una concepción del objeto de esa espe¬ 
ranza, nuestras aspiraciones serán siempre sólo negativas" l3 . 
Había, pues, que construir una alternativa. Pero la teoría 
marxista, tal como venía formulada habitualmente por los cana¬ 
les oficiales, no resultaba adecuada para enfrentar a los proble¬ 
mas y necesidades de la actualidad. De modo que había que 
superar la doctrina del "Diamat", así como la interpretación 
determinista y dentista del marxismo. Dentro de esta preocupa¬ 
ción es como ocu rre su apertura a otras versiones c interpretacio¬ 
nes, ya sea en Europa oriental como en los demás países occiden¬ 
tales. Había que recomenzar el camino y eso es lo que empren¬ 
derá con sus amigos del círculo de Budapest en los años 60, 


12 RVC, p.120. 

13 RVC, p.115. 




28 ALFONSO IBAÑEZ 

quienes abordan la elaboración de una filosofía "positiva" sobre 
la base de una nueva recepción de Marx. 

En este "renacimiento del marxismo" cumplirá un rol 
destacado la Escuela de Verano de Korcula y la revista "Praxis", 
Las confrontaciones intelectuales en torno a la interpretación de¬ 
terminista de la historia, la ponen en el camino del joven Marx, 
y con ello en la posibilidad de una nueva comprensión de la 
integridad de su obra. Cuando hoy se habla de la crisis de ía 
cultura occidental y del marxismo, es frecuente que se evoque la 
ideología tecnocrática, la racionalidad cientiíícista e "instrumem 
tal" que se halla estrechamente relacionada con una estrategia 
política de dominación u . Pues bien, Agnes Heller se opone, 
como otros marxistas críticos y creadores, a la interpretación 
dentista déla historia, así como a todo positivismo, que conside¬ 
ra una expresión de la condenda burguesa fetíchizada. En 
cambio, haciendo una recepción filosófica de Marx, otorga una 
importancia central a la racionalidad apológica, a la racionali¬ 
dad de los valores. A su modo de ver, la acción racional en cuanto 
a los valores pertenece a la condición humana y debe institucio¬ 
nalizarse democráticamente, de tal manera que los valores 
puedan fijarse a través de la comunicación de hombres libres e 
iguales. 

En concordancia oon su gesto ético inicial, y con Kant, 
sostiene que en todo sistema filosófico hay una preeminencia de 
la razón práctica. Toda filosofía es utópica y está impregnada del 
"espíritu de la utopia", porque descansa en la tensión entre el ser 
y el deber-ser. Así, "para todo filósofo el deber asume el signifi¬ 
cado de lo más real: nada puede ser más real que lo bueno y lo 


14 ]. Habennas en su Thzorie et prplique expresa que "la práctica 
estalinista ha aportado la prueba siniestra de que un partido que se organiza 
procediendo de forma instrumental y un marxismo que toma Ía forma degene¬ 
rada de una deuda justificatoria no se completan más que demasiado bien J \ 
Payot, París, 1975, U, p.63. Y Heller, aludiendo al bolchevismo, expone que 
"desde la utopía el socialismo se hizo den da, y la aenria sabe cómo debe ser la 
sodedad: sólo aquellos que están en posesión de la ciencia podrán deddir sobre 
la estructura de la sodedad", PCV, p.112. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


29 


verdadero, o la unidad de ambos" 15 . Aunque no silencia que el 
propio Marx entendía a su obra ante todo como ciencia, y que 
Engels habla incluso de una evolución de la utopía a la ciencia, 
Heller elige a su Marx en tanto que filósofo. Ya que el "deber de 
Marx, su utopía racional, es el comunismo, la sociedad de 
productores asociados en la cual se ha suprimido ía contradic¬ 
ción entre el individuo y la especie humana" 16 , los fenómenos 
de !a alienación. Ahora bien, esta filosofía fue formulada en parte 
como crítica de la economía política y también fue aplicada a la 
teoría económica. Y si su teoría económica es falseable, y en 
muchos puntos ha sido falseada, eso no significa que no sea 
científica, porque eso es lo propio de toda ciencia. Por tanto, lo 
que está en crisis no es la "cien ti fieldad" del marxismo, sino la 
identificación de la denda con una dogmática religiosa, con un 
pretendido "saber único universal" sobre las leyes de la socie¬ 
dad. 

Agnes Heller no se siente personalmente muy cuestio¬ 
nada por esto, al pensar que la genialidad de Marx y la riqueza 
del marxismo estriba en que son susceptibles de múltiples e 
incluso contrapuestas interpretaciones. Es más, en su opinión la 
"crisis del marxismo" está ya presente en la elaboración de Marx 
y le es inherente. Ya que por un lado construyó filosóficamente 


FR, p.16. "Basta con dar una ojeada a la historia de la filosofía: este 
contexto caracteriza cada 'mundo filosófico', cada sistema. Platón compara d 
mundo de las sombras oon el mundo de las ideas; Aristóteles la materia con la 
forma pura; Spinoza descubre en la substancia lo verdadero y lo bueno y a¡ 
mismo tiempo lo genuinamente real, toda existencia individual es tan sólo un 
retazo de dicha substancia... Kant contrapone el Homo fenomenon con el Homo 
m)urru>nün, d primero como fuente dd maf d segundo como origen del bien; 
para Hegel es el hombre, aun involuntariamente, un medio de autoconcxnmien- 
to del más universal y veraz espíritu del mundo..." (p.17). 

16 FR, p. 115. En su Hipótesis para una teoría marxiste de tes valores 
(HTMV), Heller sostiene que "en la obra de Marx se dan axiomas axiológicos 
universales de los que se derivan axiológicamente todos los valores y todos los 
juicios de valor que él acepta. Se trata fundamentalmente de una categoría on- 
tológica primaria (no deiivable empíricamente de otras cosas): la categoría 
riqueza. 'Riqueza' os el despliegue multilateral de las fuerzas esenciales de la 
especie" (p.27). Para una recepción de este libro ver C Elejabdtia: Liberalismo, 
marxismo y feminismo , pp. 45 - 73. 




ALFONSO IUANEZ 


30 


al sujeto de la revolución, al afirmar que el proletariado en tanto 
que clase universal estaba destinado a liberar a toda la humani¬ 
dad. Mientras que, por otro lado, trató de demostrar que las leyes 
económicas, necesariamente, conducirían a una revolución his¬ 
tórico social. Esta contradicción interna, esta doble lógica, es la 
que provocará a continuación las lecturas deterministas y volun- 
taristas del marxismo, como sucedió, por ejemplo, en la oposi¬ 
ción entre Bemstein y Sorel, así como en el intento de reconcilia¬ 
ción de una Rosa Luxemburgo. En todo caso, "la crisis implícita 
del marxismo nace de la imposibilidad de hacer una construc¬ 
ción puramente filosófica del sujeto de la revolución y de la im¬ 
posibilidad de verificar la concepción según la cual el desarrollo 
de las fuerzas productivas conduce necesaria mente a la sociedad 
socialista" 17 . 


Sin escoger simplemente el otro polo de la contradi c- 
rión, Heller critica fundamentalmente la interpretación positi¬ 
vista, que es la más extendida: "Lo que me opone a Marx es que 
yo no veo la 'fuerza motriz' en el desarrollo de las fuerzas 
productivas. Es cierto, sin duda, que las fuerzas productivas 
transforman la estructura sodal (en caso de que se desarrollen), 
pero no necesariamente en la dirección del socialismo" 1B . Por el 
contrario, hoy somos mucho más conscientes de los problemas 
de la modernidad industrial, como el de la relación entre la pro¬ 
ducción y el medio ambiente o el de los límites ecológicos y 
naturales de las fuerzas productivas. Evitando caer en una 
vertiente contraria y subjetivista, retoma, sin embargo, la impor¬ 
tancia de la fijación de valores e ideales desde una lectura 
marxista que se adentra en una teoría de las necesidades huma¬ 
nas. Por eso Heller subraya que "si situamos la base material en 
el sistema de las necesidades, si partimos de las necesidades 
humanas y en particular de la existencia y de la función de las 


37 PCV, P . 11 

13 RVQ p. 138* De manera más contundente dice: 'Trasoíros sabemos 
ya muy bien que la dinámica de la producción industrial no puede ser conside¬ 
rada 'la fuerza revolucionaria' porque no conduce al socialismo sino más bien 
a la destrucción de nuestro mundo, por eso no compartimos esa convicción de 
Marx", CSRD, p. IOS). 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


31 


necesidades radicales, entonces ya no es posible formular nuestra 
teoría en un sentido positivista" 19 . Precisamente porque una 
necesidad radical es de por sí una valoración crítica del mundo 
que imposibilita su satisfacción* Y esta valoración negativa sólo 
puede ser hecha si se presupone, positivamen te, la trascendencia 
de este mundo por otro en el cual se puedan satisfacer las 
necesidades, con lo cual se convierte en un valor que orienta las 
acciones y aspiraciones* 

No obstante, en su profundízación sobre la crisis del 
marasmo en nuestro tiempo, ella destaca tres causas principa¬ 
les* La primera es la aceptación de la idea del pluralismo en el 
seno de la izquierda, que lleva a desconfiar de las posiciones 
monolíticas. De ahí también el desprestigio de una filosofía que 
se institucionaliza en un "ismo" con una teocracia ideológica que 
establece su ortodoxia* Por otra parte, si se pretende que el 
marxismo se ha realizado en eí "socialismo real", resolviendo la 
tensión entre el ser y el deber-ser, y si e! resultado es evaluado 
como un régimen tiránico, surge entonces la sospecha sobre la 
pertinencia del marxismo como tal. Por eso asevera que "no 
habrá oportunidad de acabar con la crisis e instaurar una vía 
renovada -que no será el 'marxismo', sino el pensamiento socia¬ 
lista, junto con su mayor pensador hasta ahora, Karl Marx- 
mi en tras un grupo considerable de izquierdistas occidentales 
consideren que, si bien con matices, esta 'realización del marxis¬ 
mo' es un triunfo y no una derrota devastadora" ^, Finalmente, 
el marxismo debe afrontar creadoramente los retos que provie- 


i* RVC, p. 140* "La necesidad es tina categoría ontológioo-sodal tan 
general, tan primaria como el valor... La necesidad es ana categoría del individuo , 
tuna exigencia interna, una constricción, un ansia de algo. Ese 'algo' (el objeto de 
1a necesidad) es siempre heterogéneo*.. La producción sodal, las objetivadones 
sodales en sf, las reí adones -y- circunstancias sodales han creado la 'esfera de 
posibilidad' que determina el movimiento de las necesidades (HTMV, p* 25). 

20 AÍO, pp*121-122. Y rematan así: "Estamos convenddos dé que 
nuestro problema fundamental, el de Occidente y la izquierda, está inextricable¬ 
mente entretejido con lo que ahora se conoce como 'crisis del marxismo', una 
crisis que debe resolverse posiriflameníe a fin de encontrar una nueva orienta- 
don" (p.127). 





32 


ALFONSO IBAÑEZ 


nen de las corrientes libertarias, del movimiento romántico con 
su defensa de la vida y del medio ambiente y que reprochan a 
Marx su apoyo a la lógica de la industrialización ilimitada, así 
como de la dialéctica negativa de aquellos que rechazan el 
argumento optimista según el cual es posible sacar al mundo de 
su trágica reíficación. 

En este punto entramos ya en lo que quisiera considerar 
aquí, aunque sin excluir otras posibles claves interpretativas, 
como el "hilo conductor" de la lectura helleriana de Marx, tal 
como lo testimonia el libro que le dedica en tomo a la teoría de 
las necesidades. Pero antes de dar este paso parece oportuno 
dejar indicada lamultidimensionalidad que adquiere el "renaci¬ 
miento" del marxismo para Heller y sus compañeros de la 
Escuela de Budapest, que a la postre se muestra como una 
renovación crítica del pensamiento socialista contemporáneo. 
Haciendo una opción de fondo por el humanismo marxista, éste 
se ramifica en diversos abordajes; históricos, antropológicos, 
éticos, estéticos, políticos, etc. La misma obra de Heller, que no 
se detiene en sus primeras elaboraciones éticas y axiológicas, 
sino que también incursiona en el campo de la antropología 
social con sus reflexiones sóbrelos instintos y sentimientos, de la 
vida cotidiana y su transformación, de la crítica de los países del 
Este y de los movimientos sociales y políticos occidentales, da 
cuenta de la amplitud de horizontes que entraña el ubicarse 
dentro de la filosofía radical de Marx para nuestra época. Como 
lo sostiene con mucha convicción; "Marx emplazó la utopía 
raciona] en el futuro inmanente de la humanidad. Este futuro 
inmanente lo propuso en calidad de antagonismo déla forma de 
vida capitalista, lo cual lleva a pensar que el camino de una a otra 
sólo es imaginable como revolución de toda la sociedad" n . 


21 FR,p,117. 


II 

TEORIA DE LAS NECESIDADES HUMANAS 


"La necesidad de un cambio 
radical debe tener sus raíces en 
la subjetividad de los mismos 
individuos, en su inteligencia 
y sus pasiones, en sus pulsio¬ 
nes y sus fines". 

Herbert MARCUSE 





Vale la pena hacer hincapié en esta concepción integral de la 
revolución social, porque es la que sensibiliza a Heller con 
respecto a los problemas de la vida cotidiana. En efecto, la 
transformación de las estructuras económicas y políticas no 
resulta convincente si no significa al mismo tiempo la transfor¬ 
mación del hombre. No basta, pues, la transformación del 
mundo si no se expresa en un cambio de vida, si ésta no edosiona 
en una diversidad de formas y estilos que favorezcan la máxima 
realización de los individuos. Esto es lo que ella deducía de su 
experiencia gris en Hungría y lo que pudo comprobar, más 
tarde, en las aspiraciones de los movimien tos socialesque se pro¬ 
dujeron tanto en el Este como en el Oeste en 1968: "el año del 
optimismo". Relata que así como creía casi excluida la posibili¬ 
dad de que la Unión Soviética interviniera Checoslovaquia, la 
consigna francesa "soyons réalistes, essayons I'impossible", la 
conmovió hasta las lágrimas. Pues en esas jomadas de lucha se 
había configurado una nueva praxis revolucionaria que ya no 
representaba el sentido político-jacobino tradicional, sino que 
había que entenderla como la revolución de la sociedad dvil, de 
las propias formas de vida. 

Ante la dialéctica negativa del solo rechazo total de un 
mundo de opresión, aparecía una "dialéctica positiva" bajo la 
forma de un ideal de lo nuevo: era 'la utopía materializada". 
Dada la magnitud y profundidad de las expectativas que entra¬ 
ban en juego, le pareció que no podía tratarse de un simple 
"conflicto de intereses", al fin y al cabo parciales y susceptibles 
de aceptar una componenda. Por eso señala que 'llegué así, en 
suma, a la idea de que había que distinguir entre intereses y 

35 





36 


ALFONSO JBAÑEZ 


necesidades; la teoría de las necesidades me vino inspirada por 
los movimientos de 1968" L No por casualidad otros intelectua¬ 
les marxistas que respiraron el mismo clima y se movieron en el 
mismo contexto, como Sartre, Marcuse o Lefebvre, se dieron 
cuenta de la importancia de efectuar una tematización sobre las 
necesidades humanas. Muy especialmente Herbert Marcuse, 
desde su crítica del ''hombre unidimensional" y de la reificación 
cuasi total de la sodedad de la opulencia y el consumo, sostenía 
por aquel entonces que "la ruptura con el conservador contí- 
nuum autopropulsor de tas necesidades, debe preceder a la 
revolución que ha de desembocar en una sociedad libre" 1 2 . 

Según Marcuse, el cambio radical que transformará la 
sodedad existente en una sociedad libre, debe penetrar en una 
dimensión de la existencia humana apenas considerada en la 
teoría marxista: la dimensión "biológica", que es donde las 
necesidades y satisfacciones vitales e imperativas del hombre se 
afirman a sí mismas. "En la medida en que estas necesidades y 
satisfacciones reproducen una vida de servidumbre —dice él-/ 
la liberación presupone cambios en esta dimensión biológica, es 
decir, diversas necesidades instintivas, diversas reacciones del 
cuerpo tanto como de la mente" 3 . Ahora bien, si Heller recoge 
con atención la problemática/ rehúsa en cambio el "fundamento 
biológico" del programa marcusiano. Como lo advierte en su 
introducción a una antropología social marxista/ refutando el 
naturalismo racionalista de Fromm, ese otro gran lector de 
Freud, "yo también sostengo que la libertad—al menos en cierto 
sentido—está efectivamente 'incorporada' al organismo huma¬ 
no, pero no como 'interés vital' sino en el sentido de que el 


1 RVC, p.l3L 

2 H. Marcuse, Un ensayo sobre k liberación , Ed Joaquín Mortíz, México, 
1969, p. 26. AI final de su vida escribió que "la componente determinista de la 
teoría marxista no resideen su concepción de la relación entre existencia social 
y conciencia, sino en una nodón reductora de la conciencia que pone entre 
paréntesis el contenido particular de la conciencia individual y, por ahí, el 
potencial revolucionario de la subjetividad" . La dimensión esthéti^.Seuil, 1979, 
p.18. 

3 ün ensayo sobre la liberación, p. 24. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


37 


hombre no es un ser gobernado por el instinto. Reducción del 
gobierno instintivo: este es, según mi opinión, el único concepto 
biológico razonable de la libertad humana" 4 . 

Agnes Heller manifiesta su desacuerdo con la corriente 
freudo-marxista, no tanto por su propensión naturalista como 
por hacer una fusión sincrética dedos filosofías distintas y hasta 
antagónicas: "La filosofía de Freud es pesimista, mientras que 
Marx trata de establecer una cultura de la evolución de la 
humanidad" 5 . Sin dejarse seducir por esta combinatoria/ su 
opción personal es muy clara y se orienta a hacer una recepción 
filosófica de Marx. La filosofía es, también, sobre todo en el 
momento actual, una necesidad radical, pues presupone que no 
consideremos a lo dado ya como un dato insuperable, sino que 
estemos dispuestos a transformarlo. De ahí que frente a la 
racionalidad instrumental, que carece de utopía, 'la función de 
la filosofía consiste—considerada en general—en la satisfacción 
de la necesidad de racionalidad axiológica" 6 . Colocada así en la 
perspectiva de la utopía racional de Karl Marx, recalca que la 
máxima idea de valor es "la riqueza humana". La realización de 
este ideal implica aboliría alienación, que en la visión filosófica 
de Marx quiere decir que cada individuo llegue a ser idéntico a 
la especie. Como esta identidad absoluta no le parece factible, 
Heller rcformula la propuesta de la siguiente manera: "La alie¬ 
nación se habrá abolido, se podrá hablar de una 'humanidad 

4 A. Heller. instinto, agresividad y carácter (IAO, p.25. "Nuestra cons¬ 
titución biológica, en lo que afecta a la conducta humana, es muy plástica... B 
sistema de necesidades tiene precondiciones y límites biológicos, pero no viene 
contenido en ningún código genético ni se hereda con él. Tenemos, pues, 
completa libertad para, partiendo de las precondiciones biológicas, elaborar un 
sistema de necesidades completamente nuevo" (RVC, p-144). 

B PCV, p.28. Lo cual no quiere dedr que desconozca los aportes 
emancípatenos de Freud y el psicoanálisis (CL ATO, p. 258, donde comenta la 
interpretación de C. Castoríadis). 

é FR, p.44. En su Sociología de k vida cotidiana (5VC), A. Heller 
especifica que "la filosofía es necesaria a todo individuo, y tanto más cuando la 
religión ha dejado de ser vehículo de la moral y de la imagen del mundo. Es 
necesaria porque el individuo, dado que vive, quiere saber 'por qué', por qué 
razón, para qué fin vive él La filosofía puede desfetichizar d mundo en el que 
vive el hombre explicándole en qué tipo de mundo vive y cómo puede vivir en 
él io más sensatamente posible" íp. 208). 





38 


ALFONSO IBANEZ 


socializada', cuando todos los hombres, cada uno en particular, 
tenga una relación consciente para con el género humano " 7 . 

En consecuencia, hay que aspirar a que el despliegue de 
la riqueza de la especie humana y el desarrollo de la riqueza de 
la personalidad se establezcan simultáneamente, coincidiendo 
en la comunidad de los hombres libres. Ahora bien, este deber- 
ser responde en Marx a dos lógicas diferentes. Por un lado estaría 
una teoría de la contradicción de tipo hegeliano, basada en el 
deber como necesidad social, en la que se conjetura un avance 
natural al comunismo. Por otra parte, la crítica de toda sociedad 
fundada en relaciones de subordinación conducea que la praxis 
humana sirva de mediadora entre ser y deber. Adoptando esta 
segunda concepción es como Heller erige su concepto de nece¬ 
sidades radicales. De una necesidad no natural, sino histórica, a 
partir de las contradicciones del presente. Y si hay en ella un 
retomo a Marx, es para ir más allá que él, respondiendo a las 
urgencias prácticas y teóricas de nuestro aquí y ahora. Ocurre 
como si se hiciera eco de las palabras de Lefebvre quien, interro¬ 
gado por "Le Monde", expresa: "Usted no encontrará la cotidia- 
neidad, la modernidad, en la obra de Marx. No encontrará 
tampoco lo urbano, lo mundial. En cambio, encontrará en Marx 
el estudio de las necesidades, la teoría de la alienación, de la 
mercancíay su generalización. Hay que retomar estos conceptos 
en su raíz, a la base, y utilizarlos actualizadamente"®. 

Aunque Heller no abandona nunca la temática del 
valor,que incluso constituye el rasgodistintivodesu marxismo, 
con la problemática de las necesidades humanas adquiere su 
fundamento materialista. La cuestión del valor, sin un soporte 
material, corre el riesgo de deslizarse hacia consideraciones de 
corte puramente ontológico o esencialista sobre la naturaleza 
humana. Emprendiendo el proyecto filosófico de una antropo¬ 
logía maixista general, que luego tendrá otros desarrollos, la 
profundización en las necesidades humanas le permite realizar 
análisis teóricos e históricos que le abren, a su vez, a una nueva 

7 FK, p.124. 

® Entretíens anee Le Monde. Idees contemporaines. La Découverte/Le 
Monde, p.162. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


39 


comprensión de la práctica política. Pero entremos ya en una 
lectura de la Teoría de las necesidades en Marx, no para hacer un 
estudio minucioso, sino para indicar la originalidad del aborda¬ 
je. Esta salta a la vista desde el primer momento, cuando en las 
primeras hojas trata de demostrar por qué, según Marx, la 
reducción del concepto de necesidad a la necesidad económica 
constituye una expresión de la alienación capitalista. Sociedad 
en la cual el fin de la producción no es la satisfacción de las 
necesidades, sino la valorización del capital, y donde la necesi¬ 
dad sólo aparece en el mercado bajo la forma de demanda 
solvente*. 

A continuación, Heller deja bien sentado que la "socie¬ 
dad de los productores asociados" no se distinguirá del capita¬ 
lismo por el incremento constante de la productividad, gradas al 
desarrollo de las fuerzas productivas, sino porque posibilitará 
que los hombres partidpen de los bienes conforme a sus necesi¬ 
dades, que no tienen que limitarse a los bienes materiales, 
justamente porque la reestructuración del sistema de necesida¬ 
des permitirá dirigirlas hada las "actividades superiores", espe- 
dalmente a los otros hombres entendidos no como medios sino 
como fines. Es que en la tendencia principal de sus obras, Marx 
considera a los conceptos de necesidad como categorías extrae- 
conómicase histórico-filosóficas, "como categorías antropológi¬ 
cas de valor" 10 . Ya que para poder analizar las categorías econó¬ 
micas del capitalismo en tanto que categorías de necesidades 
alienadas, debe institu ir primero la categoría de valor del "siste¬ 
ma de necesidades no alienadas". En esta óptica, Heller señala 
enfáticamente que "para Marx el presupuesto de la riqueza 
'humana' constituye sólo la base para la libre efusión de todas las 
capacidades y sentimientos humanos, es decir, para la manifes¬ 
tación de la libre y múltiple actividad de todo individuo. La 
necesidad como categoría de valor no es otra cosa que la necesi¬ 
dad de esta riqueza" 11 . 

* A. Heller. Teoría de tas necesidades en Marx (TNM), pp. 24-25. 

10 TNM, p26. 

11 TNM, p.40.Cf. HTMV, pp.30-32. 






4Ü 


ALFONSO IbAÑEZ 


Según Heller, sin premisas de valor Marx sería un crítico 
inmanente del capitalismo, pero sin una investigación inmanen¬ 
te sería un anticapitalista romántico. Por eso en él se pueden 
encontrar ambos movimientos. Ya desde los Manuscritos del 44 y 
La ideología alemana , estima que la génesis del hombre no es en el 
fondo más que la génesis de sus necesidades, donde el objeto 
más elevado do la necesidad humana es el otro hombre. Ahora 
bien, en el problema de la alienación de las necesidades, que es 
el núcleo del análisis filosófico de las necesidades, Marx se sirve 
del criterio valora ti vo del "hombre rico en necesidades", Cons^ 
tracción conscientemente filosófica, pues hasta ahora nunca ha 
existido empíricamente este hombre, pero que corresponde a la 
"esencia humana", Para precisar este concepto, que tiene que ver 
con la riqueza humana, Heller se remite al estudio de Gyorgy 
Márkus sobre la antropología de Marx, Este integrante del 
círculo de Budapest argumenta que el "ser genérico" del hombre 
está constituido por su universalidad, conciencia, sociabilidad, 
objetivación y libertad. De tal manera que "la historia es el 
proceso de creación y continuada formación del hombre por su 
propia actividad, por su propio trabajo, en el sentido de una 
universalidad y una libertad crecientes, y la característica pri¬ 
mordial del hombre es precisamente esa autoactuación que 
forma su propio sujeto" 12 . 

Lo que diferencia al hombre como ser social, del mundo 
animal, son las posibilidades que se abren a la especie en sí, 
según su ser genérico. Sin embargo, no hay que olvidar que el 
despliegue de la esencia humana acontece en el seno de la 
alienación misma y ella establece las condiciones para la realiza¬ 
ción deí hombre "rico en necesidades”. De ahí que Heller reto¬ 
me el análisis de Marx sobre la alienación de las necesidades en 
el capitalismo, destacando cuatro puntos. Primeramente, que en 
la situación de enajenación de la riqueza, todo fin se con vierte en 
medio y viceversa. Esta "inversión" provoca que el otro hombre, 
ese fin máximo, se vuelva un medio para la satisfacción de fines 
privados, de la propia avidez. De este trastocamiento entre 

12 G. Márkus. Marxismo y " antwpúlogía ", p,54. Heller se remite con 
frecuencia a este trabajo. Cf. HR, pp.28-29; IAC, pp. 87-94, 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


41 


medios y fines se desprende todo el fenómeno de la "manipula¬ 
ción de las necesidades", cuyo descubrimiento corresponde a 
Marx, "Dado que e! fin no es el desarrollo múltiple del indivi¬ 
duo, dice Heller, el particular se convierte en esclavo de ese 
conjunto restringido de necesidades"Y si hay un rasgo que ca¬ 
racteriza al fetichismo mercantil del capitalismo mas avanzado 
es, justamente, la generalización de las necesidades manipula¬ 
das en función de la reproducción del sistema. 

En segundo lugar, si las necesidades dirigidas a la 
posesión de bienes pueden aumentar infinitamente, este incre¬ 
mento es de carácter cuantitativo. El mundo de las necesida¬ 
des humanas, cualitativo en su conjunto, escuantificadoen el ca¬ 
pitalismo, que hace de él un pseudovalor de cambio y lo toma 
"adquirible". Por eso, como tercer punto, la forma de expresión 
más significativa del empobrecimiento de las necesidades (y 
capacidades) es su reducción y homogeneizadón a la sola nece¬ 
sidad del tener. Finalmente, ella defiende que el "interés", ya sea 
individual o general, no constituye una categoría filosófico- 
social de Marx. No fue conocida tampoco por los hombres 
antiguos ni por los medievales, puesto que "refleja el punto de 
vista de la sociedad burgu esa" y es ahí donde se identificará con 
la categoría de utilidad. ¿Por qué esta polémica conceptual? 
Quizá lo mejor sea citar a Heller cuando aclara que "la diferenda 
no es de naturaleza cuantitativa sino cualitativa. La lucha sala¬ 
rial que, como hemos visto, permanece en el ámbito del capita¬ 
lismo, del 'sistema de intereses', es cualitativamente distinta de 
la lucha por la superación del sistema salarial en su conjunto, 
misión histórica de la clase obrera, motivada ya no por el interés 
sino por las necesidades radicales" 14 . 


TNM r p.58. Desde su propia interpretación filosófica, Míchel 
Henry da una gran importancia a la sustitución del valor de uso por el valor de 
cambio que se produce en el capitalismo: "Esta emergencia del valor de cambio 
y la abolición del valor de uso, la sustitución de la primera a la segunda, no 
significa otra cosa que la inversión de la teleología de la vida. Antes mismo de 
que sea objeto de un análisis explícito, el capital está ya condenado" Marx, 
Gallimard, 1976, t.Il, p.B4 
u TNM, p.76. 






42 


ALFONSO IBANEZ 


Luego Heller arremete contra el concepto de "necesidad 
social", que Marx habría empleado en diversos sentidos y con 
muy poco rigor intelectual. Pero lo que de veras le preocupa es 
la identificación de la categoría de "interés social" con el de la 
"necesidad social", que sirve para legitimar un tipo de ordena¬ 
miento social completamente ajeno a la concepción de Marx. Ya 
que si la denominada "necesidad social" es más general y 
elevada que la "personal", por lógica esta última deberá subor¬ 
dinarse a la primera. Además, si las "necesidades sociales" son 
"verdaderas", auténticas necesidades de los hombres particula¬ 
res, resulta que las personas que no manifiestan necesidades de 
este tipo es porque "todavía no han reconocido" sus "verdade¬ 
ras" necesidades. Sin embargo, y ahí viene la pregunta impor¬ 
tante: ¿quién debe decidircuáles son las "verdaderas" necesida¬ 
des de los hombres? La respuesta no se hace esperar. Esta tarea 
corresponde a los representantes de las llamadas "necesidades 
sociales", que en la práctica pertenecen a lascapas privilegiadas 
o dominantes de la clase obrera o de la sociedad en su conjunto. 
"Los 'representantes' de las 'necesidades sociales' —anota— se 
encargan entonces de decidir las necesidades de la mayoría y 
persiguen sus presuntas 'necesidades no reconocidas', en lugar 
de las propias y efectivas" 15 . 

Aunque Heller no lo explícita en este texto, sus dardos 
apuntaría los regímenes del "socialismo real", locual explica por 
qué este volumen no ha podido pasar la censura oficial de 
Hungría. Ella admite que Marx se refiere a veces a necesidades 
"reales" o "imaginarias", pero nunca a necesidades "inconscien¬ 
tes" o "no reconocidas". Por lo demás, "donde existen necesida¬ 
des 'no reconocidas' hay también 'educadores' que 'hacen cons¬ 
cientes' a los hombres de sus necesidades 'no reconocidas'. 
Como es sabido, Marx ha rechazado el concepto de necesidad 
'no reconocida' ya en las Tesis sobre Feuerbach, donde considera 
a la categoría como lo que es: una categoría de la ilustración" 15 . 
Si el capitalismo más desarrollado se expresa en la manipulación 

15 TNM, p,78. 

16 TNM, p.79. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


43 


de las necesidades, el despo tismo ilustrado, que caracteriza a los 
países del Este, es entendido por la Escuela de Budapest como un 
sistema de dictadura sobre las necesidades humanas. Por ello 
Perene Fehér especifica que "la sociedad ideológica de la dicta¬ 
dura sobre las necesidades reposa sobre tres principios funda¬ 
mentales: la abolición de la explotación , una dirección racional de la 
vida social (superior a la racionalidad del mercado capitalista) y 
el rol dirigente de la élite que gobierna la planificación, depositaría del 
'bien público' y encamación del poder de la clase obrera" 17 . 

Por contraste con esta planificación paternalista y bu¬ 
rocrática de las necesidades, Marx pensaba que en la sociedad de 
los "productores asociados" sólo otras necesidades ponían lími¬ 
te a las necesidades humanas. Pues "cuando cesa el dominio de 
las cosas sobre el hombre, cuando las relaciones ínterhumanas 
no aparecen ya como relaciones entre cosas, entonces toda 
necesidad es gobernada por la 'necesidad de desarrollo del 
individuo', la necesidad de autorrealización de la personali¬ 
dad"’ s . Por eso Marx asigna al comunismo un valor positivo que 
debe ser plasmado en la realidad. Como ya lo he adelantado, 
esforzándose por superar el carácter de subjetividad del deber, 
explora en dos lógicas distintas de la contradicción. El hecho dé 
que en Marx convivan dos leonas mutuamente excluyentes, 
Heller no lo ve como un defecto de su pensamiento, sino como 
una clara demostración de su genio. En todo caso habría un 
modelo hegeliano", donde el modo de producción capitalista 
hace surgir su propia negación con la necesidad misma de un 
proceso natural, según las leyes económicas. Mientras que, por 

17 MD, p.96. F. Fehér nombra cuatro características de la dictadura 
sobre las necesidades: 1) La sociedad entera se ha convertido en un conglome¬ 
rado de trabajadores asalariados. 2) La fuerza de trabajo está sujeta completa¬ 
mente a la élite planificadora. 3) Los trabajadores no tienen posibilidad alguna 
para manifestar sus necesidades de libertad. 4) Todos los objetivos sodales 
deben planificarse de tal manera que se ajusten plenamente a la determinación 
autoritaria del sistema de tas necesidades humanas (pp.98-10!). Para profundi¬ 
zar en esta importante concepdón de la Escuela de Budapest consultar la obra 
colectiva de F. Fehér-A. Heller-G Márkus: Dictadura y cuestiones so ciale s (DCS). 

Cf. Mojmir Krizan, Ebcrhard Kiesche. "Nueva crítica a los sistemas 
socialistas de Europa Oriental: La Escuela de Budapest". 

18 TNM, pJS. 




44 


ALFONSO 1BAÑEZ 


otro lado, en el "modelo fichteano", el deber es objetivado, ya no 
en "ley natural", sino en deber colectivo. Puesto que la alienación 
burguesa despierta en las masas proletarias necesidades que 
encaman ese deber y que tienden a trascender ese sistema en di¬ 
rección del comunismo. 

A diferencia de Engels, quien se habría movido sobre 
todo dentro de la primera lógica, Heller escoge la segunda, 
donde "ninguna fuerza pseudonatural se hace valer a espaldas 
de los hombres: de las posiciones de la teleología colectiva 
"emerge" lo que los hombres pretenden verdaderamente"' 9 . En 
efecto, la necesidad déla "transición" no está garantizada por ley 
natural alguna, que funcionaría como una suerte de "dios ocul¬ 
to", sino por las "necesidades radicales" y la praxis histórica de 
los hombres. De ahí que Heller muestre que la noción de necesi¬ 
dades radicales está presente en la obra de Marx desde la 
Contribución a la crítica de la filosofa del derecho de Hegel, cuando 
observa que "una revolución radical sólo puede ser una revolu¬ 
ción de necesidades radicales". Un hilo conductor de su elabora¬ 
ción posterior sería la convicción de que las necesidades radica¬ 
les nacen de algún modo del trabajo. Por eso en El Capital, pero 
también en otros lugares, la necesidad del tiempo libre aparece 
como una necesidad elemental porque supera en todo momento 
los límites de la alienación. Lo mismo puede decirse de la 
necesidad de universalidad, de un desarrollo omnilateral de los 
individuos, porque las "máquinas" que dominan en la sociedad 
capitalista exigen el despliegue de la universalidad de las capa¬ 
cidades. 

Comentando los Grundrisse, que es donde la idea de las 
necesidades radicales tiene un carácter más general, Heller 
recuerda que la sociedad capitalista es antinómica porque la 
riqueza del género y la pobreza del individuo se fundamentan y 
reproducen recíprocamente. La necesidad de resolver la antino- 

19 TNM, p.103. En vez de un "modelo fichteano" quizá habría que 
hablar de un estilo "spinoziano", al menos en la lectura de A. Negri para quien 
"Spinoza nos restituye el mundo como el territorio de una construcción alegre 
de necesidades inmediatamente humanas". Esta "filosofía de las necesidades 
iría en el sentido de los planteamientos de H. Marcuse y A. Heller. L'anomaik 
s auvage, PUF. 1982, p.326. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


45 


mia y la acción correspondiente se constituyen en el deber 
colectivo, en la "conciencia clara" o plena. Concepto que equiva¬ 
le a la categoría de "conciencia atribuida", que Lukács empleó 
en su Historia y conciencia de clase, y que Luden Goldmann 
tradujo, posteriormente, como "conciencia posible" para dife¬ 
renciarla de la empírica. No obstante la necesidad de superar la 
alienación, ella reconoce que "hasta el momento la historia no ha 
dado respuesta a la pregunta de si la sodedad capitalista produ¬ 
ce realmente esa 'conciencia clara', que Marx tuvo indudable¬ 
mente que 'construir' porque en su tiempo no existía" 20 . Cues¬ 
tión que queda, por otro lado, virtualmente respondida cuando 
refiere que en la actualidad somos testigos directos del surgi¬ 
miento de las mencionadas "necesidades radicales", y que el 
hecho de que su portador no sea exdusivamente la clase obrera 
no disminuye la grandeza de Marx. 

La lectura de Heller desemboca en el "sistema de nece¬ 
sidades" que deberá tipificar a la sociedad de los "productores 
asociados". Sodedad en la que son satisfechas las necesidades 
radicales para erigir en tomo a ellas una nueva estructura de las 
necesidades. No entraré en el detalle de sus indagaciones, que si¬ 
guiendo los textos marxianos se organizan alrededor de estas 
preguntas: "a) ¿Se desarrolla la producción?; b) ¿En qué medida 
el desarrollo de la producción representa el crecimiento de la 
'riqueza sotíal'?; c) ¿Existe división del trabajo?; d) ¿Existe o no 
trabajo necesario y plusvalía?; e) ¿Cuáles son las propordones 
entre producción de bienes de consumo inmediato por un lado 
y medios de produedón de bienes indispensables para la 'satis¬ 
facción social de las necesidades' por otro?" 21 . Heller pone espe- 

20 TNM, p.113. A.Gorz dice que "el problema que está planteado 
ahora es el siguiente: ¿conducirá la tercera revolución industrial a la sociedad 
del paro ó a la sociedad dd tiempo libre? ¿Conseguirá liberar a los seres 
humanos de los trabajos mutiladores, o los mutilará aún más, reduciéndolos a 
la inactividad forzosa? ¿Conducirá a una nueva edad de oro, en la que trabaja¬ 
remos cada vez menos disponiendo, al mismo tiempo, de una creciente masa de 
riquezas, o condenará, más bien, a unos aü paro y a otros a la hiperproductivi¬ 
da d? Estos interrogantes están planteados hoy en todos los países 
industrializados". Adiós al prokterindo, El viejo topo, 1982, p-144 

21 TNM, p.121. 



4<j 


ALFONSO IBANEZ 


cial atención al discurso de Marx en sus diferentes direcciones, 
no siempre compatibles entre sL Como ejemplo cabe aludir a que 
la necesidad del trabajo y su conversión en necesidad vital no 
poseen el mismo significado. En los Grundrisse, la alienación del 
trabajo es superada y deviene en "travail attractif", autorrealiza- 
dor. En El Capital, en cambio, aunque la alienación es igualmen¬ 
te superada, el trabajo permanece confinado al "reino de la ne¬ 
cesidad", porque "al otro lado de sus fronteras comienza el 
despliegue de las fuerzas humanas que se considera como fin en 
sí, el verdadero reino de la libertad". 

Sin embargo, en ese famoso pasaje Marx advierte tam¬ 
bién que dicho reino "sólo puede florecer tomando como base 
aquel reino de la necesidad". Esfera en la que se plantean los 
problemas de la producción y reproducción material, y donde 
surgen preguntas como las que son evocadas más adelante; 
¿Quién dispone el reparto de las capacidades productivas? 
¿Quién decide cuánto tiempo debe corresponder a la producción 
de bienes que sirven para el disfrute inmediato? La respuesta de 
Marx es que cada uno, en cuanto participa de un mundo de 
"individuos asociados". Pero, ¿cómo? Heller escribe que "a esta 
pregunta Marx no responde, puesto que no se la ha planteado. 
Para nosotros, por el contrario, en nuestra época, la pregunta ha 
alcanzado quizás una importancia decisiva. La elaboración de 
los modelos relativos es por consiguiente la cuestión central del 
marxismo contemporáneo" 22 . No por azar tampoco se pregun¬ 
ta sobre "cómo se debe disponer el reparto délas especialidades 
productivas". Es que para él, en la sociedad futura no existirán 
intereses grupales ni contrastes de intereses, porque el "único 
interés común", fuera de satisfacer las necesidades existenciales, 
que jugarán un papel subordinado en la estructura de necesida¬ 
des, será la reducción del tiempo de trabajo. 

Expresándose hegelianamente, Hel 1er concluye que "en 
la sociedad marxista de los 'productores asociados' la esfera del 
'espíritu objetivo' desaparece. No encontramos en ella ni sistema 
de derecho ni instituciones o política. Incluso lo que permanece 

22 TNM,pp-150-151. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


47 


de la esfera del 'espíritu objetivo' de la sociedad clasista viene 
transferido a la esfera del 'espíritu absoluto'... el 'espíritu del 
mundo no sólo se reconocerá en el arte y en la filosofía, sino en 
cualquier relación humana, y por consiguiente, cada individuo 
será representante de la conformidad, con respecto al género, 
hecha consciente y realizada, y así, reconociendo en todo hom¬ 
bre el mismo carácter, se situará como tal en relación con 
aquél" 25 . Con la desaparición de ia legalidad y de las demás in¬ 
stituciones no se esfuman las objetivaciones, ya que las necesida¬ 
des siempre van dirigidas a objetos. Sucede más bien que toda 
objetivación pertenece al "espíritu absoluto", y de ahí la impor¬ 
tancia del "tiempo libre" y del "ocio" en el comunismo. Puesto 
que en las objetivaciones para sí, como son las artísticas, se 
desarrolla la verdadera riqueza del hombre que satisface necesi¬ 
dades cualitativas diferentes y no cuantificables. Pero como el 
objeto para sí de las necesidades puede ser también el otro 
hombre, entonces "el hombre rico es el hombre rico en relaciones 
humanas". 

Aquíbrota la cuestión de si la necesidad delotro hombre 
significa, a su vez, la necesidad de la comunidad. Heller constata 
que la idea de la comunidad, central en las obras juveniles, pasa 
a un segundo plano en las posteriores. Una razón de ello sería 
que, estudiando el desarrollo capitalista, Marx otorga mayor 
énfasis al rasgo positivo de la disolución de las comunidades 
na turales del pasado. De otro lado, la presencia de la comunidad 
en la sociedad futura le resultaría tan evidente que no la discute 
por separado. De cualquier modo, citando la carta de 1881 a Vera 
Zasulich sobre las prerrogativas de la comuna rural rusa, ella 
anota que "Marx se angustiaba por la disolución de las comuni¬ 
dades existentes en cuanto las reconocía y apreciaba como 
embriones de la forma de relación (o integración) destinada a 
devenir universal en el comunismo" 24 . Pero no hay que olvidar 
que la vida cotidiana del hombre de la sociedad futura no estará 
organizada en torno al trabajo productivo, sino en función de 
aquellas actividades y relaciones humanas que conforman el 
género para si. El estimaba este cambio de estructura de necesi- 

23 TNM, pp.151-152. 

24 TNM,p.i57. 



48 


ALFONSO 1BAÑEZ 


dades como algo "obvio" y "natural", descuidando los proble¬ 
mas actuales de la transición. Motivo por el cual, "Engels ha 
hablado orgullosamente de la evolución del socialismo de la 
utopía a la ciencia. Hoy no puede negarse que esta ciencia 
contiene no pocos elementos utópicos" 25 . 


25 TNM, p.158. 


III 

NECESIDADES, UTOPIA Y REVOLUCION 


"Los seres humanos son úni¬ 
cos, y en este sentido no son 
iguales, no pueden ser iguala¬ 
dos ai otra cosa que no concier- 
rtaala búsqueda de la felicidad, 
es decir, la satisfacción de sus 
múltiples necesidades". 

Agnes HELLER 








A pesar de que Marx elabora una especie de modelo "puro" 
sobre la sociedad comunista, éste no pierde su significado deci¬ 
sivo. Pues como lo enuncia Emst Bloch, existen utopías produc¬ 
tivas e improductivas, y las ideas de Marx expresan la más bella 
aspiración déla humanidad madura: "Instituyen una norma con 
la que podemos medir la realidad de nuestras ideas y su valor, 
mediante la que podemos determinar ia limitación de nuestras 
acciones" 5 . La productividad de esta norma valorativa se puede 
verificar en la recepción que hace Heller de la filosofía radical de 
Marx, superando el paradigma marxista tradicional de la "pro¬ 
ducción", fijado en el desarrollo de las fuerzas productivas, con 
la temática de las necesidades humanas. Sin embargo, este 
rebasamiento no deja de suscitar algunos cuesfionamientos. 
Castoriadis, por ejemplo, interrogado sobre la contribución de la 
Escuela de Budapest, manifiesta que no cree que la noción de 
necesidad sea muy fecunda para la elucidación délos problemas 
sociales y políticos. Esto porque "a partir de un 'mínimo ani¬ 
mal'... las necesidades son, cada vez, una fabricación social. Es el 
problema que Marx esquivaba cuando retomaba la fórmula: 'a 


1 TMN, p, 158. Pues como ella indica en otro lugar, "la filosofía sólo 
puede hacer una cosa: puede dar una norma ai mundo y pretender que ios 
hombres quieran darte un mundo a te norma. Tiene que darse por supuesto que las 
normas de k filosofía coinciden con las necesidades de los hombres, y ella por 
su parte tiene que presuponerlo cuando menos, puesto que ha elaborado sus 
normas en relación con las necesidades existentes"' (FR, p*I48). 

51 









52 


ALFONSO ÍBANLZ 


cada cual según sus necesidades'. ¿Qué necesidades? ¿Y quién 
las define? ¿Cada uno, soberanamente? Es absurdo" 1 2 . 

En el ensayo donde discutiendo el concepto de justicia 
en Marx, habla de é! como del "profeta libertario", Heller da la 
razón en cierta manera a Castoriadis, Allí afirma que la grandeza 
de Marx estriba en su incondicional insistencia en la libertad 
como valor supremo de la modernidad. Pero ya que los valores, 
como conjuntos simbólicos, configuran estructuras de necesida¬ 
des, "el principio 'a cada cual según sus necesidades' está vacío 
si no sabemos de qué dase de necesidades o de estructuras de ne¬ 
cesidades estamos hablando" 3 . La libertad como único valor 
conformaría seres humanos "ricos en necesidades", como lo 
quería Marx, pero también sujetos de necesidades ilimitadas. 
Sobre todo en una modernidad en la que, como lo señaló Weber 
con perspicacia, "los hombres mueren insatisfechos". Por ello 
destaca que los valores, las visiones del mundo y las institucio¬ 
nes, delimitan el ámbito de las necesidades individuales, pues 
éstas son canalizadas por los modos de vida y se mueven en su 
horizonte. "Nuestro punto de partida, acota, serán comunidades 
diversas cada una de las cuales presentará modelos evaluados de 
la buena vida adaptados a una estructura particular de necesida¬ 
des, permitiendo contemplar así el mayor ámbito (pero, cierta¬ 
mente, un ámbito limitado) de variación individual en las prefe¬ 
rencias entre necesidades" 4 . Por tanto, los individuos podrán 
elegir y abandonar libremente una forma de vida, pero ninguna 
de éstas puede ser completamente individual. 

De otro lado, Heller observa que no hay que confundir 
entre provisión de medios para la satisfacción de necesidades y 
la satisfacción misma, porque la provisión de medios depende 


1 C. Castoriadis. Le carrepur du kbrynlhe II. Domaines de 1'homme. 

Senil, París, 1986, p24. 

3 a, p.232. "Castoriadis está, así, en lo cierto cuando observa que el 
principio marxiano 'a cada cual según sus necesidades* implica el mismo tipo 
de Tcéinsarmda que tan vehementemente rechazaba Marx en el caso de Ricardo" 

(p.233). 


* d, p.233 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


53 


de la justicia mientras que la satisfacción de las necesidades no. 
En la Crítica del Programa de Gotha, Marx decía que en condiciones 
de abundancia, la sociedad podrá "inscribir en sus banderas: ¡a 
cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesida¬ 
des!" Heller piensa que no hay que interpretar esta consigna 
como un "principio constitutivo", sino más bien como un "prin¬ 
cipio regulador" de la justicia distributiva. Ya que si se reconoce 
a todas las necesidades por igual, pero no existen los medios para 
la satisfacción simultánea de todas, como suele suceder, enton¬ 
ces compete a los miembros de la sociedad el tomar decisiones 
acerca de las prioridades según normas y reglas de justicia 
política. Aunque la abundancia es siempre una noción relativa, 
en la perspectiva hellcriana el reconocimiento de todas las nece¬ 
sidades humanas resulta una "idea reguladora" fundamental, 
porque sin ella no se puede efectuar el reconocimiento de la 
dignidad humana ni el ejercicio de la democracia radical. Idea 
que sirve incluso como un "principio de equidad" en la regula¬ 
ción de la distribución, no sólo en una situación de abundancia 
relativa, sino también en medio de la escasez absoluta. 

En base a este reconocimiento principista de todas las 
necesidades, Heller se opone a las categorías de "verdadero" o 
"falso" aplicadas a las necesidades, pues implican una confron¬ 
tación entre necesidades reales e imaginarias. Toda distinción 
entre verdaderas o falsas necesidades, fundada en una teoría del 
fetichismo, presupone que la persona que juzga se coloca por 
encima déla sociedad. Y dado que las necesidades humanas son 
determinadas históricamente, no existe un criterio objetivo para 
dividirlas en "reales" e "irreales". Pero el asunto se vuelve 
francamente peligroso cuando ya no es un teórico aislado, sino 
un sistema social institucionalizado el que se arroga el derecho 
de hacer esta selección. Evocando a las "sociedades de tipo 
soviético", subraya que así es como se instaura una dictadura 
sobre las necesidades: "El poder sólo permite la satisfacción de 
las necesidades que él estima reales. La satisfacción de todas las 
otras necesidades no es asegurada y, además, todas lasaspiracio- 
nes a la satisfacción de las necesidades no reconocidas son 


V 







54 


ALFONSO 1BAÑEZ 


reprimidas" 5 . Por consiguiente, todas las necesidades sentidas y 
formuladas conscientemente por los hombres, y que desean ver 
satisfechas, deben ser consideradas como reales. 

Ahora bien, aunque se admita la validez de todas las 
necesidades y la legitimidad de su satisfacción, ésta última no se 
puede realizar de inmediato y a la vez. Por eso, en opinión de 
Heller, "se trata de crear una estructura en la cual las fuerzas 
sociales que representan necesidades tan reales como las otras 
decidan en el curso de un debate democrático, y sobre la base del 
consenso, qué necesidades deben ser satisfechas primero" 6 . Otra 
es la tónica, sin embargo, cuando se acomete la diferenciación 
entre necesidades "buenas" y "malas". Porque si necesidades 
como las de oprimir, humillar o explotar a los o tros hombres, son 
bien reales, no por eso resultan aceptables. Para establecer un 
criterio de discernimiento busca una norma moral, recurriendo 
a la razón práctica de Kant: "Si se acepta el imperativo kantiano 
según el cual el hombre no debe ser transformado en un simple 
medio, excluimos por ahí el reconocimiento y la satisfacción, 
desde un punto de vista ético, desde el punto de vista del bien 
moral, de todas las necesidades que no son necesidades cualita¬ 
tivas concretas, sino necesidades cuantitativas, alienadas" 7 . Esta 
formulación del imperativo categórico sirve como criterio gene¬ 
ral de evaluación, fuera de facilitar el camino a la satisfacción de 

* MD, p.245. En la práctica, "no obstante ser dictaduras sobre las 
necesidades, k rapa dirigente acepta tácitamente sistemas no articulados, pero 
reales, de necesidades de sus subditos, que se bailan esencialmente en el mismo 
sistema de necesidades engendrado por el capitalismo. Una y otra vez, tratan de 
llegar a un compromiso con este capitalismo latente en el sistema de necesida¬ 
des, A modo de una 'sociedad de respuesta' respecto de Occidente.,.el sistema 
soviético desarrolla el funcionalismo con una coherencia espeluznante. En ellas, 
k eristenda humana es absolutamente idéntica al cumplimiento de una fundón 
socalmente asignada, por supuesto, en nombre del ^bienestar común'" fAIO, 

p-15). 

* MD, pp. 246 -247. 

7 MD, p. 250. "No quiero volver al debate de prindpios de este siglo 
y discutir si Kant ha de ser considerado filósofo sodalista o no, pero defiendo la 
idea de que la simple fonnuladón del imperativo categórico, en base al cual los 
seres humanas no deben ser simples instrumentos en las manos de otros 
individuos, es una norma muy justa para una moralidad de tipo sodalista" 
(FCV, p. 171). 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


55 


todas las necesidades, puesto que las cuantitativas, infinitas por 
definición, son insaciables. Además, sólo con la deslegitimación 
de necesidades como las de oprimir o explotar, es concebible la 
satisfacción de la necesidad de liberación. 

No obstante, Heller aclara que en el debate democrático 
institucionalizado sobre la prioridad a seguir en la satisfacción 
de necesidades, la división entre "buenas" y "malas" no puede 
jugar ningún rol. En este contexto, el criterio restrictivo podría 
bloquear la comunicación, alegándose la mayor o menor "reali¬ 
dad" de las necesidades, y por esta vía lejos de llegarse a un 
consenso se degeneraría en una dictadura sobre las necesidades. 
Por eso, una vez más, hay que reconocer como reales a todas las 
necesidades presentadas por los hombres conscientemente. Otra 
cosa es preguntarse por las preferencias en los sistemas de 
necesidades, que hacen referencia a uno o diversos modos de 
vida con relación a otros que están en concurrencia. Pues "las 
diferentes elecciones concernientes a las necesidades aspiran a 
llenar la misma fundón, pero en realidad no lo pueden hacer. La 
exigenda puede ser formulada así: el sistema de necesidades 
humanas debería corresponder al sistema de necesidades que 
nosotros hemos escogido" 8 . Más allá de la crítica de los conjun¬ 
tos de necesidades que no son de nuestra preferencia, ella indica 
que esta fundón se realiza por la influenda quese ejerce sobre la 
evolurión dei sistema de necesidades en la sodedad. 

En esta óptica, la influencia puede devenir en imposi¬ 
ción, cuando se atribuye necesidades a personas o grupos de las 
cuales no son conscientes. Una manera de hacerlo, autoritaria 
por dedo, es negando el hecho de que las necesidades que se 
quieren satisfacer sean reales o auténticas. Sin embargo, ¿no sería 
posible que hubiesen otras necesidades no sentidas por los 
hombres, inconscientes, pero que una vez hechas consdentes 
modifiquen todo su sistema de necesidades? Como Heller parte 
de la hipótesis de que las necesidades son conscientes, recuerda 
una importante distindón de Sartre entre la necesidad como 
"carencia" y como "proyecto". En el primer caso se tiene con¬ 
ciencia sólo de la existenda de una necesidad, mientras que en el 

1 MD, p. 253. 





56 


ALFONSO IBAÑEZ 


segundo se tiene conciencia, además, de las formas de alcanzar 
su satisfacción. Aquí no se busca imponer la necesidad como tal, 
pero se sustenta que si las determinaciones sociales que guían las 
necesidades existiesen, de carencia la necesidad se volvería 
proyecto, y así el sistema de necesidades se vería transformado. 
Esta imposición por condicionamiento, hasta cierto punto razo¬ 
nable, se topa con los hechos, pues para convertirse en una fuerza 
real de cambio tiene que integrarse en las instituciones de la vida 
social y en el poder. 

Por su parte, la estructura de poder de las sociedades 
contemporáneas vehiculizan una preferencia hacia sistemas 
concretos de necesidades. Tomando en cuenta los imperativos 
de la producción y de la coexistencia social, elaboran sistemas de 
determinaciones sociales que guían las necesidades y su satisfac¬ 
ción, y eso es la "manipulación". Según Lukáes, hay una mani¬ 
pulación bruta, que toma la forma de una dictadura sobre las 
necesidades, pero hay también otra sofisticada: "El sistema de 
manipulación refinada produce y ofrece instituciones que co¬ 
rresponden a proyectos ya existentes y universales, y esto de 
forma siempre creciente. Pero se apoya sobre las necesidades 
como 'carencia': no produce en la perspectiva de los modos de 
vida alternativos, no crea contra-i nstitudones" 9 . En otro mo¬ 
mento, hablando de los "aparatos ideológicos" del Estado, He- 
11er especifica que no son sólo órganos de legitimación, sino a su 
vez de dominación, puesto que delimitan y canalizan la imagina¬ 
ción social: "Nos inducen a aceptar el actual estilo de inda como 
dado, y asumirlo como un supuesto, con todas sus múltiples 
connotaciones" 10 . Este "bloqueo de la fantasía", si no se libera 
adecuadamente, puede provocar reacciones patológicas y abe- 

1 MD, p. 256. "La manipulación técnico -'denrifica' tiende hoy a 
asumir todas Jas funciones negativas de la religión, sin tomar sobre sí Jas 
positivas,... 'engorda' la particularidad, hincha las motivaciones particular es, 
pero incrementando (y permitiendo) solo aquellas que sirven para alcanzar los 
fines de una determinada 'organización'...Impide las decisiones individuales 
(morales) en las cuestiones que afectan a ta concepción del mundo o a la política; 
plasma habilidades e ideologías que sirven al sistema vigente sin ponerlo en 
discusión desde ningún punto de vista" (SVC, p !99), 

* AIO, p.135. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


57 


rrantcs. Porque la carencia que no logra satisfacerse a través de 
los proyectos se acumula, generando frustración, neurosis y 
violencia 11 . 

Ahora bien, las dos formas de manipulación implican, 
de manera abierta o solapada, la división entre necesidades 
"reales" e "irreales", infringiendo la norma según la cual todas 
las necesidades deberían ser reconocidas y satisfechas, a excep¬ 
ción de las que hacen del hombre un simple medio (como son las 
necesidades de posesión, poder y ambición). Igualmente, Heller 
sostiene que "todas las sociedades fundadas en relaciones de 
subordinación y jerarquía, donde existe una separación entre 
aquél que tiene el poder y el que no lo tiene, entre aquél que posee 
los bienes de que dispone y los que son desprovistos de todo, 
fomentan la necesidad de utilizar al hombre como medio" 12 . En 
tales sociedades es imposible el reconocimiento de todas las 
necesidades, sin hablar de su satisfacción. Sin embargo, ello no 
impide que cada uno pueda tomar condenda de sus necesida¬ 
des, y muy especialmente de las necesidades radicales. Es dedr, 
de aquellas que, según Marx, se gestan en el marco de las 
contradicciones de una sodedad dada (capitalismo), pero cuya 
satisfaedón sólo es posible superándola en otra que él llamaba la 
"sodedad de los productores asociados". A diferenda de Marx, 
Heller estima que hoy en día estas necesidades radicales son 
muy variadas y que no hay un solo portador de ellas, como 
sucedía en la concepción del proletariado como el sujeto único y 
universal de la emancipadón humana. 

En efecto, en nuestro mundo las necesidades radicales 
son múltiples y heterogéneas, manifestándose en muy diferen¬ 
tes sujetos y movimientos sociales. Sin ánimo de hacer un inven¬ 
tario exhaustivo se pueden evocar las siguientes: el desarrollo 


n Analizando diversas teorías sobre la agresividad señala que "el 
hombre no realizado no conoce la tolerancia a la frustración ...cuanto menos se 
'realice a sí mismo' tanto menos tolerante será, tanto más lo interpretará todo 
como dirígido en contra suya.„Nuestros impulsos y motivos toman la forma de 
ira dirigida a la degradación o aniquilamiento de otros hombres porque,..no 
conseguimos realizar nuestras capacidades y sufrimos por dio" (IAC, p.!91). 
11 MD, p.257 + 









58 


ALFONSO 1BANE2 


pleno déla personalidad,con capacidad de disfrute; la exigencia 
de que los hombres decidan por sí mismos, en el curso de una 
discusión racional, sobre los rumbos de la sociedad; la generali¬ 
zación de las comunidades libremente elegidas y la igualdad de 
los individuos en las relaciones personales; el deseo de suprimir 
la contradicción entre la coacción del trabajo necesario a la 
sociedad y el vado del tiempo libre; la abolición de la domina- 
dón social, de la guerra, el hambre y la miseria; la detención de 
la catástrofe ecológica; la aspi radón a suavizar el contraste entre 
cul tura elitista y cultura de masas, etc. Descartando el paradigma 
que reposa en el desarrollo de las fuerzas productivas, Heller 
encuentra en las necesidades radicales la "fuerza material", la 
palanca de la revolución. Pues, como expresa, ahora ya no no se 
trata de crear los presupuestos de la vida humana, sino de 
producir en la acdón inmediata la vida verdaderamente huma¬ 
na: "Lassale hablaba de la 'maldita falta de necesidades' de los 
obreros. Lo que hace problema ahora es la 'maldita falta de 
necesidades' en cuanto a la totalidad de un regimiento humano 
de la vida" 53 . 

La dificultad de acceder a la conciencia de estas deman¬ 
das explica por qué Heller carga las tintas sobre la dimensión 
ética y valorativa. Ya que en su opinión lo que está en juego no 
es la mera vida, sino el bien vivir o la "buena vida", la que vale 
la pena de ser vivida. De ahí, por ejemplo, su acerba crítica a los 
movimientos pacifistas y antinucleares europeos de los últimos 
años que, jaqueados éntrelas geopolíticas de las superpotendas, 
defendían el slogan derrotista de "más vale rojos que muertos". 
Sin desconocer el efecto simbólico y e! impacto en las conciencias 
que puede susdtar tal posición, advierte, con Perene Fehér, que 
no se puede sacrificar el valor de la libertad al de la vida. Una 
muestra de ello es que muchos preferirían perecer a llevar una 

a HVQ p,160, Por ello "una teoría revolucionaria se dirige a todos 
aquellos que tengan necesidades radicales, y por lo tanto no puede referirse 
solamente a una determinada dase. Na turkimente se refiere también a la clase 
obrera" (PVC, p.16). Sobre esta cuestión ver la interesante perspectiva de E. 
ladau en "Lucha de ciases y después". Cuadernos del CLAEH N° 41. Uruguay, 
Julio de 1987, pp.3t-37. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


59 


vida recortada, a una sobrevivencia sin sentido y sin dignidad. 
Por eso escriben que "la libertad y la vida se han convertido en 
ideas- valor de la modernidad" que no hay que contraponer H . 
Es que los movimientos organizados en tomo a las necesidades 
radicales, que son minoritarios hasta el momento, siempre ape¬ 
lan a los valores y necesidades de la humanidad en el afán de 
justificar su preferencia por un sistema de necesidades con 
relación a otros y para tratar de influirá la sociedad en el sentido 
de sus elecciones. 

Los movimientos autogestionarios, feministas o por 
nuevos modos de vida, son de hecho pluralistas y deberán 
reconocer todas las otras necesidades, salvo las que impliquen 
convertir a los hombres en simples medios. El seguimiento de 
esta norma es también una necesidad radical, puesto que su 
satisfacción exige la superación de todas las sociedades basadas 
en la subordinación y la jerarquía. Por eso hay que renunciar a 
todos los métodos impositivos que suponen una manipulación, 
ya que un movimiento radical que entienda hacer felices a los 
demás contra su voluntad se descalifica a sí mismo y deja de ser 
radical. Sólo puede influir construyendo las determinaciones 
sociales que integran la alternativa a las necesidades existentes, 
posibilitando que las necesidades que se plantean como "caren¬ 
cia" se vuelvan "proyectos" conscientes. Lo cual no impide un 
sano ejercicio de la crítica, pública o privada, sobre las distintas 
elecciones, pero sin coerción alguna. "Hay que desear -anota- la 
abolición gradual de la manipulación y la distribución soda! del 
poder. En este marco, todas las necesidades, incluidas las radica¬ 
les, pueden aparecer iguales, y las determinaciones sociales 
{productos, instituciones) que permiten satisfacerlas están a la 
medida de los diferentes modelos de vida alternativa" 15 . 

H A - Heller y F. Fehér. Sobre el pacifiásmo (P), pp, 17-19. 

“ MD, p.261. Hay que crear una nueva vida pública, y de ahí la 
importancia estratégica déla contracultura teórica, en el arte y la educación, así 
como délas contrainsti tudones: las comunidades en tanto que "micronumdos" 
de la configuradón de los sistemas de necesidades y las formas de vida y, 
finalmente, la instituaón de la autoadministradón en tanto que democrada dé 
los productores (RVC, pp.188-189). Cf. Philippe Despoix. “Communautés, so 
déte civile, Etat" (La conception de l'Ecole de Budapest). 







60 


ALFONSO IBANEZ 


Esta conceptualizaeión de las necesidades radicales es la 
que le ofrece, a su vez, el criterio político para discernir entre los 
diferentes tipos de praxis de transformación social. Pues en su 
concepción sólo hay un tipo de praxis efectivamente revolucio¬ 
nario: aquél que toma cuerpo en la revolución social total. Heller 
expone que en los movimientos de "reforma social", ya sea ésta 
parcial o general, la teoría remite en primer lugar alas necesida¬ 
des existenciales de autoconservación y sólo después a las cuan¬ 
titativas y a ciertas necesidades cualitativas insatisfechas. Refi¬ 
riéndose a ellos puntualiza que "la idea originaria de una refor¬ 
ma general se eclipsa tras los programas dirigidos a la ejecución 
de reformas parciales. Como ya he sostenido, análoga línea de 
desarrollo ha sido la típica de los movimientos socialdemócratas 
durante la segunda mitad del siglo XIX" IS , Los movimientos de 
"revolución política", por su parte, no se esfuerzan por elevar a 
las ma sas, en el movimiento social y a través del mismo, más allá 
del nivel de las necesidades "proporcionadas" por el sistema 
establecido. Puesto que aceptan la dicotomía entre "bourgeois" 
y "citoyen", no cuestionan el modo de vida tradicional de la 
mayoría del pueblo. 

La fuerza del movimiento consiste en una minoría, en 
una élite revolucionaria siempre lista para la acción y preparada 
para correr cualquier riesgo, y que goza del apoyo activo de las 
masas. Como la vanguardia política, esta élite de los "citoyens" 
apunta a un cambio rápido y radical, pone un particular énfasis 
en la movilización de las necesidades y pasiones desarrolladas 
en el marco del capitalismo. Motivo por el cual, una vez realizada 
la conquista del poder, se produce un reflujo del movimiento de 
masas hasta que se vuelven pasivas. Heller critica con agudeza 
el ascetismo revolucionario de los dirigentes, que incluso puede 
inspirar actos heroicos, porque suele manifestarse después como 
el retorno de una de las necesidades cuantitativas alienadas: la 
necesidad de poder. "El destino histórico de la ideología jacobina 
-indica- es un ejemplo clásico y extraordinario de este curso de 
los acontecimientos. Y explica porqué las revoluciones pura- 


TNM, pp.176-177. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


61 


mente políticas no crean modificaciones irreversibles en la vida 
cotidiana y en el sistema de necesidades de las masas" 17 . En su 
opinión, por lo demás, Lenin era un jacobino consciente y por eso 
el partido bolchevique, que comenzó a gobernar sin el consenso 
mayorilario de la población, tuvo que mantenerse en el poder 
mediante un régimen dictatorial 18 . 

Heller recuerda que para Marx la revolución política 
constituye un momento particular, ya que él contrapone la 
verdadera emancipación humana a la mera emancipación polí¬ 
tica. Por eso los movimientos para la "revolución social total" no 
pueden configurarse para alcanzar la victoria a través de un acto 
o un conjunto de actos puntuales en la historia. Se trata más bien 
de un proceso largo y complejo, cuyo sujeto son las masas en 
medida cada vez mayor. Este tipo de praxis significa al mismo 
tiempo la revolución del modo de vida, involucrando en el 
movimiento a estratos cada vez más amplios de la población. Lo 
cual deja comprender porqué los efectos de una revolución del 
modo de vida son siempre irreversibles en el seno de un período 
histórico previsible. Ella distingue entonces no sólo entre "revo¬ 
lución política" y "revolución social", que retoma de Marx, sino 
que establece también una diferencia entre las revoluciones que 
"estallan" y las que "ocurren". Razón por la cual advierte que "la 
temporalidad del mito de la revolución siempre opera en térmi¬ 
nos de revoluciones que 'estallan', nunca de las que 'ocurren'. 
Fue esta fijación la que llevó a la desgraciada yuxtaposición de 


v TNM, p*178* Criticando al leninismo precisa que "el socialismo 
como nueva calidad de la vida no ama d riesgo, y considera elitistas las formas 
vanguardistas y peligrosas de vida. Por el contrario, ama el valor d vil ...Pero si 
sostenemos que el partido es nuestra mente y nuestra condénela, nunca llega¬ 
remos a ser valientes civiles" (PCV, p.164), Ver también lo que refiere sobre Rosa 
Luxemburgo (pJ2l6). 

19 PCV, pp.75-76, donde afirma que "la practica de Lenin no tenía nada 
que ver, desde un prindpio, con el socialismo marxiano. El concepto de 
ideología ha de aplicarse también a Lenin: hay que juzgara las personas y a los 
movimientos por sus acdones y no por sus ideas, Lenin, que siempre se orientó 
hada el proletariado, no dudó en aplastar a los soviets cada vez que éstos 
propusieron estrategias distin tas de las suyas, y planteó todo conflicto social de 
forma autocrítica" Cf. DC5, pp. 159-166. 




62 


ALFONSO 1BAÑEZ 


reforma y revolución" 19 . Estos términos se pueden oponer en un 
sentido concreto, pero el problema es que esta yuxtaposición 
conlleva el mensaje de que sólo la acción ilegal, y armada 
podríamos añadir, es acción revolucionaria. 

En los movimientos revolucionarios para la transforma¬ 
ción total de la sociedad, los propios hombres van reestructuran¬ 
do sus sistemas de necesidades y valores sobre el eje de las 
cualitativas y radicales, construyendo un nuevo modo de vida. 
De ahí la ejemplificadón histórica que hace Heller en el caso 
europeo, aludiendo al cristianismo y al Renadmíento. Lo que no 
le impide afirmar que "hasta el momento no ha existido en la 
historia una revoludón tal del modo de vida que haya sido 
simultáneamente una revoludón consciente y conscientemente 
realizada de toda la sodedad desde la economía a la política y a 
la cultura" 20 . Por tanto, la nueva vía debería ser la de la revolu¬ 
dón del modo de vida en todos sus aspectos, hasta las más 
complejas actividades del hombre. Ella halla suscondiciones en 
las necesidades y aspiraciones radicales de los jóvenes, de las 
mujeres, en tos distintos movimientos pacifistas o ecologistas, así 
como en las experiendas de reestructuración familiar que adop¬ 
tan formas comunales. Heller asevera que "sea lo que fuere 
aquello que se oculta tras la oposición de las necesidades cuali¬ 
tativas frente al predominio de las puramente cuantitativas, 
viene a significar que un movimiento de comunidades que 
desarrolle necesidades radicales ya no constituye, o al menos no 
necesariamente, una utopía" 21 . 

La revolución social total no niega simplemente, sino 
que integra como momentos propios la reforma parcial o gene- 

“ AIO, p.78. 

™ TNM, p.169. Et Renadmíento, que fue la aurora dd capitalismo, 
"abarca un proceso social global que va de la esfera económica y sodai, en que 
resulta afectada ta estructura básica de la sodedad, al campo de ia cultura, 
comprendiendo la vida cotidiana y la mentalidad diaria, la práctica de las 
normas morales y los ideales éticos, las formas de cana enda religiosa, las artes 
y las dendas" (HR, pp.8-9). 

a TNM, p.181. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


63 


ral, así como la revoludón política, pero no como objetivos 
finales sino como medios. Tal perspectiva es la que permite 
visualizar mejor la importancia que concede, no a la abolidón de 
la vida cotidiana, que es imposible, sino a su desalienadón en 
profundidad. Aquí se trata de hacer de todos y cada uno perso¬ 
nalidades individuales, capaces de conducir su propia vida. A 
diferenda del particular, que se identifica espontáneamente con 
el sistema de hábitos y exigencias que permi ten su autoconserva- 
dón y que hacen de su vida lo más "cómoda" y carente de 
con flictos posible, "el individuo organi za su cotidianeidad de un 
modo tal, que estampa en ella la marca de su individualidad, de 
esa individualidad que viene a ser hecha posible por la síntesis 
de la orientación general en el sentido de la especie y de las cir- 
cunstandas individuales" 22 . El individuo está por ello encondi- 
dones de desmitificar el mundo y de orientar su vida en orden 
a una concepción del mundo selecdonada. Tal selección supone, 
en el enfoque de Heller, que se decida también por una comuni¬ 
dad: "La configuración de una conducta vital, de un modo de 
vida, y la elección de la comunidad son dos aspectos de un 
mismo proceso “ rB . 


a RVC, p.14. "La antropología del presente libro descansa sobre el 
supuesto de que la esencia humana no es el punto de partida, ni el 'núdeü' al que 
se superponen las influencias sociales, sino que eonslituye un resultado,. La 
person ali dad indivíd ual es el protugon is ta de este libro. Quise mostrar que cada 
hombre puede ser una individualidad, que puede haber también en la vida 
personalidades individuales, que también la vida cotidiana puede configurarse 
individualmente'' fSVC, p.7), 

21 RVC, p.l7. "La comunidad y la individualidad autónoma son 
objetivaciones ideales cuya necesidad no ha sido hasta hoy satisfecha" (PCV, 
pJ78). Rudolf Liahro, quien piensa que hay que comprometerse en una "revo¬ 
lución antropológica", asevera también que 'la común a es la forma social básica 
de una nueva forma de vida...Su propósito no es la producción de medios de 
existencia de tipo agrícola o industrial..., sino la reproducción de la convivencia 
comunitaria. No se rechazará la eficacia económica, pero se subordinará a las 
exigencias ecológicas y, sobre todo, al desarrollo de las relaciones sociales y al 
florecimiento y la auto transformación de los individuos". Cambio de sentido, Ed. 
HOAC, Madrid, 1986, p.248. 



64 


ALFONSO IBAÑEZ 


Los marxistas revolucionarios han de ser conscientes de 
la gran importancia de las exigencias de nuevas formas de vida 
y del subyacente anhelo de comunidad que aparecen hoy día. 
Pues como lo enfatiza Heller, esgrimiendo al Marx de las Tesis 
sobre Feuerbach, 'la tarea de transformar económica y política¬ 
mente la sociedad en el sentido de la abolición positiva de la 
alienación, sólo resulta realizable -y en cuanto tal nos incumbe a 
todos- de poderse superar a un tiempo, dentro de las posibilida¬ 
des existentes, el aspecto subjetivo de la alienación. O lo que es 
igual,si no nos limitamos a luchar por el cambio de las institucio¬ 
nes; si lo hacemos también por la transformación de nuestra 
propia vida cotidiana; si creamos, en fin, comunidades que den 
un sentido a nuestras vidas y tengan además un valor modéli¬ 
co" 24 . Se trata, antes que nada, de una cuestión ético-política, ya 
que el hombre particular de la sociedad de dases, como lo 
tematizó Marx, es una especie de "mutilado al revés", puesto 
que reduce todos sus sentidos al único sentido del tener y de la 
"propiedad". Aceptando la tesis de Fourier según la cual es 
posible revelar el desarrollo del valor de la humanidad a partir 
de la relación en tre hombre y mujer, él denunció la distorsión de 
la pasión amorosa por el impulso de poseer al otro. Las nuevas 
comunidades habrán de rechazar por ello la "propiedad" y la 
psicología de la apropiación, repudiando el fetichismo de las 
"cosas" y propiciando el despliegue de los individuos en los 
caminos de la felicidad. 

De ahí también el lugar central que ocupa la revoiucio- 
narizadón de la familia, que es donde se gesta la primera 
socialización, formándose el carácter psíquico de los niños y las 
preferendas morales fundamentales. Viendo en la comuna una 
alternativa a la familia tradicional autoritaria, Heller piensa que 
una de sus ventajas más relevantes condemea la comunidad de 
niños, porque "el carácter psíquico del niño que crece en estas 
condiciones será favorable a la vida democrática. Jamás aceptará 
como natural una situación en la que no haya tomado parte para 
determinar su propio destino. Al mismo tiempo, no sentirá la 


» RVC, p.18-19. Cf.p.I63. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


63 


necesidad deoprimir a otros hombres" 25 . Desde luego, no puede 
haber una comunidad duradera de cualquier tipo, capaz de 
configurar nuevos modos de vida, sin una determinada activi¬ 
dad política que, lógicamente, se orientará hacia una democracia 
plural y concreta. Como se trata de la transformación del sistema 
de necesidades actuales por otro que realce la calidad de la vida 
y el máximo despliegue de los individuos, ella asevera que "el 
socialismo implica una revolución, pero una revolución que 
'ocurre' en el curso de una civilización, con preferencia a una 
revolución que se 'produce' en un momento puntual de la 
historia 


v RVC, p.50> Estudiando a las sociedades soviéticas, R Fehér dice que 
"d régimen paternalista, haciendo prueba de una sabiduría política espontánea, 
ha comprendido las ventajas de una estructura familiar autoritaria... En efecto, 
es un terreno fértil para producir en masa 'personalidades autoritarias' cuya 
moral innata es la obediencia acrítica a las autoridades" (MD, p.36) + Y Heller, 
quien piensa que las decisiones dd estado socialista han de basarse en el 
consenso se pregunta: "¿Cómo imaginar el desarrollo del consenso si los 
ciudadanos dd estado no están acostumbrados, desde su infancia, a participar 
activamente en las decisiones comunitarias, a discutir racionalmente? Sólo 
podremos decidir en conjunto si aprendemos a vivir los unos con los otros" 
(PCV, p.152), 

“ AIO, p.156. "Las revoluciones que 'estallan' no son revoluciones 
por haber 'estallado', sino porque destruyen las viejas instituciones de un solo 
golpe y las sustituyen con otras nuevas, portadoras de nuevas potencialidades. 
Las revoluciones que 'estallan' pueden arrastrar consigo otra revolución que 
'ocurre', o pueden suceder en medio de ella" (p-82). 














rv 

EL SOCIALISMO COMO DEMOCRACIA RADICAL 


"No hay democracia sin 
socialismo, no hay socialismo 
sin democracia, tal es la 
fórmula de una interacción 
decisiva para el futuro 


Ernst BLOCH 





Llegamos así al horizonte nodal de la presentación anterior, 
pues Agnes Heller concibe a la utopía socialista como una 
democracia radicalizada en la que se mantienen abiertos los 
diversos modos de vida, en la que pueden coexistir diferentes 
tipos de interacción social, costumbres y morales, siendo todos 
reconocidos como portadores de la vida valiosa. Como se en¬ 
carga de precisar, "un pluralismo de modos de vida satisface por 
lo menos un principio de la política democrática, el que sostiene 
que la Utopía es la realización de todas las utopías, el que nos 
obliga a reconocer todas las necesidades humanas, todo tipo de 
búsqueda de la felicidad, con la única salvedad de que en 
ninguno de ellos se utilice a las personas como meros medios" 5 . 
Y en su búsqueda deuna tradición democrática, quecomo vimos 
la remonta hasta los tiempos antiguos, ella privilegia para ei 
presente a la Declaración de la Independencia de los Estados 
Unidos, en tanto que modelo de documento prindpista que se 
funda en tres derechos humanos "inalienables": la vida, la 
libertad y la felicidad. Por eso refiere que Ho Chi Minh tenía 
razón al considerar que el socialismo estaba contenido, en su 
totalidad, en esta Declaración de la Independencia. 

En su reflexión sobre Occidente, que Heller evalúa como 
un caso especial de modernidad, lo describe como la combina- 


1 AIO, p.189. En otro contexto observa: "No elijo en calidad de ideal 
d consenso perfecto de valor... No quiero que exista tan sólo una interpretación 
'verdadera' de Hamlét, o que se dé únicamente una forma de vida 'buena' * (FR, 
p-85)* 


69 












70 


ALFONSO IBAÑEZ 


ción de tres lógicas diferentes: la del capitalismo, la de la indus¬ 
trialización y la déla democracia. Si bien las dos primeras lógicas 
han demostrado ya sus límites destructivos y alienantes, ella se 
atiene a la democracia como un rasgo distintivo fundamental 
que hay que conservar de Occidente y que, por tanto, no se 
reduce a un concepto meramente geográfico. Optica desde la 
cual sostiene, con Ferenc Fehér, que "nuestra concepción del 
socialismo se confunde con la radicalizadón de la democracia" 2 . 
Esta proposición se hace más comprensible si tenemos en cuenta 
que para Heller ia llamada "democracia formal" resulta ser una 
condición preliminar para que puedan satisfacerse las necesida¬ 
des radicales. Al respecto puntualiza que "allí donde no existe 
democracia formal los movimientos que expresan necesidades 
radicales ni siquiera tienen la posibilidad de constituirse. 
Cuestión muy distinta es el hecho de que la democracia formal 
no es un sistema institucional para satisfacer todas las necesida¬ 
des radicales" 3 . Luego, la democracia formal aparece como una 
premisa, aunque no suficiente, y por eso debe ser radicalizada, 
en la construcción del socialismo. 

Heller está en desacuerdo, entonces, con todos los críti¬ 
cos de la democracia moderna que identifican su carácter "for¬ 
mal" con el hecho de ser "irreal", "ilusoria" o "engañosa". 
Entiende más bien que son elementos básicos de ella el de 
establecer una relativa separación entre Estado y sociedad, las 
garantías a las libertades cívicas, a los derechos del hombre, al 
pluralismo, a la libertad de contraer compromisos contractuales 
yalprincipiodela representación. Por consiguiente, lademocra- 

2 AIO, p,264, "Compartimos con Marx la convicción de que algo que 
existe en el presente pero que está obstaculizado en su desarrollo, a saber, la 
democracia, es capaz de producir esa ruptura si es que ocurre una radicalizados 
de los actores sociales" (SRD, p.108). 

1 PCV, p*T45. "EL estado de derecho pluralista-democrático es la 
condición previa de una revolución sodaL La preservación de esta democracia 
(o su realización) ha de ser tarea cotidiana de todos los radicales de izquierda... 
si esperamos, por ei contrario, una 'catástrofe' o un 'derrumbe dd sistema', es¬ 
taremos trabajando contra todas las necesidades, también contra las radicales. 
La catástrofe es el suelo nutrido de la barbarie y/o de la tiranía, no de! 
sodatismo" (RVC, p.138). 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


71 


da formal deja abierto y sin resolver el problema de la estructura 
concreta de la sociedad, puesto que los principios democráticos 
pueden dar lugar a la constitución de un ordenamiento social 
capitalista o socialista. De manera que este carácter formal de la 
democracia no debe confundirse con el aspecto ilusorio o inau¬ 
téntico que algunos quieren atribuirle, ya que es el que permite 
asegurar la permanencia democrática de un Estado. Recogiendo 
la experiencia histórica señala, en cambio, que ''todos los que 
quieren substituir esta democracia formal con lo que califican de 
democracia real, en la que reúnen, global e indistintamente al 
Estado y a la sociedad, renuncian, por este mismo hecho, a la 
democracia" 4 . 

En su argumentación recuerda que a pesar de que la 
clase obrera haya luchado vigorosamente contra el capitalismo, 
nunca ia mayoría de los trabajadores ha confundido al capitalis¬ 
mo con la democracia formal, y que es más bien esta lucha la que 
le confirió su valor universal, igualmente cita a Rosa Luxembur- 
go quien, preguntada sobre las críticas a la democracia formal, 
respondió que no había libertades "burguesas", sino simple¬ 
mente libertades de los ciudadanos. Entonces, ¿quién ha querido 
mantener esta confusión? En opinión de Heller la responsabili¬ 
dad recae sobre una parte de la élite intelectual, que ha unido su 
aversión alcapi taüsmo a un desprecio por las posibilidades de la 
vida obrera. Los trabajadores no tendrían acceso a la conciencia 
de sus necesidades reales, la reflexión teórica les debe ser apor¬ 
tada desde el exterior. Los intelectuales, los detentares de la 
"ciencia", son los que saben, por lo cual "todas las garantías 

* A, Heller. "Democracia formal y democracia socialista" (DFDS) 
p.43. "La eliminación de las instituciones de ¡a democracia formal no conduce 
al socialismo, sino a una nueva forma de despotismo y tiranía. Esto ya lo sabía 
Rosa Luxemburgo, y el desarrollo histórico de la Europa oriental no ha hecho 
sino confirmarlo" (RVC, p.190), C Lefort, por su lado, sostiene que "el totalita¬ 
rismo es este sistema en el cual la división sodal bajo todas sus formas se halla 
radicalmente enmascarada. No hay distancia entre el Estado y la sociedad dvü; 
el Estado se presenta como consubstancial a la sociedad; ¿1 es el Estado social, 
el Estado proletario, la sociedad restablecida en su principio activo; en este 
sentido, tiende a ser omnipresente en todos los sectores de la vida sodal". 
L'inventkm (tóitocmfújue, Fayart, 1981, p344. 




72 


ALFONSO 1BAÑEZ 


institucionales deberán plegarse a las decisiones tomadas según 
los mandamientos de esta ciencia, pues el proyecto de sociedad 
establecido sobre sus presupuestos instaurará la democracia 
'auténtica' ** s * Aquí nos topamos con los gérmenes de lo que 
después será la "planificación social científica", que legitima una 
dictadura sobre las necesidades humanas. 

No obstante su defensa de la democracia formal, Heller 
es muy consciente de su fragilidad, de las múltiples amenazas 
que la acechan y, sobre todo, de sus contradícicones* Así, por 
ejemplo, si todos los hombres tienen derecho a convertirse en 
propietarios, en una sociedad capitalista sólo puede tratarse de 
la propiedad privada, y en los hechos la mayoría de la población 
se encuentra incapacitada para ejercer un derecho garantizado 
formalmente* A fin de eliminar esta contradicción es que se ha 
procedido a una estatización, es decir, a la supresión del derecho 
de propiedad. Esto es lo que ella califica con Marx como la 
abolición "negativa" de la propiedad, que al eliminar este dere¬ 
cho a todos los miembros de la sociedad fomenta el monopolio 
del Estado. "Interpretado de esta forma -observa-, el socialismo 
no es, de ninguna manera, el portador de una libertad e igualdad 
mayores: el mismo pueblo va a encontrarse privado de las 
condiciones de la libertad y de la igualdad formales" 6 . A la 
inversa, la abolición "positiva" de la propiedad privada genera¬ 
liza la posesión real de los bienes, apuntando a un sistema 
autogestionario. Esta es su opción, e índica que es la propia a una 
dinámica de radicaiización de la democracia que, abarcando los 
diversos ámbitos de la vida social, la vuelve más concreta* 


5 DFDS, p.44. F.Fehér anota que "desde el comienzo, el movimiento 
ha prefigurado lo que iba a venir después: una pasividad creciente de los obreros 
en el nombre de los cuales los intelectuales tendían a devenir cada vez más ios 
solos actores de la historia... Asi se dora el círculo vjdoso del irrationalismo del 
hiperradonalismo, que pretende haber creado una sodedad libre de toda 
explotación y que, de hecho, ha creado un sistema de patemalismo sin libertad" 
<MD, pp.94 y 112; cf. DCS, pp. 259-268). 

‘ DFDS, pp.51-52. "El modelo de igualitarismo 'despótico' es impues¬ 
to por el Estado 'representante del interés general'... una nueva desigualdad se 
introduce en toda la vida sedal: la desigualdad entre aquellos que distribuyen 
y aquellos a quienes se distribuye" (MD, pp.166-167). 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


73 


Lógicamente, el proceso de transformación de la demo¬ 
cracia formal en democracia socialista implica divisiones y la 
existencia de diferentes poderes, así como la confrontación de las 
fuerzas sociales y políticas. Según Heller, la democracia formal 
no excluye la violencia, sino que la prevé y se adapta a ella. Sin 
embargo, "la contra-violencia, así como la violencia, debe buscar 
la interpretación y la reinterpretación de los contratos y los 
derechos. La contra-violencia debe permitir, precisamente, re¬ 
emplazar los viejos contratos por nuevos. Pero estas luchas no 
deben cuestionar el sistema contractual mismo" 7 . Pues, en ese 
caso se asistiría, no a la elaboración de un nuevo contrato, sino a 
la abolición del régimen en su conjunto y al entierro de la demo¬ 
cracia. De ahí su admiración por el Mayo del 68 en Francia que, 
lejos de representar una revolución política embrionaria (Aron) 
o prematura (Castoriadis), le parece que fue el mayor movimien¬ 
to de desobediencia civil de la postguerra europea. Pese a que el 
movimiento poseía plena conciencia de sí mismo y del complejo 
cuestíonamiento que hacía, había aprendido de la historia "y con 
toda premeditación no se propuso la 'toma del poder'. Se opuso 
a todas las soluciones autoritarias y tuvo la convicción de que la 
toma del poder sólo crearía una situación menos democrática" 8 . 
Por eso estima que su influencia, real y simbólica, no se ha 
agotado hasta el presente. 

Ahora bien, la transformación socialista de ia sociedad 
civil en una sociedad autogobemada en el marco de la democra¬ 
cia formal representativa, no se ajusta al modelo de Marx, quien 
pensaba en una sociedad comunista sin Estado. Para él la reía- 


7 MD, p.236; cf, PCV, p.199. Ana Sojo índica que "el desarrollo de 
relaciones más ricas entre los seres humanos es, como proponen Fehér y Heller, 
un "modelo conflictivo', d conflicto tiene una dimensión constitutiva del orden 
social. El disenso y d conflicto tienen sentido en relación con el consenso como 
plenitud de las relaciones sodales, como concepto límite y utopía'". Mujer y 
política, D0, San José, 1985, p*3& 

1 AIO, p.90, "A pesar de que Touraine califica el acontecimiento como 
una revolución, es el único de los observadores primitivos que señaló con 
agudeza que Mayo no fue un fracaso, ni un signo de inmadurez, pues su 
proyecto originario induía d no apuntar a la creación de nuevo poder del Estado 
mediante aplastamiento y expropiación del estableddo" (p.89). 




74 


ALFONSO ÍBAÑEZ 


don entre el Estado y la sociedad civil no tenía importanda 
alguna, puesto que ahí donde no hay Estado, no hay relaciones 
legales ni institudonales. Ahí donde no hay poder nadie tiene 
necesidad de gobernar y el "gobierno del pueblo", o la democra- 
da, pierde su sentido. Heller propone una radicalización de la 
democracia formal, que exige su reínvendón global, y por eso 
manifiesta que no cree en la caducidad de la democracia directa, 
ni siquiera en el actual estadio del desarrollo industrial: "La 
elaboración institudonaiizada de formas que permitan a la 
democracia directa operar también al nivel de la seriedad en su 
conjunto es cosa, sin embargo, que aún creo posible" 9 . Pero todo 
ello es muy distinto que postular la extinción inmediata del 
Estado, que más bien sería una "idea límite". Razón por la cual 
advierte que "hoy día nadie puede seriamente concebir un 
programa de transformadones sociales fundado en la abolición 
del Estado" 10 . 

Es que su reflexión se centra, según su apredación crítica 
de Marx, en los problemas de la transidón. Así es como insiste en 
que los socialistas revolunonarios están en la obligación de 
preguntarse por cómo evi tar la dominación y propiciar la exten- 
.sión de los derechos humanos. Como resulta difícil imaginarse 
una sociedad con voluntad homogénea, se debe avizorar un 
sistema contractual que garantice la toma en considerarión de la 
voluntad y de las necesidades de todos. El sodalismo democrᬠ
tico, por tanto, implica el crecimiento y la transformadón de la 
sociedad civil, dentro de un sistema jurídico que asegure la 


' RVC, p.26. Hertri Leíebvre hace una aguda crítica de la "representa¬ 
ción" en De l'Etat. Union Genérale d'Editions 00/18}, 1978, UV. pp.97-17D. 

11 MD, p.238. R Hinkelammert, re flexión ando “Frente a la cultura de 
la pest modernidad: proyecto político y utopía", expresa a su vez que "la 
superación de la metafísica del progreso exige la renunda al antí-estaüsmo, que 
no es más que la otra cara de la factibilidad de la utopía. Al ser factible, tiene que 
llevar a la abolidón del Estado. Sin embargo, el anti-estatismo es la raíz 
ideológica del totalitarismo de cualquier índole". Rev. Pases NP12, Costa Rica, 
1987, p.9, En cambio, M. Lowy reprocha al pensamiento hellerianó su carácter 
"insufidenteniente utópico", al afirmar que la disminución de la alienadón no 
es concebible más que conservando el mercado y que la abolidón del Estado 
sería una "empresa imposible" (MD, p.13). 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


75 


igualdad de los sujetos legales y un Estado que posibilite su 
acdón autónoma en las esferas públicas y privadas. Al respecto 
evoca que "Marx consideraba siempre la abolición positiva de la 
propiedad ligada con la instauración de un régimen de libertad. 
Si la abolición del Estado, es dedr, la realización de una libertad 
total, indivisible, ya no puede servir de utopía racional, para 
permanecer fieles al espíritu de Marx hay que formular la hipó¬ 
tesis de una abolidón positiva de la propiedad privada que 
asegure el máximo de libertad posible" 11 . 

En otro momento, discutiendo los problemas del Estado 
contemporáneo y las diferentes orientaciones teóricas en debate, 
Fehér y Heller llegan a esta paradójica conclusión: "Nuestro 
propósito sería más bien la coincidenda de opuestos: el Estado 
mínimo, para asegurar una pluralidad de estilos de vida y la 
libertad negativa de los individuos; al mismo tiempo, el Estado 
máximo, con la máxima autoridad, el Estado más fuerte posible, 
en el que, como ha quedado claro, lo que entendemos por fuerza 
es el autogobierno" 12 . En esta visión utópica del Estado se 
apunta a la supresión de la dominación, pero no de los conflictos 
políticos como tales. Por eso Heller afirma que Marx estaba 
equivocado al creer que una sodedad libre está más allá de la 
justida. Más bien, una sociedad libre es la que permite que todo 
ser humano pueda vivir en cualquier comunidad y en la que 
existen acuerdos acerca del prindpio, el procedimiento y las 
normas de la justicia. Sin embargo, todo ello debe ser cuestiona¬ 
do y comprobado una y otra vez por medio de prácticas radical¬ 
mente democráticas. De ahí que ella se aplique, a su vez, en el 


11 MD, p.239. j.C Portanüero escribe que "d supuesta ‘uerte del 
neocon trachialism o es el de pensar eí modelo de una sodedad en la que no existe 
exclusión mutua entre cooperación y conflicto. Esto es, un esquema de sodedad 
en el que interactúan individuos y grupos dotados de fines, deseos e intereses 
divergentes y en conflicto, pero que, sin embargo, elegirían voluntariamente 
ingresar a un esquema de autoridad... Parece evaden te que la 'sodedad justa' 
debe coincidir con la sodedad democrática, en la medida en que se basa en el 
reconocimiento del Otro, dé la pluralidad (cooperación /conflicto) que caracte¬ 
riza a la sodedad moderna". "La democratización del Estado". Rev. Pensamiento 
Iberoamericano N a 5,1984, p + ll& 

AIO, p.146. 





76 


ALFONSO IBAÑEZ 


esclarecimiento de los principios políticos y morales de un 
socialismo democrático o de una democracia socialista n . 

Lamentablemente, no puedo detenerme en el detalle de 
estos asuntos en este texto que ya se ha extendido más de lo 
previsto* Aún así, cabe hacer hincapié en que al origen de la 
utopía radical de Agnes Heller se halla la filosofía de Karl Marx, 
para quien la máxima idea de valor lo constituye 'la riqueza 
humana" o el hombre rico en necesidades* Motivo por el cual se 
adhiere resueltamente a la libertad como el bien supremo, 
orientándose a la construcción de la "comunidad de los hombres 
libres y solidarios", como lo soñaba Marx* Utopía que concibe 
como el cumplimiento de todas las utopías, expresando su 
afinidad con la pluralidad de necesidades o formas de vida. A 
esta utopía radical, que ella razona en términos axiológicos, 
asocia tres ideales de valor que pueden contribuir a establecer la 
personalidad moral dentro de un nuevo orden moral de la 
sociedad mundial* En primer lugar está el ideal de verdad, que 
ya ha sido formulado por Apel y Habermas como la "comunica¬ 
ción libre de dominación". Es que la verdad es una cuestión 
dialógica, y en una sociedad donde se instauran relaciones 
simétricas cada hombre debe participar en su calidad de ser 
único y racional en ei proceso de formación de la voluntad 
garantizada institucional mente. De tal manera que "la 'sociedad 
comunicativa ideal' no es, pues, otra cosa que la realización de la 
idea de democracia" 14 * 

* Los principios constitutivos de una política democrática, que tam¬ 
bién son máximas morales, son estableados a partir de la Dedaradón de la 
Independencia de Estados Unidos (AIO, pp.171-185)* Como lo ha sustentado E 
Bloch, refiriéndose a la herenda del tricolor: ‘'Libertad. Igualdad, Fraternidad - 
ortopedia, tai como se ha intentado, de la marcha de pie, de la dignidad hum ana- 
reenvía mucho más allá dd horizonte burgués". Droit naturel £ dignité humaiw, 
Payot, 1976, p-179. Por lo demás, Heller y Fehér manifiestan que hay tres 
virtudes democráticas por exedenda: la tolerancia radical, d coraje rívico y la 
solidaridad en simpatía con toda la humanidad pero en especial con los que más 
sufren, (AIO, pp.190-199)* 

K FR, p*126. Por eso observa que "quien desee alcanzar en este mundo 
formas de autogobierno, de vida comunitaria, quien trate de convencer a los 
demás, mediante discusiones radonales, de la verdad dd modelo soda! que ha 
escogido, se encuentra ya, en sustanda, en el sodalismo" (PCV, p.131). 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


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Heller considera que el proyecto de la comunicación sin 
dominación, vinculada con el interés emancipa torio, representa 
el gran aporte de Habermas al socialismo de nuestros días* No 
obstante, lo discute y recrea en distintos aspectos* Particular¬ 
mente en lo referente a la cuestión de si la lucha de clases, en 
tanto que confrontación de intereses contradictorios, puede 
sustituirse por la argumentación racional* Desde la óptica de 
Habermas debe serlo, pero la dificultad aparece porque él sabe 
que eso no es dable, llegando a concluir entonces que la fuerza y 
el discurso no pueden concebirse conjuntamente* Heller piensa, 
en cambio, que aunque la fuerza no puede ser sustituida por la 
argumentación, puede ser aplicada "en auxilio de la argumenta¬ 
ción", obligando al otro a escuchar* Pues "la acción es comunica¬ 
ción, lucha de clases y proceso de ilustración al mismo tiempo" 15 * 
De otra parte, ella sostiene que el consenso preliminar acerca del 
valor de la argumentación racional no basta para asegurar el 
consenso para la acdón en el caso de diversos modos de vida y 
teorías* Por tanto, "el reconocimiento y la satisfacción de las 
necesidades de los otros debe aceptarse como un valor universal 
en el consenso preliminar; de otra forma, la argumentación libre 
de dominación no puede ser concebida en absoluto" 

Pero esto ya nos introduce en el segundo "valor guía", el 
ideal del bien o la bondad* Este ideal se enuncia justamente en el 
reconocimiento y la satisfacción de la necesidad de todos los 
hombres en la medida que esto excluya la utilización de los 
demás como meros medios. Formulación que precisa, en su 
opinión, la idea reguladora de Marx: "a cada cual según sus 


E G, p.296. Como dijo el agitador nacionalista irlandés Wilüam 
C^Brien, "hay momentos en que la violencia es la única manera de conseguir que 
se escuche la moderadón". (Citado por Hannah Arendt. Sobre ¿a violmch s, Ed* 
Joaquín Mortiz, México, 1970, p*7l). En efecto, Heller piensa que "no se puede 
forzar a nadie a ser libre. Pero se puede, por coacdón, poner áL otro en una 
situadón donde debe escuchar una argumentadón radonal y responder a 
argumentos con argumentos... Sin embargo, la violenda que no apunta a 
imponer una discusión radonal, sino a hacer estallar o a someter a otro grupo 
de poder, es intolerable desde un punto de vista democrático'' (MD, p.282). 

“ G, p300* 





78 


ALFONSO IBANlEZ 


necesidades". Ahora bien, Heller acepta que ei hombre jamás es 
sólo un ser racional, como lo suponen las relaciones propias a la 
comunidad comunicativa de Apel y Habermas, que siempre 
recurre a la argumentación discursiva. Por ello enfatiza que un 
mundo en donde hubiera que justificar todas las necesidades 
sería moralmente inferior al mundo en que vivimos. En conse¬ 
cuencia, se opone a una moral que excluya todos los valores que 
se ubican más allá del deber y que consista únicamente en un 
sistema de derechos y obligaciones: "No queremos establecer 
como ideal una moral que pase por alto los valores de las 
relaciones humanas directas: la amistad, la bondad, el amor y la 
caridad, la simpatía, el agradecimiento y Ja generosidad" 17 . A 
diferencia de las relaciones propias a la argumentación racional, 
que no son amorosas, ella aspira a una moral que tenga en cuenta 
el valor incondicional de la otra persona con sus necesidades 
concretas. Pues se puede suponer que hay hombres que conce¬ 
den la prioridad a un valor precisamente porque muestra afini¬ 
dad con las necesidades de otros, no con las propias, y esto es lo 
que caracteriza al hombre bueno. 

Para fundar su ideal del bien, inserto en su utopía 
radical, Heller se remite a Lukács, quien ha establecido dos 
prescripciones para superar la ética del deber. En sus obras de 
juventud, él desdobló su ética en una "primera" y una "segun¬ 
da", destacando que esta última es la que se refiere a la "ética de 
la bondad", que está más allá del deber. No obstante, observa su 
disdpula y continuadora, en sus obras tardías Lukács rechazó 

v FR, p.I29. A Jo cual añade: "Si alguien a quien amamos dice '¡Te 
necesito!', en ese caso sólo podemos responden 'Aquí estoy'. Si la necesidad, la 
persona del otro es para mí un valor que no puede ser cuestionado, no podré 
contestar a quien suplica 'Necesito esto' más que: 'No me importa por qué lo 
necesitas, tómalo' “. Criticando a Habermas, juan Abugattas señala que 'los 
hombres no existen para comunicarse, las sociedades no se han construido para 
satisfacer ansias de comunicación, sino que a toda esa comunicación subyace, 
como hermosamente dice Bloch, el hambre, esto es, un conjunto de necesidades 
bien definidas". "De lo universal en Habermas", en Cuadernos de filosofía I, 
Universidad de Lima, 1987, p.68. Por su lado. Apel ha manifestado que Heller 
lo malin terprcta en su intento de fundar las normas de una comunidad ideal de 
argumentación. Cf. "¿Limites de una ética discursiva?" Epílogo al libro de A. 
Cortina Razón comunicativa y responsabilidad solidaria. Sígueme, Salamanca, 1935. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


79 


completamente la ética del deber para poner en su lugar a la 
"ética de la personalidad". Por su lado, ella estima que no es 
imaginable una ética en la que sea posible eliminar el momento 
del deber, pero al mismo tiempo expresa su preferencia por una 
ética de la personalidad y de la bondad. Motivo por el cual 
termina por decir que "en el marco de nuestra utopía racional 
establecemos una ética en la que la primera y la segunda ética— 
la ética de la 'obligación' y la ética de la *bondad' o de la 
'personalidad'— se funden en una ética ámea, cuya tendencia se 
puede reconocer en la continua supresión del momento del 
deber, en el curso de un proceso infinito. De una cosa estamos 
convencidos: sólo en el mundo de una moral semejante, la 
personalidad moral absolutamente autónoma puede desarro¬ 
llarse, perfeccionarse, generalizarse" 1S . 

El tercer ideal es el de la belleza, que se sustenta en ese 
deber de autoperfecdonamiento. Este ideal es el que ocupa el 
máximo lugar en la jerarquía de valores de Marx: la riqueza 
humana. Como vimos, la abolidón de la alienadón supone para 
él la identificación del individuo y del género humano, lo que 
equivale a dedr que la riqueza de la personalidad de cada 
individuo se corresponde con la "riqueza de la especie". Dado 
que Heller no concuerda con la identidad total, sino sólo con su 
relación consciente, procede a la siguiente reformuladón: "La 
elaboradón de todas las facultades materiales, psíquicas y espi¬ 
rituales del género humano, y el despliegue complejo, armonio¬ 
so de las propias facultades materiales, psíquicas y espirituales 
de todos los hombres a través de una apropiación adecuada a la 
personalidad de la riqueza del género" 19 . Por lo tanto, el hombre 

M FR, p.146. Cf. su trabajo sobre "Lukács y la Sagrada Familia", en la 
obra colectiva: Fehér, Heller, Radnoti, Tamas, Vájda. Dialéctica de Im formas, el 
pensamiento estético de la Escuela de Budapest ÍDF), 

n FR, p.136. A partir de su opción por la pluralidad de formas de vida, 
culturas y personalidad humana, y evocando la célebre frase de Hegd según la 
cual hay que "conocer la razón como la rosa en la cruz del presente", Heller dice 
que "hay rosas de colores y olores diferentes en la cruz del presente, y todas ellas 
pueden transmitir algo que sea derto, bueno y hermoso. Pero se necesita una 
pauta, no tanto para definir lo que es verdadero o bueno o cuál es la rosa hermosa 
como para ayudarnos a distinguir la rosa de la cru^, así como para distinguir a 
aquellos a los que les gustaría crucificamos en esa cruz" (DF, p.189). 






80 


ALFONSO IBANEZ 


complejo y armonioso, con sus facultades y necesidades desarro¬ 
lladas, es el hombre bello. Aludiendo a la frase de Marx: "a cada 
cual según sus capacidades", ella subraya que no se trata de un 
modelo único, de un hombre uniformizado en la mediocridad de 
una nivelación, sino que este ideal entraña también la pluralidad 
de necesidades, de capacidades y de formas de vida. 

Sin embargo, para que cada hombre pueda apropiarse 
de la riqueza de la especie, requiere de una vida comunitaria que 
es la que le fija tareas en cuyo cumplimiento acrecienta y diver¬ 
sifica sus facultades: "Sólo una comunidad puede garantizar el 
reconocimiento de la creatividad, el reconocimiento del desplie¬ 
gue de las capacidades y de toda creatividad, independiente¬ 
mente de la importancia que pueda revestir para el conjunto de 
la sociedad, de la novedad y del peso de la realización" 20 . Por tal 
motivo la utopía radical imagina una nueva sociedad de indivi¬ 
duos libremente asodados en comunidades, ya que la plasma- 
dón del ideal de belleza implica a su vez el desenvolvimiento de 
formas de vida comunitaria bellas y libres. Así resulta, en defini¬ 
tiva, que si bien la libertad constituye el bien supremo, los tres 
ideales mencionados son la forma en que se patentiza en la 
historia. En el ideal de "verdad" prevalece el hombre en la 
sociedad, en su calidad de ser racional. En el ideal del "bien" se 
trata de la relación del hombre con los demás, en tanto que ser 
capaz de compasión, mientras que el ideal de "belleza" atañe al 
hombre creativo en la comunidad. Pero como el hombre de¬ 
mocrático, el moral y el creati vo, son un mismo hombre, cuando 
se realizan conjuntamente estos ideales, surge el hombre verda¬ 
deramente autónomo, el hombre libre. 


FR, p. 139; cf. MD, p,153. 


V 

INVITACION A UNA LECTURA 


"La liberación puede con¬ 
cebirse como el lento proce¬ 
so por el que todos acceden 
al derecho y a la 'posibili¬ 
dad igual', siempre en au¬ 
mento, de participar. Y esto 
es, en definitiva, la libertad 
democrática" 

Agnes HELLER 







Interrogada por José Ignacio López Soria sobre la actualidad del 
pensamiento de Lukács, Hcller contestó que lo más importante 
es "la afirmación enfática (que sigue estando vigente y que está 
presente en todos los escritos de Lukács) de la personalidad uni¬ 
taria, y el convencimiento de que la persona unitaria -el 'hombre 
entero', en la formulación de Lukács- no puede desarrollarse 
sino en el marco de instituciones directamente democráticas. 


que la forma de vida digna del hombre y la democracia directa 
se suponen mutuamente, que toda forma de 'racionalización' y 
'burocratismo' es poder alienado y, por lo mismo, no puede ser 
racional" 1 . De manera que la satisfacción de las necesidades 
humanas, como ya debe resultar evidente, entraña el estableci¬ 
miento de una democracia radical en que cada hombre pueda 
realizar a cabalidad la posibilidad humana. Lo cual no significa 
que toda necesidad radical será satisfecha por el socialismo, 
como reconoce la misma Heller. Pues existe por lo menos una, la 
aspiración a la inmortalidad, que se mantendrá como una cues- 


* SRD ; p. 106. Así, por ejemplo, al dar cuenta del punto de vista de su 
Teorú de los sentimientos (TS), Heller adara: "Acepto las preguntas de esta época, 
es dedr, tomo como básico ú análisis de la reladón entre sentimientos y 
pensamientos, Y eí valor que he adoptado para solventar los problemas es la 
preferencia por la unidad final de sentimientos, pensamientos y moralidad... El 
valor que eiijo es la personalidad unificada que se autorrealiza en las tareas 
presentadas por el mundo, y rica en sentimientos. Esa personalidad existe sólo 
como tendencia, como excepción" <pp. 12-13). 

83 







84 


ALFONSO IBAÑCZ 


ti ó n a 1 ta mente probi ernátiea. No hay que olvidar que el contraste 
entre lo finito y lo infinito ha suscitado la visión trágica del 
mundo de un Pascal o de un Unamuno, así como la del joven 
Lukács o, en nuestro caso, de Mariátegui. Aunque es cierto que 
siempre queda la esperanza religiosa, que puede ser asumida 
como una evasión ultramundana o como una fuerza liberadora 
en la praxis histórica 2 . 

Al finalizar esta primera aproximación a la obra de 
Agnes Heller quisiera recordar lo que ella advierte de su propia 
interpretación de Marx, es decir, que "toda comprensión es 
también una incomprensión", un malentendido. Mucho más si 
se dejan de lado otras vetas por explorar y profundizar de un 
pensamiento denso, complejo y siempre abierto al enriqueci¬ 
miento ulterior. No obstante, considero que la clave de lectura 
que me había propuesto, en torno a la satisfacción de las necesi¬ 
dades radicales, puede dar buena cuenta de la fecundidad del 
"marxismo ético" de la revolucionaria húngara. En efecto, la 
supresión de las relaciones de subordinación y jerarquía en la 
sociedad, el derecho a la diferencia y a la pluralidad de culturas 
y estilos de vida, la intervención irrestricta en las decisiones so¬ 
ciales, la expansión integral de cada individuo, así como el logro 
de una vida plena de sentido, son necesidades radicales que 
exigen su satisfacción y representan un enorme desafío. Heller 
las recoge dentro de su utopía radical porque se sitúa más allá del 
ser, en el deber-ser, apostando por lo imposible. Y no es puro 
azar que imagine el mundo futuro como aquel en que la felicidad 
y la libertad estarán unidas, a lo cual añade de inmediato que 
debemos tender no sólo a la felicidad sino también, en cierto 
sentido, a la infelicidad. Es que de momento, "hacer que deje de 
haber sufrimiento es tarea fundamental para el hombre contem¬ 
poráneo. Y nunca ha sido tan difícil esta tarea. Porque nunca ha 
sido tan grande el peligro... Sentir significa estar implicado en 


1 PCV, p. 15S. Para ahondar en los cambios que se han suscitado en 
la relación izquierda-religión ver: AIO, p. 245 y ss. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


85 


algo. Hay que con vertir el sufrimiento en dolor, para que poda¬ 
mos implicarnos en la causa de ia humanidad" 

En su libro sobre Aristóteles nos aclara que la felicidad 
es conquistar todos los días la confianza en uno mismo, tanto en 
el plano social como en el individual"La felicidad, entonces, es 
el sentimiento que acompaña al proceso de liberación constan¬ 
te, que no soslaya sino que acoge con generosa solidaridad el su¬ 
frimiento propio y ajeno. Ahora bien, después de este recorrido 
no puedo omitir el señalar, aunque sea muy rápidamente, algu¬ 
nas ideas-fuerza que poseen especial relevancia en nuestro caso 
peruano, y por extensión latinoamericano, y que nos pueden 
incitar a seguir frecuentando esta obra tan llena de mensajes 
para nuestro tiempo. En primer lugar, conviene explidtar que la 
lógica de la producción industrial capitalista, que nos ha aporta¬ 
do Occidente, es también la que nos ha colocado paulatinamente 
en la situación de dependencia y despojo en la que nos hallamos. 
De ahí lo sugestivo del giro crítico-práctico del marxismo helle- 
riano en torno a la problemática de las necesidades humanas 
que, como deber colectivo, son las que animan el despliegue de 

3 T5 p. 315. C. Gumétfdez, quien también ha elaborado su propia 
Teoría de los sentimientos, FCE, México, 1984, «¡oribe a propósito dd dolor en la 
poesía de César Vallejo “El dolor primero nos humaniza, luego hermana y, 

se hace tan insufrible que nos alzamos contra él Su valor positivo 
consiste en obligamos a negar su negación. Es el único sentimiento negativo, 
demoniaco que, a la vez, es afirmativo, angélico ... Con dolores cruentos, que 
parecen interminables, se llega a la esperanza de vivir sin sufrimiento (pp. 12* 

* ^ * * A. Heller. Aristóteles y el mundo antiguo (AMA), p. 362. "A los 

sentimientos del sí es más o menos adaptable la definición deSpinoza (concer¬ 
niente al amor) según la cual entran en este grupo todos los sentimientos que 
acrecientan la potencia de la personalidad (SVC, p. 348). 

* O. Núñez y R, Burbach hablan de los nuevos sujetos y movimien¬ 
tos sociales como de una "tercera fuerza", al lado de los obreros y campesinos. 
Democracia y revolución en las Américas. Ed. Vanguardia, Managua, 1986. Y ei 
equipo de investigación dd Centro de Alternativas de Desarrollo (CEPAUR) 
plantea que “sólo un estilo de desarrollo orientado a la satisfacción de las 
necesidades humanas puede asumir d postergado desafío de hacer crecer a 
toda la persona y a todas las personas. Sólo la creciente autodependencia en los 
diversos espacios y ámbitos puede enraizar dicho desarrollo en el Continente 
Latinoamericano. Sólo el ¡ndaudicable respeto a la diversidad de los innume- 





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ALFONSO IBAÑEZ 


los diferentes sujetos y movimientos sociales contestatarios 5 . En 
segundo lugar, me parece que en una sociedad tan vertical y au¬ 
toritaria como la nuestra, donde campean la arbitrariedad, el 
engaño y la violencia, la concepción del socialismo como la 
radicalizadón de la democracia puede abrimos nuevos horizon¬ 
tes en la elaboración del proyecto histórico emancipador 6 . 


La importancia estratégica que Heller otorga a los as¬ 
pectos subjetivos y a la transformación de la vida cotidiana 
desde ahora mismo, al interior de su visión de una revolución 
social integral, puede contribuir también a resignificar el queha¬ 
cer político, superando tanto los estilos reformistas y demagógi¬ 
cos, que no cuestionan la globalidad del sistema, como los 
golpistas y jacobinos de siempre 7 . Por otro lado, no hay que 
desconocer que el racismo y la opresión cultural constituyen una 
constante en nuestro devenir histórico. Razón por la cual, y en 
cuarto lugar, su opción por la pluralidad de formas de vida 
dentro de una democracia radical que sea "la Utopía que posibi¬ 
lita todas las utopías", puede inspirar la recreación del proyecto 
socialista de un país en el que coexisten diferentes matrices 
culturales. En este sentido, se podría pensar que José María 
Arguedas anunció la satisfacción de una "necesidad radical" 


rabies mundos que habitan en el ancho mundo de América Latina garantiza que 
esa autonomía no se confine al jardín de las utopías. Sólo la articulación de estas 
diversidades en un proyecto político democrático, desconcentrador y descen- 
tralizador puede potenciar los recursos sinérgicos indispensables para la decan¬ 
tación de un desarrollo a la medida del ser humano". Desarrollo a escala humana , 
una opción para el futuro. Mimeo, 1986, p. 92. 

é R. Vergara subraya que los que no se cansan de repetir que "jamás 
se ha instalado, en ninguna parte, el socialismo de manera pacífica", olvidan 
que no nuevo, lo verdaderamente nuevo, es aquello que, justamente, nunca ha 
sucedido . ¿Es posible el tránsito democrático hacia el socialismo?" Rev. 
Socialismo y Participación, N°42, p. 80. 

7 Heller señala que "si tanto los socialistas marxistas como los soda- 
listas no marxistas entendiesen el socialismo como la radicalizadón de la 


democrada a pesar de los factores que obstaculizan esa radicalizadón..., la idea 
del socialismo no sería pensable con la dictadura, ni siquiera temporalmente, y 
ninguna élite política ni intelectual podría propagar sus propios proyectos de 
dominadón a título del 'sodaiismo'" (SRD, p. 108). 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


87 


muy nuestra cuando vaticinó que en el Perú "cualquier hombre 
no engrilletado ni embrutecido por el egoísmo podrá vivir, feliz, 
todas las patrias" 4 . Finalmente, ante la crisis de valores que nos 
aqueja, y que seencuentra en la fuente de la violencia polifacética 
que nos acosa a diario 9 , el llamado que hace Agnes Heller a la 
responsabilidad y a una vida individual y social basada en 
principios éticos, se vuelve una condición indispensable en la 
búsqueda de nuevos rumbos para la construcción de una nación 
más humana y, por eso mismo, más justa, libre y hermosa. 


• Obras Completas , Horizonte, Lima, 1983, t V, p. 198. A dedr verdad, 
la frase de Arguedas está en tiempo presente, pero el conjunto de su pensamien¬ 
to se ubica en la óptica del encuentro de "todas las sangres" y de la "fraternidad 
de los miserables". Al respecto comenta G. Gutiérrez que "ese fue su mito, su 
utopía, su esperanza también. Forjarla utilizando los materiales que le propor¬ 
cionaba el azaroso derrotero histórico y la riqueza cultural de una 'nación 
acorralada' le costó la vida". Entre las calandrias , CEP, Lima, 1982, p. 244. 

• O. Rosemary Rizo-Patrón, "Una 'ética para el futuro': entre la 
esperanza y la responsabilidad". En Violencia y crisis de valores en el Perú . PUC- 
Fun dación Tinker, Lima, 1987. 









ANEXOS 




EL SOCIALISMO COMO RADICALIZACION * 
DE LA DEMOCRACIA 
José Ignacio López Soria 


Entrevista publicada en la revista Socialismo y Participación N s 20. Urna, 1982. 






1. Agnes Heller, se te conoce como miembro -"d mejor dotado" al decir 
de Lukács- de la Escuela de Budapest. ¿Cómo nadó la Escuela de 
Budapest y en qué situación se encuentra hoy día? 

La denominación de "Escuela de Budapest" se debe al 
mismo Gyórgy Lukács, quien diera este nombre a un grupo de 
teóricos marxistas reunidos alrededor de su persona en los 
últimos quince años de su vida. Entre ellos estuvieron, desde el 
comienzo, algunos de los discípulos personales de Lukács, otros 
se adhirieron a ella cuando eran ya teóricos maduros. En el 
momento inicial, los miembros de la Escuela éramos muy pocos: 
Ferenc Fehér, Gyórgy Márkus, Mihály Vajda y yo misma. Pero 
este pequeño grupo estaba unido por muchos lazos: políticos, 
teóricos y personales. Políticamente el grupo era de oposición, 
en lo teórico representaba un marxismo no dogmático e igual¬ 
mente de oposición, y en lo personal unía a los miembros una 
muy estrecha amistad. Es importante anotar que estos tres 
aspectos no son separables entre sí. 

En algunas épocas, por ejemplo en la segunda mitad de 
los años 60, se constituyó alrededor del núcleo original un 
círculo bastante amplio al que pertenecían gentes que, en uno o 
en otro aspecto, participaban de los empeños políticos y teóricos 
del núcleo inicial. Lukács mismo mantuvo siempre la esperanza 
de que el círculo se ampliase significativamente. Su fe inque¬ 
brantable en la "verdad única" y en que él y su círculo la 
representaban lo llevó a alimentar la esperanza de que los 
errores en política y el dogmatismo en la teoría serían "corregi¬ 
bles" si se lograba difundir, en medida conveniente, las ideas 

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ALFONSO IBAÑEZ 


verdaderas. Después de la invasión de Checoslovaquia perdió 
toda esperanza de que se produjese un cambio en la política, 
pero, como verdadero ilustrado, consideró que la Escuela seguía 
teniendo la misión de difundir "la verdad". 

La Escuela de Budapest actuó siempre en medio de la 
persecución y de la represión política. Después de la muerte de 
Lukács, cuando ya el prestigio del maestro no protegía a sus 
discípulos, el poder acentuó esta persecución. El partido gober¬ 
nante condenó las teorías de los miembros de la Escuela y 
despidió a sus representantes de sus puestos de trabajo. Priva¬ 
dos de medios de vida y expuestos a la persecución policial, 
algunos años después, los miembros de la Escuela salieron al 
extranjero, emigrando tres de ellos de manera definitiva. Así 
pues, hoy en día apenas puede hablarse ya de "Escuela de 
Budapest". 

2. ¿De dónde arrancan fus preocupaáones por la época del 
Renacimiento y cómo relacionas estas preocupaciones con el actual 
movimiento de renovación del marxismo al que tú misma perteneces? 

Permíteme volver a losaños 60. Fue entonces cuando los 
miembros de la Escuela de Budapest aceptaron en esencia el 
programa de Lukács sobre el renacimiento del marxismo. Pero 
los discípulos fueron pensando cada vez más la realización del 
término "renacimiento" en el sentido originario del concepto. 
"Renacimiento", en última instancia, no significó simplemente 
resurrección de la antigüedad sino concepción histórica de la 
antigüedad; los representantes del "renacimiento" eran total¬ 
mente conscientes de que su época era indiscutiblemente nueva 
y distinta y de que, en primer lugar, había que comprender lo 
nuevo y lo distinto. De igual manera nosotros sabíamos que el 
renacimiento del marxismo era una vuelta a Marx, en cuanto 
fuente originaria, que nos obligaba a dejar en el olvido las 
interpretaciones posteriores de Marx y nos exigía interpretarlo 
de nuevo, pero al mismo tiempo sabíamos que esta interpreta¬ 
ción tenía que hacerse a partir de los nuevos problemas plantea¬ 
dos por nuestra propia época. Era evidente para nosotros, por 
otra parte, que el marxismo no plantea los problemas en un 
espacio vacío, puesto que las teorías, marxistas y no marxistas, 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


93 


reflejan los problemas de su época, de su mundo, de su sociedad. 
Los marxistas, por tanto, deben entrar en relación dialógica con 
las teorías no marxistas, ya que la discusión no puede desarro¬ 
llarse si se sitúan en una posición de ventaja evidente de suyo. 
No somos poseedores de la verdad, solamente la buscamos. 
Dimos el primer paso en esta dirección cuando concebimos la 
idea del pluralismo del marxismo como un programa a desarro¬ 
llar. Marx puede ser interpretado de muy di versas maneras, y en 
muchas de esas interpretaciones, a pesar de ser diferentes, puede 
estarla verdad. Finalmente: no hay respuesta deantemano a una 
pregunta, ni hay tampoco una respuesta que sea "definitiva". Lo 
que caracteriza, desde el punto de vista metodológico, al 
marxismode la Escuela de Budapest es precisamente la paradoja 
de que preguntar por el carácter "marxista" o "no marxista" de 
una teoría es una cuestión dogmática. Lo que en verdad es 
decisivo en el enjuiciamiento de una teoría es cuán profunda¬ 
mente explora dicha teoría las zonas de conflicto de nuestro 
mundo y si lo haceo no desde la perspectiva déla superación de 
una sociedad basada en la jerarquía, la opresión y la explotación, 
es decir, desde la perspectiva del socialismo. Si una teoría no 
marxista hace esto, plantea el problema en el espíritu de Marx; 
mientras que la teoría que se llama a sí misma marxista es infiel 
al espíritu de Marx, por más que cite a Marx cuantas veces 
quiera, si defiende a sociedades opresoras, jerárquicas y explo¬ 
tadoras. Si dejamos de lado las cuestiones metodológicas gene¬ 
rales y nos referimos a cuestiones de contenido, la Escuela de 
Budapest se caracteriza por una notable variedad de plantea¬ 
mientos: desde las cuestiones filosóficas llamadas "abstractas" 
hasta el análisis déla estructura social, desde la estética hasta la 
teoría política sertsu striclo, desde la vida cotidiana hasta los 
problemas universales de la cul tura, todo ello es abarcado por la 
Escuela. Y toda esta problemática es presentada de un modo tal 
que los escritos están más dirigidos a los profanos, al "mundo ', 
que a las academias. Aunque la Escuela no fue nunca totalmente 
unitaria —cada uno de sus miembros terna intereses propios e 
incluso sus opiniones fueron frecuentemente diversas entre sí— 
sin embargo, puede decirse que los movimientos sociales ocupa¬ 
ron siempre el centro del interés de todos ellos. Esto significa que 









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ALFONSO TBANEZ 


nos inspiramos en los movimientos sociales y que pusimos, y 
seguimos poniendo, el norte de nuestra orientación en movi¬ 
mientos de diverso tipo, especialmente en aquellos que se pro¬ 
ponen cambiar la forma de vida (movimientos que expresan 
necesidades radicales) y luchar por los derechos humanos, 

3*- ¿Qué es para ti lo más actual de las enseñanzas de tu 
maestro, Gyorgy Lukács ? 

Es difícil decir qué es lo "más actual" de las enseñanzas 
de Lukács. Y es tanto más difícil cuanto que, al menos en Europa, 
Lukács es hoy bastante menos leído que hace diez o quince años. 
Es cierto que hoy en día son muchos los que escriben sus 
disertaciones sobre Lukács y que su teoría es enseñada en las uni¬ 
versidades, lo que casi no ocurría antes. Pero la influencia 
masiva de Lukács estuvo ligada al florecimiento de los movi¬ 
mientos marxistas no dogmáticos pero sí ortodoxos y por eso no es 
extraño que hoy, cuando todos están metidos hasta el cuello en 
la "crisis del marxismo", no se busque en Lukács la esencia de la 
respuesta a esta crisis. Si se quiere, Lukács no es hoy muy 
"actual", al menos no en el dominio publico. Pero esta situación 
cambiará y no dentro de mucho tiempo. Lo que una teoría tiene 
de creativo vuelve siempre a ganar "actualidad". Para mí, lo más 
importante de Lukács (aunque no sea actual) —y es ésta una 
apreciación muy subjetiva, una confesión si se quiere -es la 
afirmación enfática (que sigue estando vigente y que está pre¬ 
sente en todos los escritos de Lukács) de la personalidad unita¬ 
ria, y el convencimiento de que la persona unitaria—"el hombre 
entero , en la formulación de Lukács— no puede desarrollarse 
sino en el marco de instituciones directamente democráticas, 
que la forma de vida digna del hombre y la democracia directa 
se suponen mutuamente, que toda forma de "radonalizadón" y 
"burocratización" es poder alienado y, por lo mismo, no puede 
ser racional 

4, La situación de Polonia ha vuelto a traer a colación el 
problema de la democracia en el socialismo. ¿Qué piensas sobre la 
relación entre democracia y socialismo? 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


95 


Marx no tuvo propiamente una teoría política; mejor 
dicho, tomó simplemente la teoría política de diversos grupos e 
ideólogos socialistas y comunistas déla época, al menos después 
de 1848, Y es que es propio déla genialidad que todo genio tenga 
su lado débil Así Marx, por ejemplo, no estableció diferencia 
alguna esenrial entre capitalismo y democrada. De aquí se 
derivaron dos consecuencias. Por una parte, atribuyó al capita¬ 
lismo todas las conquistas de la democrada moderna y, por otra, 
establerió un paralelismo entre "líquidadón del Estado" y socia¬ 
lismo-comunismo. Pienso que los marxistas actuales no pode¬ 
mos ser democráticos a menos que establezcamos aquí una 
diferendadón. A mi entender, democrada, capitalismo e indus¬ 
trialización moderna son tres elementos diversos de la sociedad 
moderna. Esta afirmarión tiene incluso un apoyo empírico. Hay 
sociedades capitalistas que son democráticas; hay sociedades 
industriales que no son ni democráticas ni capitalistas; existió 
democrada moderna antes del desarrollo del capitalismo y déla 
industrialización, etc. Estos tres elementos se dieron unidos por 
breve tiempo (en Europa occidental y en Estados Unidos). La 
unión entre ellos se dio de dos maneras: apoyándose mutua¬ 
mente y, al mismo tiempo, entrando en conflicto unos con otros. 
Ahora bien, una de las tesis fundamentales de Marx es que 
industrialización y capitalismo tienen entre sí lazos de mutua 
dependenda, pero sólo temporalmente y no por su esencia, pero 
habría que añadir que lo mismo puede decirse en reladón a 
democracia y capitalismo. Si pensamos así, no "daremos por su¬ 
puesto" que la democracia pertenece al sorialismo, diremos más 
bien que el socialismo es la radicalizadón de la democracia, en 
cuanto que libera a la democracia del capitalismo y, al mi smo, de 
la lógica de la industrialización autónoma. De esta manera 
seguimos siendo fieles al espíritu de Marx puesto que Marx 
ponía en el desarrollo de un aspecto del presente la superadón 
del capitalismo. El, sin embargo, creía —y en el siglo XIX había 
fundamento más que sufidente para esta creenda— que el 
elemento "revoludonario" era el desarrollo de Las fuerzas pro¬ 
ductivas. Pero nosotros sabemos ya muy bien que la dinámica de 
la producdón industrial no puede ser considerada "la fuerza 
revüludonaria" porque no conduce al sodalismo sino más bien 



96 


ALFONSO IBAÑEZ 


a la destrucción de nuestro mundo, por eso no compartimos esa 
convicción de Marx. Pero compartimos la convicción de que algo 
que existe en el presente pero está obstaculizado en su desarro* 
lio, a saber, la democracia, es capaz de producir esa ruptura si es 
que ocurre una radicalización de los actores sociales. Para acep¬ 
tar este planteamiento es preciso, por supuesto, abandonar el 
dogma base-supraestructura. La tesis de que la base determina 
la supraestructura no está de suyo ni necesariamente contenida 
en esa idea básica de la filosofía de Marx que enuncia que la 
conciencia social es siempre el ser consciente. Mientras que la 
idea básica tiene su justificación filosófica, la tesis no tiene 
validez sino para el capitalismo liberal decimonónico y, más 
concretamente, para un modelo absolutamente abstracto del 
mismo. Si tanto los socialistas marxistas como los socialistas no 
marxistas entendiesen el socialismo como la radicalización de la 
democracia a pesar de los factores que obstaculizan esa radica- 
lizadon, es decir a pesar de la propiedad privada capitalista y la 
escalada de la industrialización, la idea de socialismo no sería 
pensable con la de dictadura, ni siquiera temporalmente, y nin¬ 
guna élite política ni intelectual podría propagar sus propios 
proyectos de dominación a titulo de "socialismo". 

5. ¿Qué opinión te merece k crítica de Rudolf Bahro a los 
países del “socialismo realmente existente"? 

En primer lugar, considero errónea y conducente a error 
la aplicación de la expresión "socialismo realmente existente" al 
sistema de poder de las sociedades déla Unión Soviética y de los 
países del este de Europa. ¿Qué encierra esta expresión? Si, por 
ejemplo, hablásemos de "mercado realmente existente", estaría¬ 
mos diciendo que el mercado capitalista existente hoy en día no 
concuerda totalmente con la idea liberal de un "mercado de libre 
competencia", pero no por ello estaríamos poniendo en duda la 
existencia del mercado. El sistema de las sociedades de la Unión 
Soviética y de los países de Europa oriental no sólo no concuerda 
con la "idea de socialismo" sino que absolutamente no es 
socialismo. Es más, se trata de sistemas que son, sin lugar a duda, 
antisocialistas. Para entender a estas sociedades hay que aban- 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


97 


donar la idea -que se origina en Marx- de que una sociedad 
moderna es o capitalista o socialista, que no puede darse una 
tercera posibilidad. Pero es la historia misma la que en este caso 
ha producido la "tercera posibilidad" : una forma económico- 
social que es, al mismo tiempo, anticapitalista y antisocialista. 
Los socialistas serán incapaces de someter a las sociedades del 
este de Europa a una crítica imparcial e inequívoca mientras 
sigan aplicando a estas sociedades, sea de la manera que fuere 
pero erróneamente en cualquier caso, el título de "socialismo". 
En la crítica de Bahro hay innumerables puntos interesantes y 
que hacen pensar, por ejemplo, la interpretación de las socieda¬ 
des del este de Europa como una de las formas de "moderniza¬ 
ción" o la manera de analizar los métodos de dominio de la élite 
que tiene en sus manos el poder. Pero también Bahro se queda, 
en mayor o menor medida, dentro de los marcos de la crítica 
trotskysta tradicional; vuelve, en última instancia, a repetir la 
idea del "socialismo deformado". Cuando Trotsky formuló la 
concepción del "socialismo deformado", esta concepción era 
todavía parte del sistema conceptual del marxismo de entonces. 
Pero con esta misma idea estaríamos hoy brindando u na tabla de 
salvación a una gran potencia imperialista que es conservadora 
hasta el tuétano. Si observamos con atención las propuestas 
positivas de Bahro -dirigidasa un socialismo alternativo- adver¬ 
tiremos que su crítica queda, más bien, dentro de Ja sociedad a 
la que critica. La transformación del partido de élite en movi¬ 
miento de élite, queesel meollo de su propuesta, conduciría, de 
realizarse, exactamente a la misma sociedad que critica. 

La crítica que los marxistas hacen de la Unión Soviética 
-y no me refiero sólo a Bahro- tiene, la mayoría de las veces, el 
defecto de apuntar sólo a algunos fenómenosen lugar de referir¬ 
se al sistema en su conjunto. Hoy es ya sabido que en la Unión 
Soviética no se respeta el derecho de libertad. Pero si separamos 
este fenómeno del análisis del sistema en su conjunto, puede 
respondérsenos así: es cierto, no se respeta el derecho de liber¬ 
tad, pero en su lugar hay otras cosas como, por ejemplo, mayor 
igualdad y completa ocupación. Pero si no separamos la f al ta del 
derecho de libertad de la totalidad del sistema sino queentende- 
mos esto como una de las formas de expresión de la dictadura 





98 


ALFONSO JBAIsIEZ 


universal y totalitaria sobre las necesidades, no podrá respon¬ 
dérsenos a la crítica planteada con un "es cierto, pero..." La 
crítica total y completa del sistema de la Unión Soviética encuen¬ 
tra como obstáculo el hecho de que los marxistes temen mezclar¬ 
se con aquellos con los que no quieren mezclarse. Esto expresa 
una cierta relación de dependencia con respecto a la opinión de 
otros. Y un marxiste no puede hacer depender su propia opinión 
de lo que otros -la oposición al socialismo, por ejemplo- puedan 
decir sobre el mismo asunto. Sólo una posición independiente 
puede ser verdadera. 

6. El tema de la mda cotidiana es una preocupación central en 
tu filosofía, un tema alquevuelves siempre y que estápermanefdemente 
presente, aunque sea sólo como trasfondo, en tus escritos, ¿Cómo nace 
este interés por la vida cotidiana? 

Cuando leí, en manuscrito, la primera versión de la 
Estética de Lukács, especialmente el capítulo primero que trata 
sobre los modos de pensamiento cotidianos, quedé fascinada. 
Como todo marxiste, también yo meditaba en las posibilidades 
de cambio de la sociedad. Sentí entonces, y lo he sentido siempre, 
que el libro de Heidegger titulado Ser y Tiempo era un reto al 
marxismo al que había que contestar, y si no lográbamos contes¬ 
tar a este reto nuestra teoría era impotente. Si cualquier tipo de 
cambio de la sociedad es totalmente exterior a la vida del hombre 
y al sentido de esta, nuestra voluntad de cambio de la sociedad 
y nuestra acdón encaminada a ese cambio no pueden desembo¬ 
car sino en la nada. Ahora bien, cuando leí la Estética descubrí en 
los enfoques del primer capítulo una sugerencia para un plan¬ 
teamiento veraz del problema. Pero se trataba sólo de una 
sugerencia y nada más. Pensé, no obstante, que a partir de esa 
sugerencia era posible recoger el guante que Heidegger había 
lanzado al marxismo. Entendí, pues, que era posible intentar 
hacer del problema del cambio de la vida cotidiana en algo digno 
del hombre, el centro del cambio de la sociedad. Desgraciada¬ 
mente desconocía totalmente los trabajos de Schütz, cuando 
estaba escribiendo Sociología de la vida cotidiana. Sólo mucho 
después, cuando un crítico americano comparó mi libro con el de 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


99 


Schütz, tuve por primera vez noticia de la existencia de Schütz. 
Pero la semejanza entre ambos no es tan sorprendente porque 
Schütz partía de Husserl y yo quería ajustar cuentas con Heideg¬ 
ger. El libro estaba apenas terminado cuando estábamos ya en 
1968. Fue como si los movimientos de masas encaminados al 
cambio de las formas de vida hubiesen dado respuesta a los 
problemas planteados por mi Sociología de la vida cotidiana. Bajo 
la influencia de estos movimientos amplié mi concepción con la 
primera formulación déla teoría sobre las necesidades. Después 
no volví a ocuparme directamente del tema durante mucho 
tiempo, aunque la vida cotidiana, las formas de vida, la posibi¬ 
lidad de una vida con sentido siguieron siendo motivo predomi¬ 
nante en todos los temas de que me he ocupado. Pero el último 
año, en parte por circunstancias fortuitas, he vuelto a retomar el 
tema aunque desde otra perspecti va. En última instancia, escriba 
lo que escriba, no puedo librarme del tema de la vida cotidiana; 
claro que tampoco lo quiero. Porque el saber si podemos o no 
vivir una vida con sentido y cómo es posible, si es posible, es un 
problema que nos toca a lodos y todos estemos a la espera de una 
respuesta al mismo. Y a este problema que nos afecta a todos, la 
respuesta es insuficiente. 


7. La ética es, desde tus primeros escritos, otro de los núcleos 
temáticos constantes en tu reflexión. ¿Cómo definirías la ética sodalis- 
tayqué crees quepuede día aportar parabacer de ¡a vida algo digno tId 
hombre? 


No me queda del todo claro qué entiendes por "ética 
socialista". Tal vez te refieres a la ética profesada en los diversos 
movimientos socialistas, es decir, a la ética puesta en práctica en 
ellos. En cada uno de los diversos movimientos socialistas se 
profesa y se practica una ética diferente, e incluso con respecto 
a la ética profesada y practicada pueden darse discrepancias y 
hasta contradicciones dentro de un mismo movimiento socialis¬ 
ta. Por "ética socialista" quizá entiendes la ética que es "digna" 
de los socialistas, pero qué ética sea "digna" de los socialistas 
depende de a qué llamamos socialismo y, consecuentemente, de 
a quiénes consideramos socialistas y a quiénes no (por más que 




100 


ALFONSO 1MNEZ 


ellos mismos confiesen ser tales), Por lo que a mí respecta, no 
puedo hablar de una ética "digna del socialista" sino desde la 
perspectiva de mi propia definición de socialismo. Yo entiendo el 
socialismo como la radicalizaeión de ía democracia (por oposi¬ 
ción al capitalismo y a la dinámica independiente del desarrollo 
industrial), por lo tanto, según mi definición de socialismo, 
socialistas son aquellos que se esfuerzan por llevar a cabo, en 
todas los aspectos de la vida social, la radicalizaeión de ia 
democracia. Por eso no puedo responder en general a la pregun¬ 
ta de "qué es la ética socialista"; lo único que puedo es decir con 
qué ética concuerda la radicalizaeión de la democracia. 

Me parece que la radiealizarión de !a democracia supo¬ 
ne la aceptación incondicional de las tres ideas-valor que fueron 
siempre los ideales de la democracia y cuya realización choca 
con la propiedad privada capitalista y con la lógica de la indus¬ 
trialización, a saber: libertad, fraternidad e igualdad. Pero a un 
socialista no le basta con aceptar estas tres ideas-valor como 
valores válidos, tiene además que atribuir vigencia normativa en 
la accion a cada una de las tres ideas-valor. Esto implica, además, 
que hay que interpretar estas tres ideas-valor de tal manera que 
la interpretación de la libertad, igualdad y fraternidad no exclu¬ 
ya ninguna otra interpretación de la libertad, fraternidad e 
igualdad. Así por ejemplo, la libertad de la propiedad privada 
excluye muchas otras interpretaciones de la libertad, mientras 
que ía libertad de ideas o de asociación no excluye ninguna otra 
interpretación de la libertad. Los socialistas deben actuar como 
si de su actuación dependiesen la libertad de la humanidad y la 
igualdad y fraternidad de los hombres. Así por ejemplo, el 
socialista que aterroriza a su esposa está en contradicción, según 
las precisiones anteriores, con la norma de la ética socialista. De 
los tres valores antes indicados, el que tiene más necesidad de 
explicación es el valor "fraternidad". La fraternidad conlleva 
indignación contra -"I sufrimiento humano y puesta en práctica 
de ia norma que enuncia que hay que reducir el sufrimiento 
humano donde y como se presente. Y a la vez, la "fraternidad" 
tiene que expresarse en la forma de vida, al igual que la libertad 
y la igualdad tienen que realizarse en su propia esfera de vida. 
Y pertenece también a la idea de "fraternidad" el compromiso de 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


101 


entrar en comunidad con otros hombres, es decir, la disposición 
a aprender a vivir y a actuar junto con otros hombres a fin de que 
nuestro sentimiento de amistad y nuestra solidaridad trascien¬ 
dan el estrecho círculo de nuestra familia. La práctica de la vida 
racional, el respeto incondicional al ser y al pensar de los demás 
hombres, son igualmente parte indispensable de la ética de- 
mocrático-socialista. Pero la ética socialista —en mi interpreta¬ 
ción— no es ascética. Si con honestidad somos fieles a nuestros 
valores, si actuamos según el espíritu de tales valores, si recono¬ 
cemos las necesidades de otros y discutimos racionalmente las 
opiniones que son diversas a las nuestras, hemos cumplido con 
nuestra obligación. Y haciéndolo así, y no además ni por encima 
de esto, está bien que gocemos de la vida. 

El asceta avinagrado es un ser siempre indinado a la 
crítica intolerante, a no reconocer las necesidades de otros y a 
restringir la libertad de los demás. La ética sodalista, es decir, 
aquellos que viven y se comportan según el espíritu de una tal 
ética sodalista, tienen que resolver con su vida la mayor de las 
paradojas: viviendo en un mundo monstruoso y tenebroso, 
tienen que mantenerse sensibles a todos los sufrimientos, no 
pueden perder la capacidad de indignación ni la disponibilidad 
al sacrificio de sí mismos si fuese necesario, pero al mismo 
tiempo tienen que desarrollar su sensibilidad para con las ale¬ 
grías y las bellezas producidas por la vida e igualmente para con 
las pequeñas alegrías;para dedrlo con Marx, tienen quedesarro- 
llar su capaddad de goce. Sintámonos contcntoscon la suerte de 
otros más que con la porción que nos corresponde a nosotros, a 
menos que pertenezcamos al grupo de los que sufren más que 
nadie. Sólo el que más sufre puede ser de tal manera socialista 
que llega a articular, en primer lugar, su propio sufrimiento. 
Pero la articulación del propio sufrimiento no es aún ética 
socialista, como no es en absoluto ética. Pero la ética sodalista, la 
ética que reconoce por igual todas las necesidades, da prioridad 
de satisfaedón a esa necesidad (que no es todavía ética). 





EDUCACION PARA LA DEMOCRACIA * 

Alfonso Ibáñez 


"Las decisiones del estado so¬ 
cialista han de basarse en el 
consenso, pero ¿cómo imagi¬ 
nar el desarrollo del consenso 
si los ciudadanos del estado no 
están acostumbrados, desde su 
infancia, a participar activa¬ 
mente en las decisiones comu¬ 
nitarias, a discutir racional¬ 
mente? Sólo podremos decidir 
en conjunto si aprendemos a 
vivir los unos con los otros". 

Agnes HELLER 


* Texto publicado parcialmente en la página editorial de La República, 
los días 17 y 20 de enero de 1989. 


La democracia en el Perú 

Hace poco Guillermo Rochabrún se atrevió a afirmar, en un 
debate de la revista Márgenes, que habría como un exceso de 
democracia para lo que el capitalismo podría soportar en el 
Perú 1 . Aludiendo a la imagen arquitectónica marxiste recalcaba 
que estaríamos asistiendo a un cierto desfase entre la "infra' y la 
"superestructura". Obviamente se refería a la institucional idad 
democrática de corte liberal que comienza a montarse con la 
Constitución del 79 y las elecciones generales de 1980 y que 
ahora, con la agudización de la crisis económica y la represión 
política, no sólo se deslegitima sino que se diluye muy rápida¬ 
mente. Los hechos, pues, parecerían darle la razón. De ahí que 
para algunos, que cada día son más, las salidas sólo pueden ser 
mili tares o autoritarias, ya sean éstas de derechas o izquierdas. Es 
la opinión, reiterada últimamente, de un historiador de pene¬ 
trante mirada como Pablo Macera. Sin embargo, ¿hay en verdad 
un "exceso" de democracia? ¿Estaremos condenados, ya sea por 
la pobreza de nuestro desarrollo económico o por las carencias 
de nuestra tradición democrática, a aceptar cualquier régimen 
dictatorial o tiránico? 

Atravesamos, qué duda cabe, por momentos difíciles y 
sumamente críticos. Pero de ahí a resignarse a la servidumbre 
social y política hay un buen trecho. Sobre todo porque esto 


1 "Izquierda, democracia y crisis en el Perú". Rev. Marlenes, Año II, N° 
3, junio de 1988, p .90. 


105 







106 


ALFONSO IBAÑFZ 


afecta a una cuestión de principios: ¿Se puede sacrificar el valor 
de la libertad al valor de la vida? Ño faltarán quienes den su 
asentimiento o al menos prioricen la sobrevivencia. ¿Pero qué 
sobrevivencia puede ser aquella en que la vida resulta mellada 
en el núcleo de su dignidad? ¿Acaso es mucho mejor, ante el 
desorden del caos, el "orden" de las relaciones jerárquicamente 
verticalesy de dominación, aunque se establezca por el "bien de 
las mayorías"? ¿Y cuantos más tendrán que caer muertos para 
que se consiga la "paz de los cementerios"? Se podría objetar que 
estas apreciaciones surgen de un análisis desapasionado y que 
son únicamente una constatación. Aún así, cabe reflexionar en 
un doble sentido: ¿Basta proferir juicios de hecho sin involucrar, 
explícita o implícitamente, juicios de valor? Lo más probable es 
que estos asertos persigan causar un impacto, sirviendo de 
advertencia. ¿En este caso no habría que ir más lejos, recogiendo 
lecciones y abriendo pistas? De otra parte, ¿hay una correlación 
mecánica entre las condiciones económicas y las formas jurídico- 
políticas? ¿Las formas democráticas suponen necesariamente la 
abundancia o es que también se pueden desplegar en situaciones 
de relativa escasez? 

Pero vayamos más bien a la cuestión de las tradiciones 
democráticas. Es innegable que en su forma liberal y republicana 
ésta no cuenta con un asidero muy sólido, pero no por eso ha 
dejado de estar presente en la historia nacional. "Deformada" y 
"subdesarrollada", pero con algún arraigo en la vida del país, en 
sus instituciones y en la conciencia de las gentes. Las capas po¬ 
pulares, pecando a veces de un pronunciado legalismo, tienen 
expectativas con respecto a la democracia representativa. No 
decimos esto para hacer una defensa cerrada e incondicional del 
sistema democrático vigente, con todos sus vicios burocráticos, 
corruptelas y tutelajes militares, sino porque estimamos que no 
hay que regalarle a la burguesía ninguna bandera democrática. 
Existe ahí además una potencialidad a desenvolver, profundizar 
y radicalizar. La derecha sabe por experiencia que la fuerza de su 
dominación reside más en la persuasión que en la coacción 
represiva. Y las izquierdas van aprendiendo que la célebre 
"dictadura del proletariado", convertida en gobierno, distorsio¬ 
na y traiciona sus inspiraciones libertarias originales. Son por 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


107 


demás los trabajadores, y el pueblo en general, quienes han 
luchado en este país contra las dictaduras y por regímenes 
democráticos que tuviesen en cuenta sus necesidades y deman¬ 
das. 

Ahora bien, si la tradición democrática formal en el Perú 
es frágil y contradictoria, puesto que también sirve de instru¬ 
mento para la explotación y opresión violenta, hay que tener 
muy en cuenta la tradición democrática popular. Esta es más 
antigua y viene desde los tiempos ancestrales y precolombinos. 
No se trata, seguramente, de adornar idílicamente el llamado 
"comunismo incaico", basado en un sistema de reciprocidad 
generalizado, sino de reconocer la existencia, que todavía pervi¬ 
ve, de tradiciones comunitarias y formas de cooperación colecti¬ 
va en el trabajo y en las costumbres de la población campesina y 
popular. Como lo han observado los estudiosos del asunto, éstas 
tampoco se dan de manera incólume e inmutable a través del 
tiempo. Frecuentemente han sido contaminadas por los meca¬ 
nismos de subordinación y competencia que imponía el Estado 
Inca, así como el Imperio Español o los imperialismos posterio¬ 
res. Tal es así que hoy conviven y se entrecruzan rasgos autori¬ 
tarios y democráticos dentro del mismo imaginario popular. Si 
Sendero Luminoso y una "conciencia militarizada" se acrecien¬ 
tan y expanden, evocándonos una "cultura de la violencia , los 
atisbos democráticos no cesan de renovarse en las nuevas condi¬ 
ciones, como lo demuestran por ejemplo los intentos autogestio- 
narios de las organizaciones femeninas que animan al movi¬ 
miento de pobladores?. 

* Carlos bván Degregori advierte que en nuestro país lo democrático 
se mezcla con lo autoritario en casi todos los aspectos de la vida y que, por tanto, 
hay bases estructurales tanto para un proyecto autoritario como para uno 
democrático. Sin embargo, "la cuestión es primero, ¿qué es lo más significativo 
y lo más masivo de las últimas décadas?; segundo, ¿por qué camino se opte' Yo, 
aunque lo democrático fuera lo más débil opto por eso, poique primero me gusta 
más V segundo porque es nuestra historia, es la historia de lo mejor de nuestras 
vidas este proceso de democratización e integración. Es cuestión también de vo¬ 
luntad política, del papel que cumplen los actores" ■ "Cultura y democracia . En 
Demacrada realidades y perspectivas. Cuadernos del Instituto Bartolomé de las 

Casas - Rímac Lima, 19§B, p.lQl. 







108 


ALFONSO IBAÑF7 


Socialismo y democracia. 

En todo caso, hallándonos en la encrucijada actual, se vuelve 
insoslayable el hacer opciones, apuestas y compromisos. Claro 
que algunos preferirán el camino del exilio voluntario, que 
también es una elección posible, aunque cada día para menos 
peruanos. Sectores de izquierda, particularmente organizados 
en la IU, se jugaron en los años pasados por la democracia 
representativa y casi como que se entregaron a ella. Hoy resulta 
que están un tanto atrapados o "capturados", como diría Ro- 
chabrún, en las trampas de sus vericuetos. Otros, en cambio, 
nunca creyeron en este tipo de democracia. Muy ortodoxamente 
marxistas-leninistas defendieron simplemente la "violencia 
revolucionaria" y la "dictadura del proletariado", presagiando 
lo que sería el "Estado de nueva democracia" de llegar ellos al 
poder. Pero también hubieron otros que prefirieron poner el 
hombro, aunque no sin dudas y desalientos, en la tarea paciente 
de construir la democracia desde la vida social con sus tradicio¬ 
nes populares, impulsando la movilización organizada de los 
trabajadores y capas populares. Pues la consolidación del poder 
popular, la articulación democrática de los distintos sujetos y 
movimientos sociales, daría lugar a una nueva hegemonía polí¬ 
tica y cultural, Con la crisis y sus consecuencias, esta vía se 
complejiza y dificulta, pero no por eso se toma insulsa o impo¬ 
sible. 

A estas alturas de la reflexión conviene, sin embargo, 
expresar una posición definida: contra los proyectos autorita¬ 
rios, vengan de donde vengan, y por las diversas formas de¬ 
mocráticas. Porque la utopía socialista, si bien ha sido interpre¬ 
tada de diferentes maneras, e incluso contrapuestas entre sí, la 
entendemos como la institucionalización de la democracia so¬ 
cial, política y cultural, como el autogobierno del pueblo en todos 
los ámbitos de la existencia individual y colectiva. Tradicional¬ 
mente muchos marxistas han opuesto la democracia "formal" 
burguesa a la democracia "real" proletaria, polarizándose en 
torno a este zanjamiento. Visto los resultados históricos de esta 
propuesta, que se patentiza "en el despotismo ilustrado" de los 
"socialismos reales", pensamos con Agnes Heller que quizá el 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


IÜ9 


desafío más grande para el radicalismo de izquierda en las 
SSSn Radicalizarían de la demo- 

Pero también, y sobro todo, radicalizaaon de la^acracia 
directa, desde la sociedad civil, configurando una red amplia y 
articulada de instancias orgánicas ligadas a las necesidades y 
provectos populares. Por eso la consigna debiera ser el autogo¬ 
bierno despueblo en el marco de las formas representativas 
estatales", al menos míen tras éstas subsistan y sean susceptib es 
de reforzar el proceso de democratización social quebrota de las 

bases. 

Un aprendizaje laborioso 

En vez de escoger de antemano entre los dos tipos de democra¬ 
cia probablemente lo más acertado sea buscar, como ya lo van 
haciendo algunos, los puentes y caminos del encuentro yendo 
haría una "democracia mixta". En la transición socialista ya 
habrá tiempo de sobra para ahondar, depurar y remventar 
integralmente esta combinatoria. Por ahí se ubican las nuecas 
Tesis Políticas de ÍU, que han sido discutidas y aprobadas en su 
Primer Congreso Nacional *, Evidentemente, aquí nos coloca¬ 
mos en el momento del arranque de esta "larga marcha". Poreso, 
así como el "arte de amar" no es una cuestión dada, sino que se 

j Ella explica que "si se conceptúa al socialismo como la condusion o 
desarrollo de la sesmnda lógica de la sociedad dvil (lo que significa el fortalea- 
So de la libertad y los derechos humanos mediante la democraUzacion, la 
SdadvadS^rahzación del poder) entonces la transformación socujhs- 
fno ^pli^úmco «punto de inflexión", sino un desarrollo de menos 
¡ZtTl a más sodalismo cada vez; de una 

ciudad autoeobemada, a una democracia parbapabva... (TH, F ■ 2 
soaedad referím al «o- estado democraUco popul^ 

i e^ilíqmn w se üredsa que "ese Estado estar a basado eri el 
autogobierno del pueblo, en la articuladón institudona)I de la democracia 
representativa y dimeta v en la renovadón cultural y moral denuestrasoaodad 
Sla práctica colectiva de las masas".Tisis PMm de la Iz^rda Unida. I 
Congreso Nadonal. Suplemento de "La Voz , p-Jb- 







no 


ALFONSO IBAÑEZ 


aprende en la vida cotidiana, según lo recuerda Erich Fromm, el 
"arte de la democracia" en sus diversas concreciones implica un 
aprendizaje constante. Ello exige el esfuerzo de ir tejiendo desde 
ahora, en las distintas relaciones sociales, de manera institucio¬ 
nal y organizada, formas democráticas que posibiliten la partici¬ 
pación de todos en las decisiones del colectivo. Pero, simultánea¬ 
mente, esto supone que los individuos nos vayamos transfor¬ 
mando y asimilando otros valores y hábitos de comportamiento. 

La escuela, la familia, la fábrica o las instituciones socia¬ 
les y populares, pueden volverse en excelentes espacios de este 
aprendizaje democrático, si todos nos disponemos a entrar en 
una dinámica dialogal de mutuo reconocimiento, defendiendo 
nuestros puntos de vista de manera argumental y sin olvidar de 
solidarizamos con los demás. Las instituciones estatales no 
pueden permanecer ajenas a este proceso, y algunos gobiernos 
locales están dando ya muestras de que es posible avanzar en 
este sentido, pese a los múltiples obstáculos que tienen que 
superar. Pues como lo sostiene Alberto Flores Galindo en su 
Tiempo de plagas, donde advierte contra las ilusiones parlamenta- 
ristas y apuesta por el movimiento social y la democracia desde 
abajo, "democratizar significa terminar con el racismo: cambiar 
el Estado y la vida cotidiana, construir un país diferente al actual 
pero recogiendo todas aquellas experiencias que anuncian el 
futuro" 5 . Esto no quiere decir tampoco que se prescinda de los 
conflictos y disensos, que siempre se dan, sino que se busque 
volverlos fecundos, elaborando el consenso en las deliberaciones 
y acciones compartidas. 

La educación popular, que por su propia orientación se 
dirige a la consolidación de la identidad y la autoorganización 
popular, está llamada a ser un bastión firme de la educación para 
la democracia. Ello no sólo por su inserción en los movimientos 
populares y su práctica de la libertad democrática en la apropia¬ 
ción colectiva de los conocimientos y la toma de decisiones 
consensúales, sino porque deberá apuntar hacia la construcción 
de la democracia participativa en la vida social, política.y cultu- 

5 Tiempo de Plagas* Ed EL Caballo Rojo, lima, 1988, p. 33. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


111 


ral del país. Motivo por el cual si este ejercicio pedagógico se 
inscribe, como lo concebimos, al interior de una opción contrahe- 
gemónica, deberá preservar la pluralidad de formas de vida, de 
culturas y de necesidades que se pongan de manifiesto, suscitan¬ 
do la unidad de lo diverso y la confluencia de los sujetos y 
movimientos sociales emergentes. De ahí podrá surgir un 
"proyecto histórico" distinto de los prometidos y fracasados, 
una sociedad socialista en democracia o una democracia socialis¬ 
ta, experimentando la profunda alegría que nace de irse liberan¬ 
do individual y sodaímente. 

Valores democráticos 

Dado que hemos aludido a la figura de Agnes Heller, con su 
lectura ética y democrática del marxismo, quisiéramos poner de 
relieve que én su perspectiva existen tres virtudes eminentes 
para una política democrática: la tolerancia radical, el coraje 
cívico y la solidaridad en simpatía. La primera, la tolerancia 
radical, conduce a reconocer al otro en tanto queotro, combatien¬ 
do los dogmatismos sectarios que bloquean la comunicarión, 
pues nadie tiene el monopolio de la verdad y ésta se halla 
dialogalmente con la intervendón de todos y cada uno. La 
segunda, el coraje dvico, nos impele a oponemos a todas las 
relaciones de subordinación, asumiendo la responsabilidad de 
autoliberarnos y la defensa decidida de nuestros puntos de vista 
individuales y comunitarios, siempre y cuando no impliquen la 
"instrumentalización" de los demás hombres. Finalmente, la 
solidaridad generosa se hace indispensable en la práctica de¬ 
mocrática de una igualdad en "equidad", que tiene en cuenta a 
todos pero mostrando una simpatía especial, una parcialidad, 
por los que son más agredidos y silenciados, dándoles la palabra 
o apoyándoles efectivamente*. 

4 Para profundizar en los principios políticos y morales de una política 
democrática ver AIO, pp. 180-200. Femando Savater, alseñalar por su cuenta las 
virtudes básicas de la vida ética acude a las duplas coraje-generosidad y digni¬ 
dad-humanidad, especificando que ambos complejos de virtudes se funden en 
la solidaridad, que es en lo social lo que la nobleza es en lo individual y la más 
alta realización del ideal ético a que puede aspirarse comunitariamente". Invita¬ 
ción a la ética. Anagrama, Barcelona, 1982, p.78. 







112 


ALFONSO IBANEZ 


En el abanico de modalidades de autoeducación popu¬ 
lar, que se nutren ya de la utopía socialista, se pueden afianzar y 
recrear estos valores éticos de un socialismo humanista y de¬ 
mocrático para nuestro tiempo- Así es como la lucha contra los 
"caudillismos'' de viejo cuño va llevando a erigir una dirección 
colectiva y rotativa en las organizaciones y una nueva relación, 
más horizontal y de intercambio recíproco, entre las dirigencias 
y las bases. La exigencia de llegar a conclusiones consensúales, 
discutidas por todos, va fomentando a su vez la audacia de la ac¬ 
tuación consecuente, respetando los acuerdos y estableciendo 
procedimientos de evaluación y corrección piiblicos verdadera¬ 
mente partid pativos. Puede ser que la virtud más practicada en 
el medio popular sea la solidaridad, pero a veces se la encapsula 
en los movimientos locales o las propuestas corporativas, sin 
tener suficientemente en cuenta las expectativas y necesidades 
de los otros grupos, movimientos u organizaciones. Sin merma 
de las autonomías, importa provocar la apertura receptiva a los 
aportes específicos de los otros sujetos sociales, aspirando a 
elaborar planteamientos alternativos de alcance nacional que 
incorporen el protagonismo de los distintos movimientos popu¬ 
lares, en particular de los que han sido más postergados en el 
pasado. 

Las actividades educativas que promueven una comu¬ 
nicación sin dominadón al interior de los procesos de autoorga- 
nizadón popular, se sitúan consciente y voluntariamente en el 
horizonte de lo que se denomina como "el proyecto popular". 
Pero ocurre con frecuenda que se descuida el dibujar con preci¬ 
sión los contornos de ese proyecto, produciéndose una cierta 
desconexión entre el ideal y la práctica cotidiana que va en 
detrimento de la coherencia pedagógica en su conjunto 7 . No 

7 Carlos Basombrió anota con razón que "se ha dado por ello, en 
muchas oportunidades, el fenómeno de que los movimientos de educación 
popular llegan a tener incluso más presencia que los partidos en la vida 
cotidiana de las organizaciones populares, pero que esa preocupación por los 
sujetos concretos parecería hacerlos despreciar las cuestiones macrosodales de 
la política n ación a 1 ;J . Educación popular y posibilidad de renovación de la política en 
el Perú. Tarea, Lima, 1988, p. 58. 


LA SATISFACC!ON DE LAS NECESIDADES RADICALES 


113 


obstante, si se visualizase a la democracia como el eje central de 
la propuesta de transformación social orientada a edificar una 
sociedad y una cultura socialistas, se podría articular un nexo 
más fluido entre las acciones educa tivas del presen te y esa utopía 
futura. De modo que ya desde las microexperiencias que marcan 
los múltiples empeños de la actualidad, se estaría propiciando 
que el germen democrático se despliegue hasta que algún día 
devenga en una floración de exuberante belleza. En esta óptica 
habría una ligazón más estrecha entre la educación popular, el 
movimiento social y la política nacional, a través de una dialéc¬ 
tica fecunda no sólo entre la ruta y su norte sino también entre los 
mediosy fines, llegando a coincidir en el mismo proceso creador 
de la praxis histórica de radicalización de la democracia. 




















































r 




¡TIENE TODAVIA EL SOCIALISMO UN FUTURO?» 

L iAjnes 


* Este artículo apareció en tres entregas que hizo el diario madrileño 
El País, los días 30 y 31 de marzo, así como el 1° de abril de 1939, 





Esta pregunta ha sido formulada periódicamente durante cas 
los últimos 20Ü años, en cada coyuntura critica de la twnay 
movimiento cuya autodenominación era socialista. Y puede 
haber muy pocas dudas de que el socialismo, corno movmuento 
v como teoría, está viviendo en estos momentos una de sus horas 
en las que más se ha visto puesto a prueba. 

Los cada vez más francos reconocimientos de las buro¬ 
cracias gobernantes en las sociedades tipo soviética de que sus 
largos y, en la medida en que las vidas humanas están afectadas, 
costosos experimentos han fracasado tanto política 
micamente, amenazan con la extinción del socialismo como c . 
Tradicionalmente, los socialistas solían invocar la Histonacon 
mayúscula como su principal testigo. Sin embargo, este g 
no es ni justo ni impardal. Por ejemplo, esta vez implica en la 
prueba a la parte inocente: aquellos socialistas que no fueron 
responsables del terror estalinista ni del fracaso «^mico, y 
que además fueron incluso los primeros críbeos abiertos de la 
tiranía soáalista y de los sueños '¡refrenados de una sociedad 
■planificada. 

En estos momentos de mea culpa ya no bastan simple¬ 
mente las religiosas declaraciones de lealtad a ¡a causa. Esta vez 
se necesita un inventario honesto. 

Teoría y práctica. 

, Cuáles fueron los componentes tradicionales de la leona y la 
práctica socialista? Primero, el que aparecía en todo proyecto y 
en todo movimiento socialista era la cuestión social inscrita en e 


117 



na 


ALFONSO IBAÑEZ 


ideario político. Los socialistas, sin excepción, tomaron postura 
frente a la pobreza, la corta esperanza de vida, la explotación , la 
carencia cultural de los trabajadores como responsabilidad his¬ 
tórica de la sociedad capitalista. 

Segundo, las teorías y los movimientos socialistas ha¬ 
bían venido tradicionalmerrte suscitando la cuestión de las inca - 
pacitadoras cargas dd trabajo, el hecho de que toda una dase muy 
numerosa de la población, en realidad la mayoría en las socieda¬ 
des modernas, estuviera encadenada de por vida a los tipos de 
trabajo más agotadores y degradantes. La crítica apasionada de 
esta esclavitud emancipada implicaba la promesa, manifiesta o 
encubierta, en la nueva sociedad proyectada de la emancipación, 
del trabajo en alguna forma* 

Tercero, los socialistas siempre han expresado el sordo 
pero fuerte sentimiento de la multitud de que la racionalidad del 
mercado es una mera fachada levantada frente a la irracionalidad 
fundamental de la vida social si esta última es abandonada a las 
fuerzas de la competencia y al culto del crecimiento industrial. El 
viejo proyecto de una sociedad planificada surgió precisamente 
de este rasgo inherente del socialismo* 

Cuarto, ¡a comunidad, las formas comunitarias de vida 
como opuestas al individualismo egoísta predominante en el 
mundo industrial constituía una característica permanente de 
los principios socialistas. 

Quinto, el legado de las grandes revoluciones políticas; 
las teorías y los movimientos socialistas extendían casi siempre 
a las desigualdades sociales el principio de la igualdad política o 
igualdad ante la ley. La panacea propuesta por los socialistas no 
era necesariamente un igualitarismo absoluto; no obstante, la 
cuestión ha ocupado siempre en su ideario un lugar elevado. 

Sexto, alguna clase de internacionalismo , que iba desde 
un interés constante y activo en los asuntos mundiales {actitud 
que nunca cuestionaba la legitimidad de la nación-estado) hasta 
los proyectos directos y los experimentos de una república 
mundial (en la forma de las internacionales, de las comunidades 
socialistas y cosas por el estilo) ha sido siempre algo inseparable 
de la teoría y la práctica del socialismo. 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


119 


Una última, y final, adición a la concepción socialista, 
adición que nunca se extendió más allá del importante pero 
estrecho círculo de aquellos intelectuales que normalmente se 
incorporaban a la versión más radical de las teorías, los movi¬ 
mientos y los part idos socialistas, era una romántica desilusión con 
k pwS a de la sociedad burguesa, una añoraran delagran aventura de 
la revolución, 

Caducidad 

Sus críticos tradicionales acusannormalmentealossocialistasde 

lo caduco de su programa. Los argumentos comentesuhlizados 
contra ellos han sido los de que sus advérsanos ya han hec o 
realidad buena parte de sus legítimas demandas o todas ellas; 
por consiguiente, están persiguiendo cuestiones anticuadas y 
trastornando así la saludable atmósfera del mundo moderno. 
Hasta ahora, sólo una minoría de los críticos estaba prep^ada 
para reconocer la duradera validez de los puntos del ideario 
socialista, mientras hadan hincapié en que el tratamiento radical 
de las distintas enfermedades sociales, por lo demas correcta¬ 
mente identificadas, aportaría más sufrimiento ^ 
dón o que al menos remisión. (Pero, con toda probabilidad, este 
tipo de crítica será la voz dominante en la actual situación). 

Creemos que las críticas del primer tipo sólo fueron 
correctas en la medida en que se centraron en los pronósticos 
políticos de los sodalistas referentes al cambio yenídero,nunc 

aldedararcaducoslospropioscomponentesdelsocialismo.Los 

observadores honestos de la sociedad contemporánea apena 
pueden dejar de encontrar todavía importantes y válidos casi 
todos esos componentes, a veces incluso problemasacua^ites 

auncuandoelfilodealgunosdeelloshayasidoembotado^rte 

práctica del Estado del bienestar y por la intervención ^^de¬ 
mócrata. Si esto es así, ¿qué es lo equivocado en el socialismo? 

Nos enfrentamos a una imagen radicalmente distinta si 
dirigimos nuestra atendón a Jos métodos políticos recomendad 
Jsodalismo. En este aspecto, el legado socialista o bien carnee de 
inventiva o bien es original pero fatal. La uruca innovado qu 






120 ALFONSO IBAÑEZ 

el socialismo añadió al arsenal del arte de gobernar moderno ha 
sido, mucho antes de la subida de los socialistas al poder en algún 
país, la idea de una dictadura revolucionaria. Después de la toma 
del poder, esta idea degeneró en la práctica del terror totalitario. 
Además, siempre ha existido un elemento de esterilidad, que es 
al mismo tiempo un rasgo muy cuestionable, en la imaginación 
política socialista. Marx, que soñó con la eliminación total de la 
esfera política en una futura sociedad emancipada, fue única¬ 
mente el más consistente, pero dista mucho de ser el único 
socialista de esta clase. Es bien cierto que otro tipo de socialistas, 
los socialdemócratas o socialistas democráticos, llevó a cabo una 
primera reconciliación con el sistema parlamentario. Incluso 
contribuyó considerablemente a la causa de la democracia al 
movilizar a su electorado en favor del sufragio uni versal. Pero su 
fantasía siguió siendo estéril. Aceptaron las pautas políticas 
convencionales de sus enemigos en la cuestión social. La demo¬ 
cracia les parecía el camino más cómodo hacia su propio poder 
cuyo carácter político permanecía en la oscuridad, o bien mante¬ 
nía el punto de vista trivial de que la democracia es idéntica al 
gobierno de la mayoría y, por supuesto, ellos representaban a la 
mayoría. 

La única innovación socialista buena en la esfera políti¬ 
ca, a saber, la demacrada directa, como apareció en la Comuna de 
París, en la forma de los soviets ru sos y en los consejos y comités 
de la dase trabajadora de la revoludón húngara de 1956, nunca 
tuvo una oportunidad histórica para su continuidad. Y, lo que es 
más sorprendente, fue tratada por lo general con más esceptias- 
mo por los comentaristas socialistas que por los no socialistas. 

¿Debe entonces leerse nuestra conclusión en la forma 
que sigue: nada está mal en el ideario original del socialismo, 
mientras que todo está mal en su imaginación política? ¿Vamos 
a situar ahíla fuente de ia crisis? La grave y difícil situación actual 
del socialismo parece tener en realidad unas causas más comple¬ 
jas. 

La esterilidad de la fantasía política del socialismo, su 
indiferencia orgánica hacia la esfera política junto con la vivaci- 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


121 


dad de su imaginación social tienen en su combinación un fatal 
resultado Una sodedad moderna altamente compleja, con su 
organización capitalista de la economía, con su casi incontrola¬ 
ble impulso al crecimiento industrial (tanto en los países con una 
economía capitalista como en aquellos que tienen una economía 
anticapitalista), y con su democrada todavía en proceso de 
desarrollo, ha sido reducida a un fantasma llamado capitalismo 
no sólo por el socialismo tipo bolchevique, sino también prácti¬ 
camente por todas las variedades de socialismo. Esta imagen 
verdaderamente unidimensional del mundo moderno genero 
undeseocasiirresistíbledccroir unnuevotípodesociedad, llamado 

socialismo, que era la negación absoluta de todo lo que había 
existido, incluso en los sodalistas que no eran necesariamente 
enemigos de todos los aspectos del mundo moderno. {Y aquellos 
sodalistas quehan venido resistiéndose a esta tentación político- 
metafísica sienten a menudo remordimientos de conciencia y 
sufren sentimientos de culpabilidad a causa de su pusilanimidad 

filosófica y política). 

Reinvenciones 

En este universo socialista de nuevo tipo, cada rasgo individual 
de vida sociopolítica y cultural tenía que ser reinventado; todo 
viejo hábito, institudón o prindpio debía ser reemplazado. El 
nuevoorden tenía que basarse en principiosde gestión económi¬ 
ca totalmente sin precedentes; esto era la economía planificada 
(en realidad, decretada). Ni siquiera los nombres de las antiguas 
transacciones comerciales y de mercado fueron tolerados en este 
maravilloso mundo de la planificadón hiperracionalista. 

El socialismo debía generar su propia dinámica política, 
una dinámica que concluía en el intento posiblemente mas 
espectacular decuadrar el círculo: "el centralismo democrático . 
Estaba destinado a desarrollar una nueva cultura, un nuevo tipo 
de seres humanos, una nueva visión del mundo que implicara y 
al mismo tiempo superara todo lo que había existido con anterio¬ 
ridad El monstruoso resultado de este audazmente llamado 
universo no sólo se nos aparecía como una transgresión moral, 
política y filosófica. 






122 


ALFONSO [BANEZ 


La verdadera aventura, incluso sin Stalin y sin los míni- 
Stalins, se revela como una invención calenturienta de una 
fantasía religiosa. Aspiraba a trascender el mundo moderno y a 
crear su negación absoluta, un genuino paraíso sobre la Tierra, al 
tiempo que orgullosamente afirmaba en público su ateísmo - 

En paralelo con el tiránico intento, ahora espectacular¬ 
mente fallido, de una total trascendencia del mundo moderno, 
existen también varias formas diversas y limitadas de socialis¬ 
mo. El más conocido de ellos es la versión socialista del Estado del 
bienestar. 

Encontramos particularmente estéril el debate sobre su 
carácter auténticamente socialista * Con mayor precisión, todo el 
debate ha tenido su origen en la identificación tácita del socialis¬ 
mo con la trascendencia total del mundo moderno, incluso por 
aquellosque se oponen a este temerario y terrorista experimento. 
Sin tener en cuenta si los Estados del bienestar fueron creaciones 
de los socialistas o si se dieron como resultado de los esfuerzos 
conservadores de cerrar el paso al peligro de una revolución 
bolchevique, los políticos del Estado del bienestar aceptaron uno 
o varios puntos del ideario socialista. 

La profundidad y el radicalismo de este tipo de políticas 
fueron directamente dependientes del grado de militanda entre 
los seguidores de los socialistas.Y solamente por los intelectuales 
románticos-desilusionados puede demandarse críticamente 
más socialismo que el pretendido y apoyado por sus beneficia¬ 
rios más naturales. 

Deficiencias 

Sin embargo, dos defidendas es truc torales han caracterizado de 
manera permanente al socialismo del Estado del bienestar. Pri¬ 
mera, su sodalismo ha sido una fuerza negativa, limitadora que 
actuaba como un impedimento para la dinámica destructiva de 
un sistema de mercado libre; no fue una energía positiva y creativa. 
El entendimiento del socialismo como una limitación es una idea 
muy vieja. Siempre ha apareado intermitentemente, como pos¬ 
tulado o como práctica, desde la Revolución Francesa y desde las 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


123 


revueltas de los trabajadores contra la moderna tecnología in¬ 
dustrial. 

El socialismo como impedimento es una tendencia nece¬ 
saria del mundo moderno, porque un sistema de mercado libre 
en vez de crear armonía, destruiría nuestro medio ambiente 
natural y social. Pero en algunos momentos es inevitablemente 
percibido como una camisa de fuerza impuesta a la sociedad y 
particularmente a los individuos. Nuestra hipótesis es que 
precisamente esta percepción de un sodalismo obstaculizador 
como camisa de fuerza fue el principal antecedente sociopsico- 
lógico del thatcherismo, no sólo en el Reino Unido, sino también 
en algunos países escandinavos y en Israel. 

Segunda, el socialismo del Estado del bienestar, aunque 
enemigo autoconfesado de la aventura de la trascendencia total 
del mundo moderno, estaba poderosamente influido por su 
enemigo. Los socialistas del Estado del bienestar, con pleno 
conocimiento de los resultados de la audacia filosófica y práctica 
de los bolcheviques, han desechado toda clase de metafísica 
socialista y han elegido con orgullo un socialismo prosaico, sin 
grandes frases ni fanfarria intelectual. La vaciedad de la vida 
diaria de los Estados y sociedades del bienestar es, en nuestra 
opinión, un resultado directo de esta opción, comprensible 
aunque profundamente problemática. 

Lo que se está derrumbando ante nosotros es una forma 
particular de socialismo: el socialismo con unas ambiciones 
filosóficas gigantescas y sin ninguna conciencia ética, no el 
socialismo como tal. Y no hay ninguna razón para el pesimismo. 
Esta es una buena liberación aun cuando las honestas esperanzas 
y aspiraciones vayan a ser temporalmente enterradas en la 
misma fosa común junto con los experimentos criminales lleva- 
dos a cabo sobre millones de vidas humanas. 

Este fracaso parece ser tan final como cualquiera puede 
serlo en el mundo moderno, en el que pensamientos y políticas 
largamente olvidados retornan de manera inesperada. Al me¬ 
nos, en la vida de las generaciones ahora políticamente adultas 
no hay ninguna probabilidad de una nueva edición del bolche- 




124 


ALFONSO IBANJEZ 


vismo, no al menos sin un repentino hundimiento de nuestra 
civilización. 

Centro único 

Pero si los socialistas quieren tener un futuro para su causa, no 
pueden cerrar simplemente un capítulo en una larga y tormen¬ 
tosa historia y seguir adelante como si nada hubiera pasado. Y 
esto se aplica también a aquellos que no tuvieron nada que ver 
con el escándalo y el fracaso de los bolcheviques, e incluso a 
aquellos que han luchado contra ellos en nombre de su diferente 
fórmula de socialismo. Al menos la siguiente revisión de los libros, 
y no sólo los del género marxista, parece ser inevitable. 

Primero, los socialistas han de llegar a la conclusión de 
que el mundo moderno no tiene un centro único, una esfera con 
cuyo poder de transformación todo -el universo social completo- 
pueda ser transformado para mejor. Con toda probabilidad, no 
es concebible ninguna transformación del mundo moderno, y 
ninguna puede, por consiguiente, ser honestamente recomenda¬ 
da, lo cual produciría una respuesta simultánea a cualquier 
cuestión legítima del programa socialista. 

Segundo, el socialismo tiene que desarrollar enérgica¬ 
mente su paralizada imaginación política. En el llamado Primer 
Mundo, la democracia como sistema establecido tiene una histo¬ 
ria muy corta de 40 años de postguerra. En el Segundo Mundo, 
la democracia dará sus primeros pasos en un futuro próximo si 
nuestras esperanzas sobre las transformaciones soviéticas tienen 
al menos una validez mínima. En el Tercer Mundo, la democra¬ 
cia es la excepción y no la regla, y se enfrenta a tremendos 
obstáculos culturales. Además es un dogma liberal, y no la verdad 
última, que la democracia haya alcanzado ya su forma final, más 
allá de la cual no puede desarrollarse. Los socialistas pueden 
desempeñar el papel crucial de explorar y descubrir continentes 
enteros desconocidos del arte de gobernar, con sólo utilizar la 
misma cantidad de energía intelectual que la que han moviliza¬ 
do en descubrir la cuestión social. 

Tercero, aun cuando los socialistas rechazaran resuelta¬ 
mente la religión ateísta del paraíso en la Tierra, todavía tienen 


LA SATISFACCÍON DE LAS NECESIDADES RADICALES 


125 


que darse cuenta de que la cuestión social puede ser duradera¬ 
mente resuella sin metafísica, esto es, sin una dimensión cultural 
y ética y sin cambios completos, eventualmente revolucionarios, 
en las formas de vida establecidas. 

Una cuestión dolorosa, que los socialistas prefieren 
cubrir con el silencio o con una indignaciónautohonesta cuando 
se menciona públicamente, es la del socialismo de masas. Es una 
parte no mencionabledela herencia, así como un sucio escándalo 
del pasado de la propia familia. Y, sin embargo, los socialistas 
sólo se hacen la vida más confortable para ellos mismos cuando 
prefieren declarar que la vena socialista de Mussolini de la 
República de Saló, de la Guardia de Hierro rumana o del Movi¬ 
miento de la Cruz y la Hecha húngara es un vulgar engaño o un 
mero plagio. Y, para su pesar, no pueden ni siquiera cuestionar el 
carácter socialista de las Guardias Rojas de Mao, esa exacta 
réplica de los fascistas europeos. No obstante, es un tipo costoso 
de hi pocresía familiar, que no entiende las cruciales lecciones de 
la historia. 

La primera de tales lecciones es que "el socialismo de 
masas" tiene una causa suficiente: el poder de las oligarquías 
(capitalista o socialista), la frustración social que las oligarquías 
crean. Donde existe oligarquía, y además, donde la tradición 
democrática esdébil o no existe,el socialismode masas, un azote 
terrible y violento del mundo moderno, está siempre a la vuelta 
de la esquina. 

La segunda lección indispensable es que los socialistas, 
en la medida en que aceptan la pr imada del principio de libertad 
en que descansa el mundo moderno, no deben una lealtad 
automática al movimiento en virtud de su autoapelación socia¬ 
lista. Por el contrario. Es una parte necesaria de la secularización 
del socialismo, una tarea largamente aplazada, que los sodalis- 
tasdeben conocer: a la palabra socialismo no la rodea ningún aura 
de santidad. Lo mismo que cualquier otro término de la política 
moderna, el socialismo también puede ser explotado en favor de 
los más infernales fines- 

¿Qué clase de predicciones responsables pueden hacer¬ 
se en este momento sobre las perspectivas futuras del socialis- 









126 


ALFONSO IBAÑEZ 


mo? A corto plazo, la fortuna de los socialistas sólo puede 
deteriorarse. La desilusión masiva en relación con el socialismo 
obstaculizado continuará con toda probabilidad. El thatcherismo 
puede incluso ganar partidarios entre las fuerzas políticas re¬ 
cientemente aparecidas en Europa oriental. La dimensión y la 
profundidad reales del hundimiento del socialismo bolchevique 
ha sorprendido hasta ahora únicamente a los observadores 
políticamente astutos de Occidente. 

Sí el Estado sucesor del estalinismo simplemente deja 
atrás sus obligaciones sociales, si los aparatos comunistas se las 
arreglan con la práctica, o la parodia, de un Gobierno mínimo, si 
dejan sin vigor todos los mecanismos del bienestar y, mediante 
la renuncia al control económico, generan un nivel sin preceden¬ 
tes de desempleo, incluso esa parte del mundo alejaría del 
nombre del socialismo con disgusto a los que lealmente se han 
adherido a él. 

Sin embargo, a pesar del presente auge de la revolución 
(o contrarrevolución) conservadora-populista-thatcherista, pa¬ 
rece impensable que el socialismo democrático del Estado del 
bienestar sea enterrado para siempre. Tendrá su resurrección 
casi natural en el momento en que el pueblo obtenga sus propias 
experiencias sobre la inseguridad existencial del capitalismo 
popular de Thatcher y de su Estado cada vez más autoritario. Otra 
cosa es cuán duradera vaya a ser esa resurrección. 

La longevidad, la extensión y el enriquecimiento intemo 
del socialismo del Estado del bienestar depende en su mayor 
parte de su capacidad para crear una segunda dimensión: una 
atmósfera ético-cultural para sus reformas sociales. 

Rebeldes 

Los movimientos rebeldes son los que tienen mayores probabili¬ 
dades de crecer y extenderse, sea cual sea la a tmósfera política en 
el nivel parlamentario. Pero, ¿son socialistas estos movimientos? 
¿Añaden algo a la fuerza del socialismo, al ideario socialista? 

El hecho conocido es que esos diversos movimientos 
influyentes de la última década se abstuvieron de llamarse a sí 


LA SATISFACCION DE LAS NECESIDADES RADICALES 


127 


mismos socialistas. Esto puede achacarse en parte al hechode 
que sus objetivos estaban en realidad mas alia de cualquier 
sistema social o, con mayor precisión, a que apelaban a los 
intereses comunes de todas las naciones, de todos los grupos 
sociales, de todos los actores (los casos mejor definidos de este 
tipo son los movimientos antinucleares y ecologistas). I ero ¿que 
pasa con el feminismo, esa revolución global, la mas importante 
después de la 11 Guerra Mundial? ¿Es la desgana de sus grane es 
contingentes, posiblemente de su mayoría, para caracterizarse 
como socmlistl sencillamente un refugio crítico ante el ideario 
socialista, sus lagunas y la despreocupación de los «wahstos 
históricos por este problema de la época o simplemcn 
compromiso con él? ¿O constituye una indicación déla ®”**^*’ 
da de nuevos fenómenos que son verdaderamente radícate* 
pero han dejado de encontrar acomodo dentro de la estructura 
teórica del socialismo? 

No existe una respuesta metafísica disponible para estas 
preguntas. Vivimos en una época de explosión de la tantas^ 
política. Algunos nuevos productos de este explosivo pertodo 

pueden ser y serán integrados en e! programa ^if f - ^l 11 " 03 
otros llegarán másallá de éste, o actuaran en paralelo «n&Yel 
socialismo tiene que encontrar algún tipo de amistosa cohabita¬ 
ción con ellos. 

Sobre todo, la crisis actual proporciona una oportuni¬ 
dad única para la autoeducadón de los socialistas. En toda a 
historia de esta teoría y este movimiento, un rasgo recurrente 
sido las reprimendas que los sodalistashan dirigido a un mundo 
que se mostraba reacio a obedecer sus prescnpaonespobhcaso 
filosóficas. Ha llegado evidentemente el tiempo en que una 
simple verdad tiene que ser entendida ^ 

siempre: es el socialismo el que existe para elmundo, no el mundo el 

que existe para el socialismo. 








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